Opinion

ALTO AL MALTRATO ESCOLAR
Ojo al Charque
Constantino Rojas Burgos
Viernes, 2 Mayo, 2014 - 11:40

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“Ballena come focas” le decían en el ciclo secundario por ser gordito y bonachón. A otro estudiante le decían “vaca” por ser un niño gordo, sus amigos le molestaban porque era tranquilo y dejaba que se burlen de él, físicamente era fornido y de gran estatura, pero no reaccionaba. Una vez dibujaron una vaca y pusieron el rostro del estudiante en vez de la cabeza del animal, luego distribuyeron a todos las fotocopias con esa imagen en el colegio.

Otra niña de segundo medio tenía el apodo de Hámster y todo el curso se burlaba de ella, vaciaban la mochila, ocultaban sus materiales, dibujaban un ratón en sus cuadernos y ella lloraba y sentía malestar. Estudiosa, responsable, callada y aislada del grupo se paseaba sola en el aula y en los recreos del colegio. En otro caso, resulta que cada año dejaban una bolsa de papas en el pupitre de su “compañero que se expresaba como “cholito”, en honor a que cumplía años el 2 de agosto que es el Día del Campesino. Al principio se sentía molesto, afectado, triste, al final le daba igual porque estaba acostumbrado a estas malas acciones.

Esta breve descripción de casos que ocurren en el ámbito escolar  nos dan cuenta del acoso escolar, según Profes, la revista educativa del Grupo Editorial La Hoguera Nº 20 de Marzo – Abril 2014, la asesora pedagógica Esther Achá  señala que en “Bolivia, 5 de cada 10 estudiantes declaran haber sufrido esa problemática y que lamentablemente las víctimas no se atreven a referirse del tema ni denunciar a las autoridades educativas o comentar con sus padres o personas adultas”.

El acoso escolar se da entre pares, es decir, entre los mismos estudiantes que buscan molestar e incomodar a sus compañeros con apodos, refiriéndose a su origen, color de piel, la forma de ser, el cuerpo, la estatura, sus actitudes que sirven de excusa para burlarse, menospreciar, insultar, agredir, discriminar y faltar el respeto en complicidad de todo el curso o de un grupo de “compinches” que se prestan al juego.

Estas formas de reacción de los acosadores no es algo nuevo en el país, lo nuevo es el término conocido como bullying,  del inglés, denominado también como hostigamiento o matonaje que se genera en las escuelas. El maltrato puede darse a nivel psicológico (intimidar, hacer sentir inferior); físico (patadas, rasguños, agresión con objetos) y verbal (apodos, insultos) y surge algo más nuevo,  el ciberacoso a través de las redes sociales de la que los escolares participan con frecuencia.

Las víctimas generalmente asumen una actitud pasiva y de tolerancia, son callados y reservados, incapaces de quejarse al profesor porque los acosadores lo vuelven indefenso mediante amenazas.

Ante al hostigamiento reaccionan con llanto, tristeza, dolor de cabeza, estómago,  falta de apetito, aislamiento del grupo, vómitos y cambios de comportamiento que son síntomas que indican que la víctima está sufriendo acoso de un compañero que siente que tiene poder frente al otro y que puede darse la libertad de repetir permanentemente el matonaje para sentirse superior ante su compañero.

Frente al acoso escolar es importante la intervención de los profesores y que a través del diálogo, la confianza y la cercanía con los estudiantes, logre identificar a los “acosadores” tanto en el aula como en los pasillos del colegio. Los padres de familia por su parte, tienen que estar atentos a las actitudes, la conducta y el comportamiento de sus hijos que podrían estar sufriendo bullying.
 
Las víctimas no tienen la culpa de sufrir el constante maltrato de sus compañeros, por lo tanto, será necesario buscar la ayuda del profesor, de los tutores o de una persona adulta de confianza.

Constantino Rojas es periodista y docente universitario