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La pelota rebotó en ambos y lentamente se dirigió hacia la esquina del corner, en escasos metros, los jugadores se prepararon para volver a disputarla. Ambos son duchos en estas lides, por lo que el choque, hombro con hombro, fue lícito y espectacular. El chileno sintió la mayor musculatura del boliviano y trastabilló, airoso salió el nacional. Esa escena quedó marcada en mi memoria y la recreo una y otra vez.
De parte nuestra, el protagonista fue nuevamente nuestro Capitán, Ronald Raldes, el otro era un famoso futbolista chileno que juega y brilla en Europa.
Así quiero ver a mi Tigre, así quiero ver a los equipos nuestros y así quiero ver a la Selección.
Esto no acaba sino cuando termina, sentenciamos los “stronguistas” cuando jugamos fútbol y cacho. Minuto 92 y los del Mapocho marcan el tercero, nos ganaron, pero una derrota así duele menos, porque, en el segundo tiempo, se vio en los 11 hombres ataviados con la inmortal verde, garra, pasión, honor, fútbol y dignidad.
Es una pequeña muestra de lo que somos capaces de hacer cuando nos empeñamos en algo; entonces, contribuyamos en esa empresa y lancemos algunas ideas para refundar nuestro fútbol y descolonizarlo.
Contradiciendo a los colegas deportivos que creen que un partido de fútbol es sólo eso y nada más, creo que todo, absolutamente todo acto de los humanos, está impregnado, directa o indirectamente, de una intencionalidad y/o connotación política.
Esa disputa deportiva en Santiago de Chile se vivió en un contexto político, económico y social determinado, se escenificó entre dos estados que se enfrentaron en una guerra que hasta hoy no termina de cerrar sus heridas, se concretó en medio de una polémica entre sus presidentes y se vivió cuando sus delegados asisten a La Haya reiterando sus posiciones sobre los resultados de esa confrontación bélica.
Y ambas selecciones deportivas son expresiones de las formaciones sociales a las que representan, entonces no se trata de un simple partido de fútbol ni de un correteo de 22 hombres tras una pelotita.
Descolonizar el fútbol
Lamentablemente la mafia de la FIFA, preservando sus negocios, no permite la intervención directa del Estado en la organización de nuestro balompié, pero podemos hacer otras cosas como poner los cimientos del nuevo fútbol nacional, porque éste también está inmerso en los tiempos políticos de cambio que vivimos.
Entonces, es una empresa enorme y compleja porque debemos aunar criterios para obtener una identidad futbolística nacional. Nuestra diversidad geográfica, sociológica, cultural e idiosincrasia no debe amedrentarnos sino tomarla como una ventaja y saber aprovecharla.
Habría que empezar eliminando al monstruo de tres cabezas, la Federación de Fútbol (FBF), la Liga Profesional de Fútbol (LPFB) y la Asociación Nacional de Fútbol (ANF) y nuclear todo alrededor de una nueva y remozada FBF.
Como los capos de estas instancias no renunciarán voluntariamente hay que buscar las formas de “botar a todos” y empezar de cero, con nuevas estructuras, competencias, atribuciones, organización de campeonatos y, obviamente con una fuerte presencia estatal y también con capacidad de fiscalización porque no basta con tener dinero y mostrarse como los salvadores, es decir, hay que rechazar a los mesías.
Para empezar, el Estado tendría que fundar Escuelas Departamentales de Fútbol, dotarlas de infraestructura y equipos acorde con los tiempos actuales, contratar entrenadores nacionales y un equipo de expertos, tal vez europeos, brasileños y/o argentinos, para que trabajen en la formación de divisiones inferiores no solo desde la óptica futbolística sino como personas humanas, es decir, educación integral donde también deberá incluirse los nuevos paradigmas del Estado Plurinacional de Bolivia.
Es en ese nivel desde el que se tendría que trabajar en la conformación de la identidad futbolística nacional, empresa nada fácil, pero que se tiene que empezar a construir.
Se tendría que volver a la estructura de las divisiones en categorías primera A, B, C, D y así sucesivamente. Organizar dos campeonatos, uno regional y otro interregionales, del primero saldrían nuestros representantes a la Copa Sudamericana y del último a la Libertadores.
El regional sería por series: altiplano con equipos de La Paz, Oruro y Potosí, de los valles con cuadros de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija y el de los llanos con representantes de Pando, Beni y Santa Cruz. El interregionales sería todos contra todos. Estos detalles organizativos se tendrían que discutir en encuentros especializados.
Se trata de ideas que deberían ser consideradas por los niveles correspondientes que busquen la reorganización de nuestro fútbol desde sus estructuras. Los hinchas siempre estaremos presentes en los estadios y reclamaremos por mejores representaciones nacionales en el exterior, tanto a nivel de clubes como de selección.
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