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En el mundial de fútbol que se disputa en la República Federativa de Brasil los jugadores considerados goleadores, pistoleros, genios o salvadores, terminan siendo no solo arrogantes, discriminadores y racistas, sino convertidos en vampiros humanos y esos son los casos de Lionel Messi, Mario Balotelli y Luis Suárez.
El primero dejó a un niño con la mano extendida antes del partido Argentina-Bosnia Herzegovina, en un clarísimo acto de insolencia; el segundo se mostró altanero ante Inglaterra, en una actitud de segregación; y, el tercero, mordió el hombro izquierdo de Giorgio Chiellini, un acto de bestialidadhumana. A todo ello se suma la complicidad de los mandamases del fútbol sudamericano y mundial que no se atreven a imponer sanciones a esos supuestos grandes del balompié mundial porque se trataría de jugadores que pertenecen a Asociaciones Nacionales que tienen mucho peso ante la Federación Internacional del Fútbol Asociado.
Que Messi es diferente, nadie duda porque su estatura y habilidad son innatas, pero de ahí a que sea Embajador de Buena Voluntad de la UNICEF dista mucho por su actitud de irreverente con un niño. Que el negro Balotelli es goleador por excelencia, no está en juego. Que Suárez sea pistolero, no hay duda y ante Italia demostró que si lo es pero con los dientes, no con las habilidades de un verdadero futbolista.
Así van las cosas en el mundial de fútbol donde está rodando la famosa brazuca y donde a partir de este día sábado 28 se juegan los partidos de octavos de final.
Y mientras va transcurriendo la fiesta del balompié, en Bolivia continúa el carnaval político con las decisiones del gobierno del Presidente del Estado que, desde el lunes pasado, resolvió que las agujas del reloj giren a la inversa, porque después de la reunión del G77+China que se realizó en Santa Cruz de la Sierra, los que vivimos en el hemisferio sur debemos no solo recuperar nuestra identidad, sino que debemos hacer que las agujas del reloj sean antípodas, es decir, giren en sentido contrario. Tamaño absurdo y explicación que dan el Canciller y el Presidente del Senado Plurinacional, responsables de la comparsa del proceso de cambio.
Para colmo de males, la oposición no logra articular el discurso y menos el proyecto alternativo de visión de país, ingresando aventureramente en la agenda que día a día diseña el gobierno, la dirigencia del Movimiento Al Socialismo y los medios de comunicación adictos a la revolución democrática y cultural.
De yapa, la nueva élite indígena originaria y campesina nos sigue contando que vivimos en el tiempo del pachakuti, a pesar que casi tres millones de bolivianos viven en la extrema pobreza y otros tantos millones de compatriotas no tienen fuentes de trabajo y menos tienen acceso a la salud.
Mientras tanto, la mayoría de los bolivianos seguimos bamboleando entre aceptar las arbitrariedades del gobierno y las inocuidades de la oposición mezquina que no encuentra el camino adecuado para el entendimiento en talantes principales para enamorar a los desilusionados de las acciones políticas emprendidas por el Movimiento Al Socialismo.
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