Opinion

ACERCA DEL FESTIVAL DE CHARANGO
Llaqta Qhäpariy
Henry Gonzalo Rico García
Viernes, 7 Noviembre, 2014 - 08:50

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El domingo 2 de Noviembre concluyó la Feria y Festival Nacional e Internacional del Charango que se realizó en Aiquile, capital de la Provincia Campero del Departamento de Cochabamba, ocasión en la que participaron delegaciones de todo el territorio del país.

El festival ha reunido a intérpretes del charango en las categorías infantil, juvenil, mayores, k’alampeado (rrasqueo), Ñustas y de intérpretes de Japón, Chile y Argentina, ha tenido un relativo éxito en medio del gran jarana popular durante el último día con la tradicional Peña de Peñas.

Pese a los 31 años de impulso, no pueden ser superadas las deficiencias, lo que afea su crecimiento y, lo que es peor, la falta de agua potable en el área urbana del pueblo hace que los centenares de visitantes se sientan incómodos.

Una vez más se constata que no es suficiente declarar a Aiquile como capital nacional del charango y a éste instrumento como Patrimonio Oral e Intangible de Bolivia, sino que hacen falta verdaderas políticas para que una ley sea efectiva. Ni el Ministerio de Culturas y Turismo, ni la Gobernación de Cochabamba y menos el Gobierno Autónomo Municipal de Aiquile realizan el más mínimo esfuerzo para buscar soluciones de verdad.

Este festival, amén de las deficiencias, genera importantes ingresos económicos para los aiquileños y para el propio gobierno local, porque permite tener beneficios adicionales, y en esa consecuencia, sería también significativo que las autoridades locales y la sociedad se organicen y, lo más importante, que el Alcalde y los Concejales trabajen en la búsqueda de una solución definitiva a la escases de agua potable, más si se tiene en cuenta que la temperatura promedio es de 24 grados.

Resulta también necesario y casi imprescindible que se desarrolle una campaña de concienciación, de manera que los jóvenes asuman su verdadero rol de nuevos actores y próximos conductores del festival. En este contexto, corresponde a los organizadores asumir su responsabilidad y evitar que los jóvenes o adolescentes consuman bebidas alcohólicas en exceso que derivan en grescas callejeras o dentro del escenario del festival.

Si bien en la Gran Peña de Peñas, como se denomina al último día del festival, participan grupos folklóricos de renombre nacional, como Bonanza, Los Kjarkas, Amaru, Los K’oryWayras, Sonq’oymanta y otros, lo que se observa es el excesivo consumo de bebidas alcohólicas sin ningún tipo de control y los escasos policías que resguardan el escenario son rebasados por el público que está en graderías y en plataforma; esto, es algo sobre lo que deben trabajar los organizadores.

Un festival de estas características no puede terminar en borrachera, por lo que los tres niveles de gobierno (central, departamental y municipal) deben adoptar las medidas pertinentes y recomendar a los grupos que intervienen no mezclar folklore con política, como fue el caso de Ch’ilaJatun con su inefable tema de ‘Justicia para Vivir’ que censura a los gobiernos anteriores al año 2006, pero ignoran olímpicamente los lujos, el derroche y los muertos del actual gobierno, lo que muestra un sesgo peligroso en un grupo joven.