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Los viernes y sábado de cada semana, el Estado Mayor se viste de fiesta. En el Gran Cuartel reina la alegría y la buena música, allí se celebran cumpleaños, aniversarios, verbenas, animadas kermeses con uno u otro motivo, el Gran Cuartel de la zona de Miraflores tiene vida propia y vibra al ritmo de mariachis y grupos de moda que interpretan música en vivo, hasta altas horas de la madrugada.
Para comprobar la verdad de esta aseveración sólo basta dirigirse al cruce de Villa Armonía y Alto Obrajes, desde donde es posible escuchar el reporte militar: “Todo tranquilo…todo está bien”, las estridencias del poder militar no tienen límite y lógicamente alteran los nervios de los vecinos.
El Gran Cuartel los fines de semana, cual camaleón, abandona su rostro militar para convertirse en un alegre salón de fiestas, amurallado y con seguridad privada.
Por ello no resulta extraño que el subteniente Franz García Salazar, implicado en la muerte del subteniente Grover Poma, ocurrida en la Escuela de Cóndores de Sanandita (Tarija), en febrero de 2011, lograra refugio en este recinto militar por dos años y de manera reincidente estuviera implicado en la muerte de la enfermera, ocurrida el pasado viernes 21 de junio.
En ese mismo espacio físico, que cobijaba a García Salazar, encontró la muerte Janeth Vargas, cuyo cuerpo sin vida fue enterrado en Oruro y los culpables también se apresuran en enterrar las evidencias que los incriminan, como suelen abrir y tapar hoyos en la Avenida Zabaleta, para la instrucción militar.
Vargas murió a causa de un trauma cráneo encefálico, además de evidentes signos de violación, como confirmó la fiscalía. El Gran Cuartel de Miraflores guarda secretos oscuros que se comentan en voz baja y sólo entre camaradas
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