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Durante una entrevista televisiva, Marcos Farfán, el ex - viceministro de Régimen Interior, mostró su lado angelical sobre su paso y relacionamiento en el Ministerio del Interior.
Mediante un cadencioso relato contó que se llevaba bien con los muchachos del Ministerio del Interior. Confió al periodista que conocía al ex director de Régimen Interior del Ministerio de Gobierno, Boris Villegas (sindicado por el actual viceministro de Régimen interior como parte de la red delictiva de extorsión), debido a que era su subalterno.
Sobre Villegas dijo que era un abogado que no regateaba su tiempo, que iba a cualquier día y en cualquier horario a los operativos programados. Versión que no coincide con las declaraciones del ex viceministro de Régimen Interior, Gustavo Torrico, quien sentencio: “Honestamente les digo que la red de corrupción se empezó a tejer a partir del mandato de Boris Villegas”.
Farfán fue más allá, aseveró que fue ingenuo e incluso tonto cuando trabajaba en el Ministerio de Gobierno. Luego realizó un interesante recuento de sus bienes. Una casita en Riberalta que la tiene alquilada, un departamentito que le dejo su madre, algunas cuentitas cerradas y otras abiertas con sumas pequeñas de dinero y una economía de subsistencia que le alcanza para cubrir la alimentación de la familia y los estudios de sus hijos.
Por las declaraciones de la ex autoridad y siguiendo la línea de ingenuidad, es fácil inferir que jamás midió los alcances y connotaciones del cargo que ocupaba y menos de sus funciones. Relató que daba órdenes pero no hacía seguimiento, sólo suponía que había sido cumplida. Esta actitud pasiva del ex viceministro explica la violencia desatada contra los indígenas en Chaparina, acciones de las que Farfán tampoco estaba enterado.
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