La Yapanet
Fátima López Burgos
Jueves, 13 Noviembre, 2014 - 12:30
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Tras la aprobación de la Ley Integral 348 para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia, los casos de violencia en el país se han duplicado con la agravante que son cada vez más sádicos y sangrientos.
Los feminicidas niegan demencia con una tranquilidad que espanta, al parecer nadie les comunicó que deben purgar por ese delito 30 años de cárcel sin derecho a indulto y que además, se trata de una flagrante violación a los Derechos Humanos.
La nueva reglamentación de la Ley 348 contribuyó muy poco a la mitigación del problema, debido a que delega estas altas funciones propias del Estado a los medios de comunicación, gobernaciones y alcaldías, que por su reducido presupuesto les resulta imposible cumplir a cabalidad esa delicada tarea.
Pero no sólo eso, el Estado Plurinacional tiene entre sus filas a una Ministra de Justicia que hace poco planteo la pena de muerte de “manera personal” y por si fuera poco durante una entrevista televisiva aseguró: “Así nos criaron con la cultura del aguante”.
En la Asamblea Plurinacional la cultura del aguante está vigente, por eso el valiente diputado Wilfredo Calani, ex dirigente cooperativista y actual secretario del Comité de Ministerio Público y Defensa Legal del Estado, fue arrestado por la FELCV la noche del pasado lunes por golpear a su esposa, según informó el coronel Franklin Llanos, director departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia.
El jefe policial informó que a la esposa se le extendió un certificado médico forense con tres días de impedimento. El diputado Calani, permaneció detenido durante ocho horas y luego salió en libertad.
Se cuenta que el golpeador Calani llegó en estado de ebriedad a su domicilio ubicado en la zona de Miraflores, el motivo del disgusto habría sido un simple plato de comida servido frío a altas horas de la madrugada.
Si seguimos en esta absurda lógica de la “cultura del aguante”, no habrá instrumento legal que ponga fin a esta grave violación a los derechos humanos, ni tampoco a la violencia sin límites hacia las mujeres.
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