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La semana pasada el presidente del Tribunal Supremo de Justicia dio a conocer una noticia que ciertamente da mucho para pensar y reflexionar.
756 postulantes calificaron para el examen de admisión del Primer Curso de Formación y Especialización Judicial en el Área Ordinaria.
Hasta ahí no hay nada de extraordinario, sin embargo a paso seguido el magistrado dijo: “recién sé, que solo seis personas aprobaron”, es decir que para el examen de admisión se presentaron 756 postulantes y de ellos solo 6 pasaron la prueba, lo que demuestra que 750 reprobaron el examen y quedaron fuera de este curso.
Los números son más que elocuentes y muestran que aquí, algo raro ha pasado y que esta noticia no podría pasar desapercibida.
A los muchos problemas que tiene en estos momentos la Administración de Justicia, hay que sumarle algo más, la escasez de recursos humanos para un posible recambio que reclama el mundo litigante y la ciudadanía en general.
Sería muy práctico y fácil decir que los 756 abogados reprobados al Primer Curso de Formación y Especialización Judicial en el Área Ordinaria, representan a todos los juristas del foro nacional y que estos no sirven para nada, sería un error, porque no son todos los que están y tampoco son todos los que son.
Los aplazados solo representan una parte de los abogados del país, de repente sean de ese segmento social que tomaron superficialmente la posibilidad de ser los futuros jueces del país o que este curso podría reemplazar sus propias lagunas académicas universitarias.
Los Colegios de Abogados registran hoy por hoy cada uno y en cada Departamento de Bolivia un crecimiento acelerado de abogados, es decir que hay mucha cantidad pero al mismo también poca calidad.
De todas formas para unos y para otros esta noticia tiene que ser un toque de alerta positivo y negativo.
Positivo, porque hay señales de que se quiere poner de alguna manera mayor interés para seleccionar profesionales con mayor experiencia y capacidad necesaria para ocupar los cargos de los nuevos jueces.
En esta perspectiva, también se puede ver que la experiencia no se puede reemplazar con los posgrados, otra cosa es con guitarra dice el refrán y en todas las ramas del conocimiento se necesita haber recorrido un trecho respetable en el oficio, para competir en los mercados profesionales con posibilidades de triunfar.
Negativo, por que las universidades públicas y privadas, parece que están perdiendo la ruta de la buena preparación de los nuevos juristas.
En lo público, las facultades de derecho gradúan en cantidades industriales abogados dos a tres veces al año incluso con el programa PETAE, donde estudiantes que no pudieron graduarse hacen largos años tienen la posibilidad de hacerlo y en lo privado el Ministerio de Educación está visto que tiene poco control sobre las carreras de derecho y que su dirección de Universidades camina mas lerda que una tortuga.
El valor de la justicia, servicio a la sociedad, los nuevos enfoques de la abogacía, la formación humana e integral del nuevo jurista no deben perderse de vista, porque si las cosas siguen como están y no mirar que el cambio de la administración de justicia en Bolivia debe comenzar en las fuentes de formación de los abogados, las universidades, todo esfuerzo de mejorar la administración de justicia, podría resultar inútil y si así fuera seria una pérdida de tiempo, la toga podría vencer a la justicia y eso sería grave, ya que sobre lo mojado vendría de paso la lluvia.
GRACIAS Y HASTA LA PROXIMA CUANDO VOLVAMOS A HABLAR JUSTO Y CABAL.
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