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No hace mucho tiempo atrás en la penitenciaria de Palmasola en Santa Cruz de la Sierra se registró una gresca entre presos con un lamentable saldo de muertos y heridos.
Hace poco otro incidente suscitado en el penal del Abra en Cochabamba, después de una balacera entre presos, otro lamentable resultado con cuatro muertos y una decena de heridos de por medio.
Estos ingratos episodios, revelan una preocupante situación del sistema carcelario en Bolivia, el cual visiblemente está a punto de colapsar por el desorden en cual se debaten, si no se toman medidas urgentes para que no suceda de esa manera.
La precariedad de los centros penitenciarios del país hace que los altercados entre presos se estén convirtiendo en una mala práctica permanente.
“En rio revuelto ganancia de pescadores dice un refrán”, y parece que tuviera mucha razón, ya que la falta de control, la ausencia de autoridad y planes de reinserción social para los presos, hacen que aquí imperen raros códigos de conductas donde bestialmente los más fuertes son los que mandan y donde muchos lucran impunemente con el delito.
Son lugares donde se celebran prestes, se fabrican los tragos más insólitos, se maneja drogas prohibidas, se pagan seguros de vida millonarios para subsistir, se alquilan los espacios a precio de oro donde duerme gente encima de cartones, borracheras descomunales con el acompañamiento de música en vivo, donde narcotraficantes, violadores, asaltantes y otros ampones comparten sus horas de vida entre cuatro enormes paredes con otras personas que tienen la desdicha de haber caído en esas redes por esas cosas que tiene la vida.
Lo descrito, parece una exageración de un cuento de fantasías, pero no lo es, de tiempo en tiempo estallan escándalos en las cárceles del país, mostrando las condiciones deprimentes de estos cuchitriles donde tristemente purgan penas, seres humanos con y sin culpa.
En este mundillo de los miserables caminan juntos reos rematados con dinero, con harapientos descalzos, con la cara sucia, todos de una u otra manera masticando su propia derrota.
Estos recintos penitenciarios, deberían ser de todas maneras, centros de rehabilitación social, si bien no podrían ser los mejores lugares, plenos de confort y lujos, tampoco pueden ser los socavones de la miseria.
Los que cometieron delitos, que fueron debidamente enjuiciados y sentenciados tienen que purgar por sus actos contra la sociedad, no queda otra, pero de ninguna, manera en condiciones indiferentes y ofensivas a la dignidad humana.
El tema referido al régimen carcelario en Bolivia, no es nuevo, pero parece ser una clase de papa caliente que quema las manos de las autoridades de turno, porque nadie se ocupa de analizar e ir poniendo soluciones al problema.
Para citar un ejemplo, ninguno de los candidatos de las elecciones nacionales 2014, en sus diferentes estratos, han demostrado el mínimo interés de dar alguna atención a este controvertido tema.
Todos hablan del delito, pero ninguno dice nada sobre las cárceles, eso es mirar la coyuntura superficialmente. Después todos quieren votos ciudadanos, haciéndose los buenitos en la campaña y olvidándose de la gente después.
Besan niños con la cara paspada, (piel rajada por efectos del frio o el sol), saludan a la gente incluso dan limosnas en las puertas de los templos, dan la mano a todo el que pueden, también a los presos, luego cuando llegan al poder se olvidan de todo, siguen sacando pecho y estirando el cuello.
Este problema de las cárceles, es un tema para los penólogos, criminólogos, sociólogos, abogados y otros profesionales entendidos en la materia, quienes tendrían que diseñar una política estatal sobre el régimen carcelario boliviano. El tema del “mar” parece ser una buena ruta a seguir.
Profesionales de renombre en diferentes rubros podrían contribuir positivamente en el diseño de estrategias de corto, mediano y largo plazo en la temática. El trabajo en equipo siempre trae buenos resultados, combinando experiencias, intercambiando conocimientos y construyendo país.
Pero, mientras se siga viendo la problemática expuesta de manera individual sin diseño de políticas estatales de gestión y administración para temas profundos como este, las cárceles bolivianas seguirán siendo una especie de antesalas del infierno.
GRACIAS Y HASTA UNA PROXIMA CUANDO VUELVA PARA HABLAR JUSTO Y CABAL.
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