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El trufi (automóvil de servicio público de pasajeros que a diferencia de los taxis lleva pasajeros por ciertas rutas determinadas, donde los pasajeros comparten el pago de la tarifa del servicio de transporte) es un servicio útil y servicial en la ciudad de La Paz, no obstante de ello hay que reconocer que también es una fuente de “vivezas” criollas que le sacan lustre al brillo, es decir donde se generan habilidades para obtener “ventajillas” con el famoso ingenio criollo de sus conductores.
Este servicio apareció allá por los años 70, el trufi 1, es el pionero y uno de los más utilizados, cubría y cubre, la ruta de San Miguel-Calacoto, zona sur de la urbe paceña, hasta la zona de la Plaza Pérez Velasco en el corazón mismo de la ciudad.
Al inicio eran coches de fabricación norteamericana, amplios y cómodos que recorrían las calles con sus clásicas banderitas blancas.
Después aparecieron por todas partes formando una policromía de banderitas de colores colocados en la nariz de estos vehículos, mejor dicho, en la delantera.
Los vehículos pioneros eran tan amplios que llevaban dos pasajeros cómodamente sentados en el asiento de adelante, junto al conductor y tres atrás, todos viajaban bien.
El tiempo fue cambiando y la costumbre de llevar dos pasajeros al lado del conductor se quedó bien arraigada en los coches más pequeños, para seguir con la tradición, los conductores habilitaron ingeniosamente un asiento encima de la palanca del freno de mano, quien viaja en este asiento tiene que hacerlo en posición oblicua, chueca, a este viajero se le denomino el quinto pasajero.
La necesidad de transporte público, ha permitido que el público usuario tolere esta situación, a regañadientes, las autoridades de transito un tiempo quisieron ponerle el cascabel al gato, vale decir poner las cosas en su lugar, no lo lograron.
Los choferes, pegaron el grito al cielo y lloriqueos de por medio alcanzaron torcer la mano de las autoridades quienes tuvieron que dejar de lado el control y permitir el “quinto pasajero” a bordo de los trufis.
Como el tiempo siempre va pasando y la tecnología mecánica mejora, aparecieron las famosas vagonetas tipo auto, con capacidad de nueve pasajeros, esas denominadas por su marca “ipsum”.
Jaja, ahora es cuando, como frotándose las manaos, los trufistas, no solo llevan ahora el quinto pasajero, inclinado en el asiento encima de la palanca del freno de mano, si no que al asiento reglamentario de tres pasajeros que esta atrás en estos vehículos más largos que anchos, le adicionaron dos asientitos auxiliares más a los costados. ¿Qué tal?. En los hechos se aumentaron tres más.
La aspiración de los señores trufistas es adquirir una “Ipsum” para llevar diez pasajeros sin que nadie tenga opción al reclamo y al parecer les da platita.
¿Es bueno que esto continúe de esta manera? quien sabe existan respetables opiniones que inclinen sus preferencia a este costado, pero no cabe la menor duda de que muchas voces en contrario quisieran hacer escuchar su palabra también existirán. Lo que sería bueno medir es cuál es la mayoría.
Los coches son más grandes, más largos que anchos, tienen mayor capacidad que aquellos diseñados para cuatro pasajeros y un conductor, aceptan más pasajeros y en consecuencia mayor, entonces, salvo error u omisión, no hay razón para seguir llevando al denominado “quinto pasajero” incomodando al resto de los ocupantes de estos vehículos.
El silencio de las autoridades públicas sobre este tema es más que evidente se acepta todo, incluso que el quinto pasajero sea el décimo.
GRACIAS Y HASTA LA PROXIMA CUANDO VUELVA PARA HABLAR JUSTO Y CABAL.
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