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El partido estaba programado para las 8:30 de la mañana en la cancha del Sport. Yo llegué media hora antes, pero él ya estaba ahí; como siempre: gorra, remera y buzo con los colores blanco y verde del Chaco, rodeado por un grupo de pequeños menores de 11 años. Lo vi, como lo vi hace 38 años en la entonces cancha provincial; Víctor Pascual Palacios Aldana (Paco), estaba como siempre entusiasmado por el partido que sus pequeños disputarían en 30 minutos; al verme, bromeó: “ahí llega un refuerzo para la sub 15” y ambos nos fundimos en un laaaargo abrazo, después de laaargos años de ausencia.
En 1976, inició su Quijotezca y apasionada tarea de buscar niños en los barrios de la periferia de Yacuiba, para llevarlos a su Club “Talleres”, que junto a los radiotécnicos, mecánicos y fotógrafos habían fundado con el objetivo de participar de los campeonatos de la Liga Provincial de Futbol. Antes, allá por 1969, Paco había intentado fichar por algún club en la ciudad de La Paz, mientras estudiaba en la Escuela Industrial “Pedro Domingo Murillo”, pero la economía de sus padres no aguantó y tuvo que volverse a casa; al fin y al cabo, era el hermano mayor de 11 hijos de sus padres.
En 1986 tampoco la economía de “Talleres” aguantó y desapareció; pero antes, en 1981 Paco y sus pequeños, se dieron el gusto de pasear su futbol en el Hernando Siles de La Paz cuando participaron, del primer campeonato nacional infantil “Coca Cola”. Entre 1986 y 2010 “Paco” le dedicó sus mejores esfuerzos a las divisiones menores del Sport Club Yacuiba, colaboraba con la Liga de Futbol en la organización de selecciones infantiles y el Comité Técnico, mientras atendía su Estudio Fotográfico, que era de donde provenían los recursos económicos para mantener a su esposa y 3 hijos.
Actualmente es uno de los 6 entrenadores de las Escuelas de Masificación del Futbol que financia la Gobernación Regional del Municipio de Yacuiba: “Este es mi vicio, yo prefiero estar de pie y gritando en una cancha que sentado en un bar” afirma muy convencido, ahora de 64 años de edad, mientras no pierde la esperanza que algún día las autoridades Chaqueñas, le permitan dirigir una escuela de futbol bien organizada, con infraestructura propia, con entrenadores para cada división; con el apoyo profesional de un equipo multidisciplinario, todo en función de un plan que permita descubrir, proteger y promocionar a los talentos del futbol que en el Chaco hubo y habrá de sobra.
Este sería el mejor homenaje en vida que el Chaco y el futbol le podría hacer a este hombre que como pocos, le dedicó y le dedica aún lo mejor que tiene al futbol y que además tiene archivado celosamente, negativos de cientos de fotografías de cientos de chiquillos que posaron para su cámara en alguna cancha de futbol del Chaco; y de mi parte, estos garabatos, testimonian el agradecimiento que le tengo a ese humilde hombre, que cuando pequeño me enseñó que el futbol más allá de una competencia es un motivo para divertirse y vivir la vida con alegría.
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