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Tras la detención policial por unas horas del expresidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva por el caso de corrupción en Petrobras, los asambleístas bolivianos ensayaron diversas hipótesis. En la bancada del MAS se atribuyó a los EEUU y los partidos de derecha. En la oposición, al hecho que todos los líderes de corte populista vienen cortados por la misma tijera.
El subjefe de bancada masista, Franklin Flores, sostuvo que “hay mucha arremetida” a los diferentes líderes populistas y hay “muchos ataque de los Estados Unidos a estos pueblos”, aunque dijo que si la detención de Lula es producto de una investigación, seguramente será para esclarecer alguna acusación.
En una línea contraria, la diputada del PDC, Norma Piérola, opinó que la detención del exmandatario brasileño, es una muestra más que los líderes izquierdistas, socialistas o comunistas, en el fondo tiene algo en común: la corrupción, narcotráfico y ganas de quedarse en el poder eternamente.
Piérola citó el caso de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela con fuertes escándalos de narcotráfico; Cristina Fernández de Argentina y Dilma Rousseff con pesadas denuncias de corrupción; Rafael Correa del Ecuador con denuncias de genocidio, y lo último de Evo Morales con tráfico de influencias a favor de la madre de su hijo, aparentemente, fallecido.
El diputado Rafael Quispe coincidió con Piérola y aseguró que en el caso de Bolivia, la corrupción alcanza desde el presidente Evo Morales hasta el último funcionario que maneja recursos económicos del Estado.
El diputado Víctor Borda (MAS) manifestó que la detención, es una embestida de la derecha contra los políticos antimperialistas que “dan de comer a su pueblo”.
“Lula fue proletario y difícilmente estaría metido en actos de corrupción. Pero, así se mueve la derecha a nivel continental, no solamente en Bolivia, sino también en Argentina, Brasil, Venezuela y otros gobiernos que estuvieron con un Gobierno de tendencia izquierdista”, manifestó.
El diputado de Unidad Demócrata (UD), Wilson Santamaría, comentó que el caso Lula muestra que muchos años en el poder genera corrupción en los líderes populistas, quienes por ese motivo tratan de controlar los órganos de justicia para tapar muchos delitos, pero auguró que “algún día llegará el momento en que rendirán cuentas a sus respectivos pueblos”.
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