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Un sacerdote argentino, Aldo Vara, de 80 años, fue arrestado este lunes en Ciudad del Este (Paraguay), en la Triple Frontera con su país y Brasil porque está procesado por complicidad en secuestros, torturas y desapariciones de personas en la última dictadura militar de Argentina (1976-1983), informa El País.
No es el primer cura investigado por el terrorismo de Estado del régimen. En 2007, el presbítero Christian Von Wernich fue condenado a prisión perpetua por delitos similares. Tanto Vara como Von Wernich eran capellanes militares en la dictadura y visitaban a los detenidos en los centros clandestinos de detención y tormentos.
Vara estaba prófugo desde agosto pasado, cuando comenzó un juicio por delitos cometidos en Bahía Blanca (573 kilómetros al sur de Buenos Aires), en el que él se encontraba imputado. El cura se fugó de Argentina con rumbo a Brasil o Paraguay, por lo que las autoridades de su país habían pedido a Interpol su detención. La Policía paraguaya lo trasladó de Ciudad del Este a Asunción para su posterior extradición.
El cura había admitido ante la justicia en 1999 que sabía de las torturas a las que eran sometidos los secuestrados en el centro clandestino La Escuelita y que había visto las huellas de las picanas eléctricas en detenidos en un batallón del Ejército. También declaró que los torturados eran paramilitares que estaban siendo buscados por las autoridades, según la agencia Infojus Noticias. En aquel entonces regían las leyes de amnistía de 1986 y 1987, por lo que Vara no corría riesgos de caer preso. Pero aquellas normas fueron derogadas en 2005.
Un estudiante secundario detenido en La Escuelita en 1976 declaró que Vara les preguntaba cómo él y otros amigos habían llegado ahí. También contó que le pidió al sacerdote que les avisara a sus padres dónde se encontraba, pero no lo hizo. En aquel tiempo los detenidos eran considerados desaparecidos y los familiares carecían de información alguna sobre ellos. Los testigos recuerdan que Vara consolaba a los arrestados, les leía la Biblia y rezaba con ellos, pero guardaba silencio cuando ellos les relataban los tormentos que los militares les imponían.
Los fiscales de la causa acusan a Vara de actuar como agente de inteligencia que disfrazaba su asistencia espiritual a los detenidos para obtener de ellos información. “El capellán, de acuerdo con el reglamento de operaciones psicológicas, es un oficial orgánico (del Ejército) y en ese plano está probado también que, de acuerdo con el reglamento, el oficial en su ámbito de actuación operaba en la inteligencia y en el aporte al plan criminal desde su lugar de sacerdote, tratando de entrar por ese lado a las personas que estaban en cautiverio”, alegó el fiscal Miguel Palazzani en su petición de arresto.
El cura ya condenado, Von Wernich, de 75 años, nunca fue sancionado por la Iglesia católica. Poco después de la sentencia en su contra, el Episcopado argentino, que entonces presidía Jorge Bergoglio, el actual Papa Francisco, emitió un comunicado en el que expresaba su “dolor” por la “participación de un sacerdote en delitos gravísimos”. Los obispos también dijeron: “Los pasos que la justicia da en el esclarecimiento de estos hechos son un llamado a alejarnos tanto de la impunidad como del odio y del rencor”. Entonces el portavoz del Episcopado añadió por su cuenta que la Iglesia esperaba “algún signo de arrepentimiento” de Von Wernich y que las sanciones canónicas contra él estaban en manos del obispo de su diócesis, la ciudad bonaerense de 9 de Julio, Martín de Elizalde. Pero este prelado, lejos de castigarlo, le permite a Von Wernich seguir celebrando misa en la cárcel.
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