Internacional
Chile: las relaciones con Bolivia en el “congelador”

Domingo, 26 Enero, 2014 - 17:23

A pesar de que Evo Morales anunció esta semana que quiere retomar el diálogo con Chile, en el futuro gobierno ven difícil pensar en una agenda mientras Bolivia mantenga su demanda en La Haya. En la Alianza ya notificaron que no apoyarán ningún acercamiento con La Paz.

Al igual que en la etapa de alegatos, una delegación de Bolivia asistirá el lunes a la lectura del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya respecto de la demanda marítima presentada por Perú en contra de Chile.

“Estamos pendientes, por supuesto. Hay instrucciones precisas al agente (Eduardo Rodríguez Veltzé), a la Cancillería; a todos los equipos técnicos y jurídicos que hacen seguimiento sobre nuestra demanda; además de eso, se ha previsto (estar atentos) sobre cualquier fallo entre Chile y Perú”, dijo el Presidente de Bolivia, Evo Morales, el lunes 20.

Aunque el interés de Bolivia -que también demandó a Chile en La Haya y debe presentar su memoria a más tardar el próximo 17 de abril- es usar algún elemento del veredicto en su favor, autoridades altiplánicas están conscientes de que si el fallo es desfavorable para Chile, también podría sepultar las aspiraciones bolivianas de obtener un acceso “soberano” al mar por territorio chileno al norte de Arica, salida que ya es difícil, pues requiere de la venia de Perú, según el Tratado de 1929.

En mayo de 2009, cuando el litigio chileno peruano recién daba sus primeros pasos, el mismo Morales acusó al gobierno de Alan García de haber presentado la demanda en La Haya para bloquear una salida al mar a su país. “Para perjudicar a Bolivia hacen una demanda, para que Bolivia no tenga salida al mar”, dijo entonces en una entrevista a La Tercera.

A pesar de que con los años, Morales dio un giro en su discurso -retomó sus críticas contra Chile y se acercó a Perú-, el diagnóstico para las pretensiones bolivianas no ha cambiado. Un límite marítimo inclinado hacia el sur, como pide Perú, dejaría al pretendido corredor boliviano con playa, pero sin proyección hacia el mar. Por tal razón, si el fallo es malo para Chile, es altamente probable que tampoco sea favorable para Bolivia.

Demanda de diálogo

A diferencia de Lima -que desconoce los tratados y sus límites marítimos con Chile, por lo que pide establecer una nueva línea equidistante-, la petición de Bolivia en la corte es menos concreta, ya que La Paz reconoce los tratados y los límites.

No obstante, Bolivia solicita al tribunal obligar a Chile sentarse a negociar en base a la ilusión que supuestamente habrían generado distintos gobiernos chilenos en el pueblo boliviano de poder alcanzar alguna vez un acceso al Océano Pacífico. El gobierno paceño ha sustentado su demanda en lo que ha llamado un “derecho expectaticio”. Dicho de otro modo, las expectativas bolivianas son inusuales para una demanda y por ahora, la única aspiración de Bolivia en la corte es generar un diálogo conducente con Chile. Incluso el caso está rotulado en La Haya como “Obligación de negociar un acceso al Océano Pacífico”.

“El diálogo siempre estará abierto con demanda o sin demanda (ante la Corte Internacional de Justicia). Sólo queremos una propuesta concreta que permita avanzar para que vuelva Bolivia al Océano Pacífico con soberanía. Sólo esperamos eso”, dijo Morales, el miércoles pasado, en su cuenta pública ante la Asamblea Legislativa Plurinacional, con motivo del inicio de su quinto año de gobierno.

Aunque el presidente boliviano días atrás había vuelto a criticar a su par chileno, Sebastián Piñera, sus palabras del miércoles bajaban por primera vez en los últimos años su tono discursivo contra Chile. Pero el líder paceño reiteró que ha habido “más de cien años de diálogo y diálogo, sin resultados y sin propuestas”.

Nueva relación fría

Si bien Morales y Bachelet mantuvieron una relación fluida durante su convivencia como gobernantes, la presidenta electa también ha sido blanco de críticas.

En diciembre, el mandatario altiplánico dijo haberse sentido engañado por la ex gobernante chilena. “Ha habido una trampa durante la gestión de Bachelet, en el tema del mar. A mí me invitaba a algunas reuniones de manera reservada, (yo decía) ¿qué propuesta habrá? No hay ninguna propuesta, (luego) desayuno reservado: ¿A ver? ¿Qué propuesta habrá?, para nada”, dijo Morales, quien en otras declaraciones expresó dudas de la calidad socialista del PS chileno y de Bachelet.

A juicio de algunas figuras diplomáticas de la Nueva Mayoría, esto adelanta que -si bien hay críticas al manejo de la política vecinal de Piñera-, los lazos no serán tan cercanos, sino más bien distantes y fríos, en buena parte porque la arremetida de Morales ha sido demasiado directa.

Un alto representante del futuro conglomerado de gobierno sostiene que, a diferencia de lo que ocurre con Perú, donde existe una simetría estratégica y un importante intercambio comercial, congelar los lazos con Bolivia no debiera ser un problema para el desarrollo de Chile. De hecho, formalmente no existen relaciones diplomáticas y las inversiones chilenas en Bolivia sólo llegan a los US$ 23 millones de dólares, versus lo que se invierte en Perú, que supera los 10 mil millones de dólares.

A eso se suma la tesis de un grupo de ex cancilleres y diplomáticos de la ex Concertación -críticos del manejo que ha tenido Piñera, de la relación cordial o de “cuerdas separadas”, con Perú- que sostienen que no es pertinente mostrar normalidad cuando un vecino nos ha demandado en tribunales. En concordancia con esa postura, dicen algunos líderes de la Nueva Mayoría, la administración de Bachelet también debiera remarcar que la demanda de Morales constituye un “gesto inamistoso”. “No puede ser gratis demandar a Chile”, dice un parlamentario socialista.

Una señal en esa línea la entregó también meses atrás Bachelet, cuando era candidata y Bolivia ingresó a tramitación su demanda en La Haya. “La decisión de Bolivia de presentar una demanda fue un serio error, puesto que se ha optado por abandonar el camino del diálogo”, dijo en abril del año pasado la entonces precandidata del PS, del PPD y del PC.

Pese a ello hay algunos sectores de la Nueva Mayoría, principalmente ligados al PC, que creen que es posible retomar un proceso de diálogo con Bolivia.

Sin embargo, desde la Alianza ya han notificado a personeros del futuro conglomerado de gobierno que la derecha no apoyará bajo ninguna circunstancia una instancia de diálogo, como la que se constituyó entre autoridades bolivianas y chilenas para trabajar la llamada “agenda de 13 puntos”, donde figuraba el tema marítimo. Incluso en el actual gobierno creen en la tesis de que Perú y Chile deben tener una “frontera eterna”, postura que no es compartida por algunos en la Nueva Mayoría, pues constituiría un nuevo candado para la aspiración boliviana.

Pero en la Alianza replican que si el fallo es desfavorable en el caso con Perú, inevitablemente se desencadenará una mayor sensibilidad nacionalista y en ese contexto, difícilmente la ciudadanía entendería que el gobierno retome una negociación para conceder una salida al mar a Bolivia.

Bulnes en evaluación

A la espera de que se conozca el fallo en el litigio con Perú, fuentes del gobierno sostienen que el trabajo para enfrentar la demanda de Bolivia está suspendido. Hasta el momento, esta tarea ha sido desempeñada por el agente para el caso, el ex ministro y embajador en EE.UU., Felipe Bulnes.

Además de que es mejor analizar detenidamente el fallo en el caso peruano antes de tomar decisiones en el contencioso con La Paz, en el Ejecutivo dicen que Bachelet también debe definir primero a su Cancillería. Sólo entonces sería recomendable que la ex mandataria resuelva mantener a Bulnes, reforzar su equipo o bien, reemplazarlo por un nuevo agente.

En la Nueva Mayoría hay quienes creen que hay que darle una vuelta al rol de Bulnes, independiente de sus méritos como abogado. Algunos parlamentarios sostienen que el ex ministro no es experto en temas internacionales y que puede estar en desventaja frente a su contraparte boliviano: Rodríguez Veltzé, quien fue presidente de Bolivia y titular de la Corte Suprema.

Además, algunos dirigentes de la Nueva Mayoría dicen que, lamentablemente, Bulnes se expuso mucho en ciertos medios. En estos temas, Bachelet prefiere personas con bajo perfil, como el que ha cultivado Alberto van Klaveren, agente chileno en el caso de Perú.

La presidenta electa señaló en diciembre que analizará en su momento la permanencia de Bulnes. “Llegando al gobierno, si él ha hecho una buena tarea, es posible de evaluar, pero hay que evaluarlo”, dijo en la oportunidad.

En la Alianza, sin embargo, sostienen que sería un error político de Bachelet cambiar a Bulnes, ya que la futura presidenta se adjudicaría todo el peso del caso y desligaría de responsabilidad a Piñera de los resultados en el juicio con Bolivia.

Algunos parlamentarios de RN van más allá y dicen que la presencia de Bulnes inhibiría críticas contra el gobierno bacheletista en cualquier escenario. Por el contrario, la salida del ex ministro sería interpretada como un gesto hostil, lo que daría pie a fisuras en un caso que debe ser asumido como un “tema de Estado”.

Incompetencia en la corte

Independientemente de la continuidad de Bulnes y del caso peruano, donde sí existe consenso entre parlamentarios de la Alianza y la Nueva Mayoría es en que Chile tiene fundamentos suficientes para impugnar la competencia del tribunal de La Haya frente a la demanda boliviana.

Chile tiene plazo hasta el 17 de junio para presentar una excepción de incompetencia de la corte, por lo que también hay acuerdo de que es mejor esperar que Bolivia revele su memoria para conocer el detalle de sus argumentos y resolver tranquilamente las acciones siguientes.

En el caso peruano, los tratados de 1952 y 1954 -que son el principal sustento jurídico para fijar los límites marítimos- son posteriores a la fecha en la que Chile adhirió al Pacto de Bogotá -suscrito en 1948-, en el que el país aceptó la jurisdicción de la corte para resolver conflictos.

Pero en cambio, en el caso boliviano, el tratado limítrofe fue suscrito en 1904, mucho antes del Pacto de Bogotá, por lo que el tribunal no podría inmiscuirse en asuntos del pasado.

Si bien Bolivia alude indirectamente al Tratado de 1904, perfectamente Chile puede invocar que la petición de La Paz afecta temas que fueron zanjados en un instrumento que no corresponde que sea visto por la corte.

Uno de los pocos argumentos que recomienda no impugnar la competencia es la idea de evitar la enemistad de los magistrados, ya que para ningún tribunal es cómodo verse cuestionado.

Sin embargo, si el fallo en el caso peruano es desfavorable, a esa altura, dicen, tendría escasa relevancia tener como consideración no molestar a los jueces. (La Tercera)

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