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El Gobierno cubano ha prometido generalizar el acceso domiciliario a Internet, hasta ahora solo disponible en salas habilitadas a este efecto en las principales ciudades, pero no permitirá la descarga de páginas “contrarrevolucionarias” financiadas por Estados Unidos en tanto no se normalicen las relaciones bilaterales. Las restricciones sobre el acceso a las nuevas tecnologías de la información seguirán vigentes en la isla porque el régimen no está dispuesto a permitir fisuras en la hegemonía del Partido Comunista de Cuba (PCC), según la oposición al castrismo. Mientras tanto, el Gobierno cubano se ha embroncado con Washington por promover el lanzamiento de un masivo servicio de mensajería por móvil para desestabilizar Cuba, informa El País.
Decenas de jóvenes interesados en comprar teléfonos móviles, contratar servicios de correo y navegar por Internet se agolpaban frente a la oficina de ETECSA en el barrio habanero de El Vedado el mediodía en que portavoces de la empresa estatal de comunicaciones negaron a este periódico que el Gobierno esté censurando el acceso de la ciudadanía a las redes globales. Dos de los 11 millones de cubanos tienen móvil, en tendencia alcista pero todavía muy por debajo de la media latinoamericana, y hasta 330.000 abrieron cuentas para navegar con las restricciones impuestas por el síndrome de país sitiado y el subdesarrollo en la conectividad.
Los cubanos pueden revisar el correo en un cibercafé o por el móvil a través del nuevo dominio @nauta.cu, bajo control estatal. Un contingente sin determinar accede pirateando señales, cuentas o con la ayuda de amigos extranjeros. “No hay censura, sino incapacidad técnica para hacer más de lo que hacemos con los presupuestos de gastos que tenemos”, subrayan Tania Velázquez y Luis Manuel Díaz, directivos de ETECSA, en una de las 118 salas abiertas en todo el país, con 520 ordenadores y una velocidad 2G. Ministerios y organismos navegan por su propia intranet. “Tenemos que invertir más, en la medida de lo posible, para tener más capacidad técnica, pero no hay barreras regulatorias, ni comerciales. Nuestro objetivo es llegar a todos los hogares”.
Otras fuentes niegan que las causas del subdesarrollo sean las dificultades técnicas, porque el cable de fibra óptica con Venezuela ya está operativo, sino la voluntad gubernamental de retrasar intencionadamente el despliegue de Internet al considerarlo una herramienta potencialmente subversiva. “No quieren que se generalice el uso del Facebook y el Twitter y que la gente pueda estar conectada y eventualmente movilizada”, señala un empresario interesado en las potencialidades de las nuevas reformas económicas.
La versión gubernamental es otra: Cuba vigila porque Estados Unidos promueve operaciones de comunicación que no puedan ser controladas por la tecnología nacional. El pasado jueves, el ministerio de Relaciones Exteriores cubano protestó oficialmente contra un supuesto plan de agencias y empresas relacionadas con la administración norteamericana “para promover la subversión” en Cuba denominado Zunzuneo, según reveló una investigación de la agencia norteamericana Associated Press (AP). Se trataría, según esa fuente, de hacer llegar un servicio de mensajería a cientos de miles de clientes de la empresa estatal de móviles Cubacel, a cuya base de datos se habría accedido, con música, deportes y contenidos de aceptación popular.
La investigación de la AP concluyó que la red de comunicaciones Zunzuneo tuvo en su apogeo —más 40.000 suscriptores cubanos— en 2012. También se comercializó como una red para compartir noticias e intercambiar opiniones. El proyecto se prolongó entre 2009 y 2012. El Gobierno de Washington estableció una empresa fachada en España y cuentas bancarias en las Islas Caimán para ocultar las transacciones financieras, y los promotores trataron de contratar a altos ejecutivos de empresas privadas sin decirles que era un proyecto financiado con dinero de los contribuyentes estadounidenses. El Gobierno de Barack Obama defendió el proyecto y dijo que el programa fue debatido por el Congreso y no era una operación encubierta que requiriera la aprobación de la Casa Blanca. Por su parte, Matt Herrick, portavoz de USAid —agencia de cooperación estadounidense que apoyó Zunzuneo—, dijo que el ente está orgulloso de sus programas en Cuba y que investigadores del Congreso que revisaron el programa en 2013 determinaron que cumplía las leyes de Estados Unidos.
En una segunda fase de ese programa de USAid se pasaría a encadenar convocatorias por correo electrónico susceptibles de activar una “primavera cubana”. Pero a juzgar por lo observado en alguna de las salas de Internet de La Habana, ni la política, ni las noticias, ni la guerra de blogueros parecen estar entre las prioridades declaradas por los cibernautas de aluvión, que en las horas punta acuden a codazos. “Yo visito redes sociales y reviso el correo con mi familia que está en España... Y es muy caro”, señala un cibernauta que cobra su salario en pesos y paga el servicio de Internet en divisas. Acostumbrados a la incredulidad y a las denuncias de Washington y los sectores más intransigentes de Miami, los dos directivos de ETECSA aconsejan no buscarle tres pies al gato: la estrategia es ampliar en lo posible los servicios de Internet y la conectividad. Fuente oficiales reconocen, sin embargo, que se vetó el acceso a páginas financiadas por EEUU, como Martínoticias, y “algunas otras activamente contrarrevolucionarias”. “No vamos a hacer el juego al enemigo”, puntualizan.
La sucursal en Panamá de la compañía sueca Ericsson, el principal fabricante mundial de equipos de redes móviles, fue multada hace dos años con 1,75 millones de dólares (1,27 millones de euros) por el Departamento de Comercio, acusado de violar el embargo de 1962 y la extraterritorialidad establecida en la ley Helms Burton de 1996.
Para sortear las trabas norteamericanas, Cuba y Venezuela firmaron un acuerdo 2007 para tender un cable submarino de fibra óptica entre los dos países, que entró en funcionamiento el año pasado, y ha permitido ampliar las capacidades cubanas. A caballo de las liberalizaciones socioeconómicas, y del intento de mantener una frágil distensión con Washington, el Gobierno reafirma su compromiso con las nuevas tecnologías de la información.
“Lo demuestra que el país está formando a miles de jóvenes en ese campo”, afirman Velázquez y Díaz. “Pero no se olvide usted del bloqueo norteamericano: nos restringe el ancho de banda, encarece la conectividad e impide la conexión a las decenas de cables submarinos cercanos a las costas de Cuba”. La histórica beligerancia todo lo envenena. Cuando se buscan determinadas páginas desde Cuba, Google lo rechaza porque procede “de un país sancionado por los Estados Unidos”.
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