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En Colombia "el hogar indígena se ha convertido en el peor lugar" para las niñas, que sufren en silencio las consecuencias de los abusos sexuales sufridos, mientras que sus agresores quedan en la impunidad ante la indolencia de la Corte Constitucional, denuncian medios locales.
En el país, cada dos horas se produce una agresión sobre una menor indígena y la mayor parte de las ocasiones se trata de un familiar, conocido o vecino. Producto de las agresiones las menores son contagiadas con enfermedades venéreas o quedan embarazadas y tienen que seguir caminando junto a sus agresores, porque para las niñas "lo que dice la Constitución de que prevalecen sus derechos sobre los demás es solo papel", informa el diario 'El Tiempo'.
Últimamente la Corte Constitucional colombiana ha pasado todos los casos de violencia sexual cometidos contra niñas indígenas a la justicia comunitaria, proceso en el que los agresores apenas reciben sanciones de latigazos o trabajos comunitarios. La Corte argumenta que el interés superior del menor "no es incompatible con la aplicación del fuero penal indígena", además de que las diferentes interpretaciones entre los órganos de justicia forman parte y enriquecen el proceso de la jurisprudencia.
Por su parte, el Consejo Superior de la Judicatura señala que la jurisdicción especial indígena no debe ser competente para juzgar casos de violaciones a menores de esas comunidades, porque "el abuso sexual a los niños no tiene nada que ver con las costumbres de ninguna comunidad indígena", y los derechos de los niños deben "prevalecer sobre los derechos de los demás". (RT)
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