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Cada año son más los jóvenes bolivianos que abandonan sus estudios porque obtienen mayores beneficios ingresando al mercado laboral. Entre 1999 y 2011, el porcentaje de jóvenes de 14 a 30 años que sólo se dedican a estudiar ha disminuido de 40% a 36%, mientras que la proporción de jóvenes que sólo trabajan aumentó de 32% a 35%. “Los jóvenes bolivianos están desertando del ámbito educativo para irse a trabajar”, sintetiza el representante adjunto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Claudio Providas. Él dice estar muy preocupado por esta situación, puesto que, a mediano y largo plazo, “todas las estadísticas revelan que existe una relación muy clara entre la preparación, los niveles de ingresos y la calidad de vida”.
Las tasas de participación en el mercado laboral aumentaron, entre los años 1999 y 2011, de 25% a 26% para los adolescentes (14 a 17 años de edad) y de 50% a 53% para los jóvenes adultos (18 a 24 de edad). Según la última encuesta de hogares del INE (2011), los adolescentes bolivianos motivan su inasistencia a la escuela principalmente porque trabajan (25,6%), puesto que les hace falta dinero (9,9%) y porque los estudios no les interesan (falta de interés: 24,1%), además de contar ya con suficientes problemas y tareas en el hogar (16,3%). Para casi la mitad (48,4%) de los jóvenes adultos, el trabajo es el principal obstáculo para seguir adelante con sus estudios.
La economista Milenka Ocampo, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), indica que los ingresos recibidos por los trabajadores adolescentes crecieron en seis veces entre los años 1999 y 2011. En contraparte, Ocampo calcula que los retornos a la educación, es decir, los ingresos futuros esperados que influyen en la decisión de estudiar, cayeron en un 43% estos últimos años. El aumento de los ingresos asociados a cada año adicional de educación era del 14% en 1999 contra solamente el 6% en 2011. Ocampo explica que esta caída del retorno económico a la educación se debe a que “el crecimiento económico que está atravesando el país, genera una creciente demanda en trabajadores no calificados”.
El problema es aún más alarmante si se considera que, según el Estado Mundial de la Infancia publicado este año (2014) por UNICEF, Bolivia es, junto con Paraguay, el país suramericano con la más baja tasa de matriculación en sus escuelas secundarias –la tasa oficial de cobertura neta en secundaria fue del 67,4% en nuestro país el 2011. No es todo: del total de adolescentes bolivianos matriculados, sólo un poco más de la mitad (el 55,8%) culminaron sus estudios secundarios y obtuvieron el diploma el año 2011
El economista del PNUD, Ernesto Pérez, indica que “en general los jóvenes se insertan de manera muy importante en las actividades de comercios, servicios y construcciones”. De hecho, cuatro de cada diez adolescentes trabajadores se desenvuelven como trabajadores familiares, mientras que los aprendices sin remuneración se constituyen en el segundo rubro en importancia y, globalmente, tres cuartas partes (el 73%) hacen parte del sector informal de la economía. El 62% de los jóvenes entre 18 a 24 años se encuentra en dos categorías: empleados (40%) y obreros (22%). Pérez aboga por la creación de “incentivos para que los jóvenes combinen por lo menos el trabajo con el estudio”.
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