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Sin agua potable, sin servicio médico, sin servicio de transporte y sin señal de comunicaciones. Esa es la realidad de los vecinos en las urbanizaciones Santísima Trinidad, Urkupiña y Tijini en la ladera Este de la ciudad de La Paz, a 15 minutos de la plaza Murillo.
Tal es la ausencia de servicios básicos en la zona que cuando alguno de los vecinos se enferma tiene que ser sacado en carretilla hasta una avenida principal -12 cuadras hacia abajo- para ser llevado a un centro de salud, refirió a Erbol el presidente de la urbanización Urkupiña, Wilfredo Figueroa.
“Hace una semana ha habido un aniversario en Santísima Trinidad y como consecuencia del alcohol ahí se han caído, porque hay una pendiente, y ha aparecido muerto (un joven) en la avenida. En situaciones como esa nosotros no sabemos qué hacer porque la zona es silenciosa ¿Qué hacen otros vecinos? Sacan sus carretillas, suben al enfermo y lo llevan hasta la avenida para recién poder agarrar taxi o minibús y llevarlo de emergencia (a un hospital)”, relató Figueroa a Erbol.
Figueroa afirmó que esta es una realidad que se vive en todas las laderas de la ciudad de La Paz, y no sólo en esas urbanizaciones. Los habitantes de Santísima Trinidad, Urkupiña y Tijini tienen casas que van de uno a dos pisos, muy pocos son los que tienen vehículos, las calles aún son de tierra y piedra. El alumbrado público y domiciliario fue instalado hace unos años –pero sólo un 60% cuenta con el servicio– gracias a la insistente exigencia de los vecinos, porque antes todos compartían la luz de un solo medidor.
Si bien no se puede hablar de extrema pobreza, existen indicios que advierten la precariedad o pobreza en que viven estos pobladores de la sede de Gobierno.
La pobreza es una situación que surge como producto de la imposibilidad de acceso o carencia de los recursos para satisfacer las necesidades físicas y psíquicas básicas humanas que inciden en un desgaste del nivel y calidad de vida de las personas, tales como la alimentación, la vivienda, la educación, asistencia sanitaria o el acceso al agua potable.
La pobreza extrema ocurre cuando las personas no pueden satisfacer varias de las necesidades básicas para vivir como alimento, agua potable, techo, sanidad, y cuidado de la salud. Para el Banco Mundial, la pobreza extrema se expresa en personas que viven con menos de 1,25 dólares al día (Bs261 al mes).
Según la fundación Jubileo, que se basa en datos de la Unidad de Políticas Económicas y Sociales (UDAPE), todavía existen 4,3 millones de personas en Bolivia que se encuentran en situación de pobreza y los datos registrados el año 2012 muestran una desaceleración de los niveles de reducción de la pobreza, con mayor impacto en el área urbana, donde la pobreza extrema se incrementó.
El año 2012 registró un incremento de la pobreza extrema de 0,7 puntos porcentuales, señala Jubileo, situación contraria al periodo 2007-2011, años en los que la pobreza había tenido una tendencia a la reducción.
“Es triste ver este cuadro no sólo en Urkupiña, sino en todas las laderas de este sector de la ciudad, donde lamentablemente las autoridades no sé qué tienen, se presenta documentación para gestionar (los servicios básicos) y es muy lenta la situación, se presenta hoy día y sale dentro de ocho meses una respuesta”, lamentó Figueroa.
Consumen agua de vertientes
Figueroa señaló que tienen un proyecto firmado con el Ministro de Agua, la Alcaldía y la estación comunitaria para beneficiarse con agua de la represa Hampaturi el 2016, después de 30 años de constantes gestiones. “¡Ojalá! Porque hemos esperado como 30 años para tener agua potable y hasta ahora no se ha dado, pero estamos en la última fase para conseguir agua potable para toda la ladera de la ciudad”, manifestó.
Actualmente la población de este sector de la ciudad se provee de agua de vertientes naturales bajo el riesgo de contraer enfermedades estomacales e intoxicaciones, ya que metros arriba existe explotación de minerales.
“Tenemos algunas vertientes en algunos sectores y de ahí los vecinos sacan agua, pero esa agua es peligrosa porque viene de adentro donde hay minas de estaño”, indicó el dirigente.
Mario, otro vecino del lugar, señaló que los niños y ancianos son los que más sufren y se enferman por falta agua porque no se pueden asear con regularidad, pues el agua que recogen para su uso es insuficiente, además del sacrificio que significa transportarlo desde las vertientes hasta sus casas.
Dijo que existe un proyecto momentáneo, para dos años, pero que tampoco cubre las necesidades de la zona porque "ellos viven muy arriba".
Transporte público sólo hasta las 20.00
Figueroa señaló que sólo cuentan con un minibús que cubre la ruta hacia su sector desde la avenida Periférica, y que pese a que presentaron trámites hace ocho años, hasta el momento la Alcaldía no da una solución.
“En 2006 se ha presentado un trámite a tráfico y viabilidad (de la Alcaldía) para que nos den alargue de una línea de la avenida Periférica, para que pueda llegar esas ocho cuadras adentro donde está Urkupiña, pero es muy burocrático, ha pasado ya gestiones y no se ha conseguido”, dijo.
En esta gestión, agregó, “he tenido entrevista con el señor Julio Figueroa para ver si era posible, pero me dice que eso no es fácil, aunque hay mucha demanda de los vecinos, porque es una necesidad. En eso hemos tropezado y me han dicho que dentro de dos o tres meses puede ser posible porque lo van a insertar el pedido, ojalá así sea”.
Cuentan que los jóvenes que estudian en la universidad, se reúnen entre varios, a eso de las 23.00 para subir juntos y cuidarse de las pandillas que pululan en el trayecto.
“Por el tema de la seguridad nos juntamos entre varios vecinos, sobre todo los que están en la universidad y venimos recién hasta las 23.00, porque generalmente el minibús solo trabaja hasta las 18.30, máximo hasta las 20.00, cuando ya pasa esa hora subimos a pie”, señaló Mario.
Incomunicados
La zona al estar ubicada detrás del cerro de enfrente de la plaza Murillo, se convierte en una “zona negra” para la comunicación, es decir la señal para celular se extingue y la televisión no tiene buena sintonía.
“En esta zona lamentablemente se pierde la señal, no hay señal, tenemos que bajar a veces hasta la avenida para tener señal, incomunicados estamos en cuestión de celulares”, manifestó el presidente de la urbanización.
Sobre la señal de la televisión abierta dijo que llega distorsionada, por lo que “mayormente alguna que otra gente opta por tener (televisión por) cable, o le ponen otro tipo de antena y tienen señal, pero con la antena tradicional no da”.
Figueroa clamó a las autoridades dar término a la precaria situación en la que viven los pobladores de esta ladera por más de 30 años. Lamentó que muchas autoridades sean insensibles ante su pedido.
“Es un lugar muy olvidado, hay mucha necesidad, yo quisiera que una autoridad vea y se ponga la mano al pecho, que vea la situación en que vivimos, no es por molestar, veo cómo mis vecinos sufren. Tanto tiempo hemos esperado sinceramente, esto es ya como un cuento, 30 años en este sufrimiento, tengo documentación de presentación (para instalación) de agua a Epsas (Empresa Pública Social del Agua y Saneamiento), pero nunca se ha dado paso a esto, no sé porque será, espero que este año se pueda conseguir algo mejor”, apuntó.
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