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El Atlético solventó el partido en 20 minutos con un arranque que empequeñeció a un rival con fama de tipo duro. No más que Diego Costa. En duda por lesión, fue titular y dejó en el banquillo a Villa y Adrián. Su técnico, Diego Pablo Simeone, presentó el mismo esquema que ya utilizara en la Supercopa. Dispuso un delantero y lo arropó con cinco centrocampistas. En esta ocasión quiso la pelota sólo para sí.
La primera media hora fue un espectáculo de fútbol intenso y rápido. Funcionaron las triangulaciones al milímetro. Las escaramuzas de Juanfran y Filipe Luis por las bandas desconcertaron al Austria. Costa basculó de lado a lado formando llagas en la zaga local. Y Koke reapareció como pasador letal en la jugada del gol de Raúl García (min. 8).
El bloque funcionó un rato más, pero poco a poco ofreció el Austria de Viena la imagen de equipo flojo que se le suponía antes de algunos juicios alarmantes de la previa. Los falsos mitos quedaron desmontados por el increíble Diego Costa. Arrancó desde el centro del campo, corrió sin sombra, recortó a dos defensas y cruzó el balón ante el acecho del portero en la acción del 0-2 (min. 20).
Volvió entonces el Atlético más antipático. Cedió metros para salir al contragolpe con más espacios. Se animaron los austriacos o cayeron en la trampa. Antes del descanso mandó Hosiner un balón al larguero. Fue su mayor logro en toda la noche.
Al poco de volver de vestuarios sentenció Costa tras una buena jugada de Insúa por la izquierda. Cuanto más abultada fue la diferencia del marcador se vio peor juego. Pecado venial. El encuentro fue un paseo en el Ernst Happel. Goleó el Atleti 0-3 con la solvencia propia de un equipo que aspira a la final de la Champions League. Lo sueña porque puede.
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