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River ya puede volver a gritar como no lo hacía desde 2008. En el Monumental, el equipo de Ramón Díaz hizo los deberes y se consagró campeón del último Torneo Final, tras golear 5-0 a Quilmes en un Monumental que se vistió de fiesta. Así consiguió su primera estrella desde su regreso a Primera. Poco importó lo que pasó en La Plata y en Victoria con Estudiantes y Gimnasia.
El equipo de Ramón, convencido de la chance de ser campeón, salió a comerse el césped del Monumental. Demostró desde el comienzo unas ganas únicas de un equipo necesitado de gloria después de haber sufrido tanto con la desgracia del descenso y los malos manejos dirigenciales. Y no tardó en inquietar al Quilmes de Ricardo Caruso Lombardi. Lo buscó primero por la derecha y después por la izquierda. Justamente, por esa vía iba a llegar al gol.
Pisando los 10 minutos, Leonel Vangioni mandó un centro atrás, el colombiano Carlos Carbonero se tiró de palomita y el arquero Walter Benítez le tapó una pelota increíble pegada al palo derecho. Pero ahí estaba en goleador. Fernando Cavenaghi vio la oportunidad y no la dejó pasar. Le rompió el arco al arquero visitante y desató el delirio en Núñez.
Quilmes, ese equipo que amenazaba con ser el cuco de River y del que tanto se habló en la semana, pasó ser el que su realidad indica. Uno que se salvó del descenso recién una fecha antes del final del campeonato y que no tenía muchas más motivaciones en la última jornada, más allá de cualquier especulación que se pueda hacer sobre incentivaciones. Claro, eso está prohibido en el fútbol argentino, pero...
Sin demasiada resistencia, el puntero del campeonato iba a encontrar el segundo gol con una pelota parada, más precisamente desde un tiro de esquina. A los 25, Manuel Lanzini tiró un centro al primer palo, Jonathan Maidana la peinó y Mercado apareció por el segundo palo para completar una semana de lujo a nivel personal. Y claro, para acomodar un poco más a River en el trono.
El segundo tiempo no estuvo de más. Sirvió para que River decorara una fiesta inolvidable con una goleada. Primero, Cristian Ledesma se despachó con una tremendo golazo, producto de un muy fuerte remate desde lejos que se metió en un ángulo. Al rato, Teófilo Gutiérrez lo vio correr a Cavenaghi hacia el área y lo habilitó con un pase milimétrico. Y cerca del final, el colombiano Teo tuvo su premio con un sutil toque cruzado. Mientras, Gimnasia y Estudiantes caían. Ya a nadie le importaba.
Este partido final fue la mejor coronación para un equipo que encontró la regularidad con el paso de los partidos y que se apoyó en sus figuras. Algunas de ellas tuvieron su premio y hasta le convirtieron a Quilmes. Para Ramón, sus jugadores y los hinchas sólo quedará tiempo para festejar. Por lo menos, hasta después del Mundial.
(Tomado de El Clarín)
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