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Por: Arnold Guachalla
Los Trabajadores Sociales Comunitarios en una labor conjunta con la Fundación Friedrich Ebert organizaron el “Taller de teatro comunitario: el teatro del oprimido” con el fin de efectuar las obras con sentido social y de denuncia.
El “Teatro del oprimido” es una corriente, creada en los años 60, por el actor y pedagogo brasileño, Augusto Boal, cuyo valor radica en servir como un instrumento eficaz en la comprensión y la búsqueda de alternativas para problemas sociales e interpersonales.
“No se trata simplemente de mostrar teatro sin sentido, sino todo lo contrario. La presentación de estas piezas teatrales están hechas en base al trabajo de estos jóvenes que reunidos han podido identificar varias problemáticas que hoy han querido denunciar”, indicó Jhimmy Coria, uno de los facilitadores del taller.
Muchos de los participantes extrajeron historias de su vivencia diaria y la plasmaron en piezas teatrales que no necesitaron de un libreto, como en las obras de teatro clásico, sino que acudieron a la experiencia que cada uno de ellos pudo aportar.
“Este grupo de jóvenes ha sido capacitado en las técnicas del teatro comunitario, siendo esta una forma de pensar y sentir; utiliza para ello muchas herramientas como el teatro imagen, el teatro foro, dinámicas didácticas, una introspección de las mismas personas para que con esto podamos decir: Basta, esto es lo que yo siento, esto es lo que no está bien. La presentación final, que es el resultado del este trabajo”, agregó Coria.
A diferencia de las obras comunes, el “Teatro del oprimido” acude a la participación directa del público, ya que sus fundamentos pedagógicos, sociales, culturales, políticos y terapéuticos pretenden convertir al simple y llano espectador (ser pasivo) en actor de la acción dramática (sujeto creador), invitándolo a reflexión del pasado, transformación del presente e invención de un futuro.
“En una primera instancia presentan la pieza para que el público pueda verla, pueda analizarla y detectar los problemas que presenten. Una vez que culmine volverá a ser presentada, pero en la segunda parte el público va a poder intervenir, van a ser parte de las posibles soluciones que se puedan plantear para convertirse de simples espectadores a “espect-actores” y ser participes de esta pieza teatral”, argumentó Coria.
Según Liz Laura Morales, otra de las facilitadoras del taller, este proyectó surgió en base a las enseñanzas que recibieron en un evento anterior y cuyo contenido fue muy enriquecedor para la práctica y la enseñanza de esta corriente teatral.
“Conocimos sobre esto en una taller de teatro comunitario donde Jhalmar Jofré (boliviano alemán), dio este taller durante una semana en la población de Sacawaya –Sud Yungas. Entre los asistentes estuvieron los trabajadores sociales comunitarios de Potosí, Santa Cruz, Oruro, Cochabamba y de La Paz. Fuimos capacitados en el teatro-Imagen, teatro- foro, el arco iris del deseo, y otras dinámicas que se complementa a lo que significa el teatro comunitario. Entonces, a partir de esa capacitación y algunos secretos por parte de nuestros orientadores, formamos grupos de facilitadores. En la actualidad ponemos en práctica estos conocimientos en el desarrollo del taller”, dijo Morales.
Según Morales, Augusto Boal busca “Humanizar a la humanidad” y que desde sus enseñanzas una persona se sienta protagonista de su propia historia, lugar donde se debe generar la reflexión sobre las malas acciones y la necesidad que tenemos como actores sociales, de cambiar esa realidad para una vida mejor.
“Es la primera vez que facilito esta metodología del “Teatro del oprimido”, y me sorprende mucho la participación de las personas. Me parece que hemos hecho un buen trabajo con la elaboración de las piezas teatrales porque hay buenas intervenciones de participantes que eran menos expresivos al inicio del taller. Saber que una persona pueda expresarse y escuchar sobre cosas que nunca había sabido, es muy enriquecedor, ya que uno aprende del otro”, complementó Morales.
Experiencias:
Génesis Choque
“El teatro no es siempre seguir un guión, sino seguir lo que sentimos. Aprendí a encontrar emociones, sacar los sentimientos que tenemos dentro y compartir la amistad, ya que a veces uno puede contar cosas felices o tristes para así canalizar esos sentimientos y reflejarlos en la actuación”.
Vladimir Arnaldo Beltrán
“Una experiencia muy interesante. Casi tengo 15 años en esto del teatro pero ahora aprendo lo que es el teatro comunitario. A principio no entendía muy bien esta dinámica de trabajar sin un guión, pero actualmente siento que es un trabajo más libre porque soy yo e interpreto un papel que alguna vez he sentido o he visto vivir a otras personas”.
Vanesa Morales
“Además de conocer mucha gente, he comprendido que el teatro es vida y me ayudará mucho. La mayoría de nosotros no sabemos expresarnos, somos muy introvertidos, pero con esta experiencia pienso que es mejor mostrar lo que somos: seres humanos. Sentimos y tenemos pensamientos. En la vida también actuamos en varias actividades. La verdad, no tenía idea de lo que íbamos a hacer, pero vi que es algo muy interesante porque no es solo interpretar al personaje, sino es sentirlo”.
Johnny Gutiérrez
“Me parece sorprendente porque aprendo varias cosas, entre las cuales está: como canalizar el sentimiento, visualizar los problemas y hacer algo para que estas se solucionen. Lo interesante es que vinimos muchas personas que no nos conocíamos y ahora empezamos a tener amistad. También empezamos a crear nuevas formas de comunicación y aprendimos sobre algo sobre arreglar un escenario, el movimiento corporal, cosas esenciales para una obra de teatro”.
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