- 6169 lecturas
Nuevamente las calles paceñas son escenarios de marchas, protestas, gases lacrimógenos y fuertes detonaciones de cachorros de dinamita. Hermanos potosinos caminan reclamando mayor atención para su departamento, en su transitar se enfrentan con los policías, mientras a su alrededor otras muchas personas se alejan presurosas del lugar, mientras las puertas de las oficinas, escaparates de negocios y otros se cierran una por una anunciando el fin de la jornada temprano y de manera obligada ante los acontecimientos que se dan en la calzada.
Manifestaciones tras manifestaciones, largas caminatas, incomodidades, penas, con carreras o correteos por aquí y por allá.
Más allá de quien tiene la razón en este conflicto, es lamentable ver que hermanos bolivianos se enfrentan los unos con los otros.
Aquí hay algo muy claro, potosinos, policías, paceños y otros ciudadanos del interior del país, somos bolivianos, entonces no es bueno ponerse frente a frente los unos contra los otros.
Potosí es Bolivia merece la atención de las autoridades públicas, pero La Paz no tendría que seguir pagando muy caro la factura de ser la sede de gobierno todo el tiempo, cualquier momento tiene que vivir estos episodios que perturban su normal desenvolvimiento y espantan a sus habitantes.
Posiblemente para muchos lo que pasa pueda verse como parte de la vida paceña diaria, es decir con normalidad, tal vez tengan la razón, tal vez no, lo cierto es que muchas personas rechazan los climas de convulsión social y es bueno respetar también su criterio.
Lo que es inexplicable es el desborde que se nota hasta ahora en este conflicto, ¿será que la autoridades locales de Potosí, como ser gobernador y alcaldes no han tenido la suficiente capacidad para controlar y canalizar las peticiones de su pueblo? Todo indica que al parecer que no han hecho los esfuerzos suficientes al respecto.
Con todo, es necesario y urgente construir escenarios de diálogo, más temprano que tarde, cuanto antes mostrará interés en el manejo positivo del conflicto, en cambio la demora podría notarse como indiferencia, pero también inevitablemente como incapacidad.
La iniciativa naturalmente tiene que llegar de la mano de las autoridades quienes no pueden taparse los oídos, ni cerrar los ojos y las bocas ante un problema de difícil solución ciertamente.
Los encargados de que las aguas del rio no se desborden y se mantengan en su cauce son las autoridades públicas, para eso se las designan en sus cargos y el estado les paga con su presupuesto el cumplimiento de sus funciones, de ninguna manera se lo hace para que hagan prolongados cálculos políticos y no atiendan adecuada y razonablemente los pedidos de los ciudadanos individual y colectivamente.
El problema de Potosí es complicado de encarar, pero no difícil de resolver, quienes están llamados a manejar bien la cosa pública es decir el estado, tienen la palabra.
Entre escaramuzas y gestiones, esta es una de las formas de ver las cosas entre muchas visiones que se perciben desde la vereda del frente en la calle del lio.
GRACIAS Y HASTA LA PROXIMA CUANDO VUELVA PARA SEGUIR HABLANDO JUSTO Y CABAL.
- 6169 lecturas