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La única costumbre que tienen es vivir de la naturaleza, en su hábitat. Y el pecado mayor, denunciar las agresiones que ésta sufre. Así, los indígenas de la comunidad Karanda -al interior del Paraguay- fueron brutalmente agredidos y amenazados de muerte cuando molestaron los intereses de la mafia de la madera, un poderoso grupo que opera desde la clandestinidad con el usufructo de los árboles del distrito. Es el "rollo tráfico" -así conocido por los nativos- que no solamente destruye el bosque, sino también las vidas de los campesinos.
Radio Ñandutí denunció la situación ocurrida en el distrito de Tava'i, Caazapá. "Los agredieron, incendiaron viviendas y pertenencias de los mismos. La mafia de la madera habría actuado en represalia a denuncias realizadas por indígenas en la comunidad Karanda", indicaron.
La situación ocurrió el 30 de enero cuando unos 15 hombres fuertemente armados, conocidos en la zona como "rolleros" (trabajadores de la madera a gran escala) ingresaron a la comunidad Karanda y, sin mediar palabra, agredieron a los pobladores de la zona y secuestraron a algunos de ellos, incluyendo amenazas de muerte. "Los agresores serían parte de una mafia del "rollo" que trafica en la zona y buscaban obligar a los indígenas a abandonar el territorio para talar los bosques. Las acciones serían en represalia por la denuncia que realizaron los indígenas a la Fiscalía, sobre las actividades ilícitas de los mismos", agrega este medio.
La ONG Altervida se ocupó en forma inmediata del tema, y denunció públicamente que los agresores actuaron con la cara cubierta por pasamontañas. Los testimonios recogidos por la organización no gubernamental con sede en Paraguay denuncian que los desconocidos actuaron "con saña, golpeando, y disparando a quemarropa a los nativos". Y agrega, "un indígena fue obligado por los agresores a tragar un puñado de tierra para que dejara de llorar, lo que le provocó vómitos y dolores estomacales".
La brutalidad caracterizó el ataque, al cual los indígenas no opusieron resistencia. "Tras apoderarse de víveres e insumos, prendieron fuego al resto de las pertenencias de los nativos, tales como teléfonos móviles, ropa y documentación. Una de las niñas sufrió quemaduras de segundo grado a raíz de que entró a la casa que se estaba incendiando, con la intención de salvaguardar sus pertenencias", relataron los testigos.
El daño de los "rolleros" al monte es constante, y genera tantos beneficios económicos a quien lo practica como consecuencias negativas hacia el entorno. Precisamente esa situación es la que denuncian los indígenas de la comunidad Kaaguy Pa'u. Son los mismos que fueron obligados por las armas a caminar durante un buen rato, "y durante el trayecto amenazaron con ahogar niños y niñas en el río Tebicuary", cuentan a viva voz. Uno de los testimonios lo aporta Antolina, nativa de la zona. Resume que tomaron su identificación y manifestaron que la conocían "pues hablaba en la radio y en la tele, me advirtieron que si hacía la denuncia de lo sucedido la próxima bala no iba a fallar, que me tenían identificada y que sabían con quienes trabajo y que hago", narró.
Antolina y su gente no se amilanan, y en respuesta agregan datos específicos del accionar de la mafia maderera. Por ejemplo, el 24 de enero se hallaron casi 4 km de madera aserrada que fue quemada por el grupo. El 27 de enero por la mañana, las motosierras completaron la tarea en la región. Ante ello, se planteó la denuncia en la Fiscalía del Ambiente, sin mayor suerte. "La fiscal les manifestó que no podría ir hasta el lugar, pero que enviaría agentes policiales de la comunidad de Enramadita para que atendieran su denuncia. La comitiva policial llegó al lugar luego 6 horas después, alegando que los caminos se encontraban en mal estado. No encontraron a nadie trabajando", se indica desde la ONG.
El tráfico de rollos de madera es un mal que persiste en Paraguay desde décadas, pero que ha cobrado especial virulencia en los últimos años. Los traficantes utilizan senderos de los bosques y parques nacionales para alzarse con la madera en forma ilegal, la cual se acumula en zonas despejadas denominadas planchadas de embarque, donde los camiones cargan el producido. Los procedimientos policiales y gubernamentales se han encontrado con la violencia de los contrabandistas como principal elemento, incluyendo el secuestro de indígenas y funcionarios de la Secretaría del Ambiente (Seam). Desde las organizaciones ecologistas se coincide en que Colonia San Alfredo es el centro regional del tráfico ilegal de "rollos", donde opera una decena de aserraderos ilegales que procesan la madera para su posterior comercialización. (El Mundo)
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