MOVIMIENTOS SOCIALES

Política
“Desde años pasados he visto que algunos para ser comandantes buscando aval de los movimientos sociales, especialmente en la Policía, tengo información. No estoy rechazando, está bien", manifestó.
Política
"Algunos hermanos generales, almirantes piden apoyo de los movimientos sociales. Yo estoy muy contento, aunque no es responsabilidad, no es misión de los movimientos sociales designar a los comandantes", dijo el mandatario.

LOS INFILTRADOS

Mario Mamani Morales

Para mantener el poder los gobiernos recurren a la estrategia de tener agentes infiltrados en todas las organizaciones contrarias al régimen o dentro de los movimientos sociales que buscan reivindicaciones sectoriales o descontento político.

Los infiltrados tienen la misión de mimetizarse en las masas y recabar toda información sobre las decisiones que se toman en asambleas, las marchas de protesta, reuniones políticas u otras situaciones para luego informar a los órganos de seguridad del gobierno para que éste se anticipe a los hechos y tome los recaudos necesarios para sofocar, reprimir o detener dirigentes claves.

La historia de los movimientos populares, especialmente en la política, tienen experiencias significativas cuando éstos infiltrados son los que provocan, hacen explotar dinamita, atacan a los órganos de seguridad, patean puertas o rompen ventanas y las masas se enardecen, cunde un estado psicológico de enfrentamiento y hay desborde incontrolable inclusive con pérdida de vidas. Luego se culpa movilizados y se justifica la represión para lavar la imagen de quien ejerce el poder. El infiltrado tira la primera piedra y se retira. Cumplió su misión.

La historia boliviana está plagada sobre las acciones de los infiltrados. Por ejemplo, la Revolución del MNR recoge experiencias interesantes. Esa rebelión debía explotar en la madrugada del 27 de agosto de 1945 (siete años antes de 1952). Todo estaba preparado y listo para el golpe y bajar al gobierno de la oligarquía de entonces; pero un infiltrado es clave para el fracaso.

Ése día debían tomarse los cuarteles, todas las instituciones del gobierno, los telégrafos que eran clave, asaltar armas y paralizar las acciones del gobierno. Los militantes del MNR estaban listos, tenían el apoyo de muchos militares que estaban en las filas de RADEPA, (una logia al interior del ejército), otros uniformados que no pertenecían a la “Razón de Patria” actuarían al interior de muchos regimientos en todas las ciudades del país: objetivo: tomar el poder.

El gobierno ya había adoptado medidas claves para sofocar cualquier movimiento, tenía infiltrados en la misma cúpula del Comité Revolucionario del  MNR, se trataba del teniente Juan de la Cruz Monje Pinedo que había ganado la confianza de los dirigentes de la Revolución y junto a otro de sus camaradas, Flavio Luizaga, tenían la misión de nada menos que inspeccionar y dar la señal en los centros de concentración de los rebeldes, es decir, de los revolucionarios; pero una vez que llegaban a cada lugar, los emenerristas eran cercados, apresados sus dirigentes y anulada toda reacción. Esto en La Paz, desde donde se tenía que actuar para todo el país.

Juan de la Cruz Monje era informante de la Sección II del Ejército, infiltrado en el mismo Comando del MNR, aprovechó la invitación de Flavio Luizaga para ser parte de la conspiración del MNR,  que aceptó gustoso, y llegó a participar de las mismas reuniones secretas del Comando de la Revolución.

La Revolución del MNR tuvo que esperar hasta abril de 1952 para que finalmente se produzca el hecho más importante para el país que marca un antes y después en la vida republicana.

¿Habrá infiltrados hoy? ¿Cómo y dónde actúan? No es difícil deducir que hay infiltrados tanto en la oposición como en el gobierno. Los partidos políticos tradicionales, hábilmente, tienen cientos de infiltrados en el poder, inclusive en cargos de importancia y fungen como grandes masistas, con discursos radicales más que el propio Evo; su misión es corroer el poder desde adentro, tumbar al gobierno.

A su vez, el gobierno tiene infiltrados en la oposición, las organizaciones sindicales u otros grupos adversos. Los intereses son grandes en cada lado.

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S-210317

 

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Política
“Bolivia ha sido engañada con toda una gran mentira, tarde o temprano los movimientos sociales vamos a exigir que el Tribunal Supremo Electoral haga justicia y anule ese referendo”, manifestó el dirigente campesino, Rodolfo Machaca.
Política
Para el expresidente, la sociedad no ha “estallado” porque el actual primer mandatario tiene un “control férreo” con sus seguidores.

OBREROS Y MOVIMIENTOS SOCIALES

Mario Mamani Morales

La clase obrera y movimientos sociales son dos realidades muy diferentes que se esclarecen según pasan los momentos históricos que en las últimas décadas vivió Bolivia y trasciende hoy.
Los obreros, quienes venden su fuerza de trabajo al empleador, organizados en sindicatos y aglutinados en la Central Obrera Boliviana, se constituyeron en la fuerza vital en la lucha contra las dictaduras y rescatar el sistema democrático que vivimos.
Sus luchas, además de defender las libertades sindicales y políticas, estaban orientadas a mejores salarios, condiciones laborales, vigencia de los partidos políticos, oposición tenaz al exilio y persecución de dirigentes; es decir, respeto a la libertad plena que no tenía vigencia antes de l982.
En 1985 siendo gobierno el MNR, se asume para el país una política neoliberal expresado a través del D.S. 21060, pone la mirada en la necesidad de destruir la organización de los obreros, es decir, los sindicatos, aplastar su capacidad de movilización y representación de la COB que tenía como su principal sustento la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, junto a otros sectores asalariados. En la máxima organización laboral también estaban los campesinos a través de la FSUTCB.
Durante la vigencia de la política neoliberal los gobiernos de turno aplastan a las organizaciones obreras, los disminuyen y minimizan, los sindicatos pierden su poder, la clase obrera se dispersa y aparecen los anillos de pobreza en la periferia de las ciudades que reciben a miles de migrantes de las minas, también de campesinos que buscan mejores condiciones para seguir subsistiendo.
En esta dinámica de hechos políticos y económicos, la necesidad de organización en el pueblo impulsa esporádicamente el nacimiento de otras formas de defensa que con el tiempo se denominan movimientos sociales, diferente a los sindicatos. En el entorno de los países latinoamericanos esta dinámica es interesante y se expande desde el norte hacia el sur.
Frente a la política neoliberal aparece, por ejemplo, el movimiento Zapatista en México que visibiliza las injusticias discriminatorias y de desprecio a los más pobres por parte del poder alineado con la política de EE.UU. En Brasil Lula da Silva nunca hubiera llegado al poder si no hubiera surgido el Movimiento de los Sin Tierra, cuyas acciones reivindicativas hace temblar al país más grande del Continente; en Argentina los Piqueteros son otro ejemplo de movilización del pueblo,  Venezuela, Uruguay y Ecuador también tienen movimientos sociales, en éste último los indígenas asumen su rol político hasta encumbrar en el poder al presidente Correa; en Venezuela surge la presencia del comandante Chávez que da impulso a un cambio de época en la historia del América.
En Bolivia los movimientos sociales hacen presencia con las Juntas Vecinales, los campesinos a través de las Federaciones departamentales y nacionales, las Bartolinas que hacen presencia con lideresas surgidas en el campo, los cocaleros, los colonizadores que se identifican como los interculturales. Las organizaciones obreras pasan a segundo plano, además otros son los objetivos.
Hoy se habla de asuntos de género, de la Madre Tierra y la necesidad de su preservación, la no discriminación por asuntos de raza, color, religión o etnia; es decir, los marginados dentro de la política neoliberal  asumen la corresponsabilidad para la elaboración de planes, presupuestos, coordinación, local y nacional para la conducción del Estado, la sociedad muestra un cambio.
Esta diferenciación entre organizaciones obreras y movimientos sociales, ambos con fines del bienestar común, surgidos por la necesidad de defensa de derechos ciudadanos, la libertad política y la consolidación de un proceso democrático, nos lleva a preguntarnos: ¿dónde ubicamos al movimiento cooperativo minero que escribió las últimas páginas de nuestra historia?

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ADIÓS MOVIMIENTOS SOCIALES

Andrés Gómez Vela

Un movimiento social tiene como fin presionar, vía manifestaciones, campañas u otro tipo de medidas, a una élite, a un gobierno o poder fáctico hasta lograr un cambio social en beneficio de una población heterogénea u homogénea. Los pueblos indígenas, trabajadores y clases medias urbanas constituyeron, entre finales del siglo pasado y principios de éste, un movimiento social de resistencia y tumbaron el viejo Estado con la intención de levantar otro. 

Si nos basamos en el origen del término, acuñado por Lorenz von Stein  en 1846, concluiremos que un movimiento social es básicamente una aspiración de sectores sociales (en su tiempo más que todo de clases sociales) de lograr influencia sobre el Estado para reducir las desigualdades económicas. 

Dicho de otro modo, el elemento que cohesiona a los movimientos sociales son problemas comunes cuya solución depende del aparato estatal. Por ello, coinciden expertos, rara vez confluyen en un partido político; su labor se basa en presionar al poder político mediante reivindicaciones concretas o en crear alternativas. Estas alternativas o reivindicaciones se convierten en su principal identidad, sin tener que llegar a plasmar un ideario completo, agregan. 

En Bolivia, los llamados movimientos sociales usaron un discurso fuertemente cohesionador y  concluyente: “los indígenas no hemos fundado ni gobernado Bolivia, hemos resistido 500 años, llegó el tiempo de gobernar”. El discurso denotaba una realidad de ese tiempo: la exclusión social, política, económica y cultural de un gran segmento social.  

Nueve años después de la toma de poder, los grupos que lograron el ascenso del MAS y de un indígena al gobierno dejaron de ser movimientos sociales para convertirse en organizaciones masistas porque perdieron su elemento cohesionador. Hoy tienen que obligar a sus bases a marchar, tienen que pagarles para asistir a concentraciones, amenazarlos con chicotazos para que voten por los candidatos de su partido. Es más, tienen que imponer el control del voto de “sus electores” listas en mano. 

Las medidas coactivas y extorsionadoras descritas reflejan que esos movimientos son hoy simples grupitos conformados por élites que ya no buscan el cambio social, sino el statu quo. 

Es muy normal que suceda esto, pues, como ya dijimos anteriormente, los momentos revolucionarios son filamentos microscópicos en el tiempo político y tienden a diluirse cuando los nuevos gobernantes repiten las acciones de quienes expulsaron del poder: transfugio, corrupción, incoherencia, inconsecuencia, privilegios, alianzas con sus verdugos.

Queda subrayado que un movimiento social deja de ser tal cuando hay coacción y extorsión en lugar de un elemento articulador. La historia toca el réquiem para los movimientos sociales que sirvieron de base al gobierno actual porque ya no cohesionan ni representan las nuevas aspiraciones sociales. 

Definitivamente, perdieron su ajayu por culpa de sus dirigentes, quienes representan hoy a una nueva élite que acumula poder y a quienes los nuevos movimientos sociales deben enfrentar.

La muerte de esos movimientos da nacimiento a otros, entre ellos el movimiento de mujeres que, en las últimas semanas, demostró su fuerza pese a que algunas subsumidas por su color político defendieron a sus machistas y atacaron a los del adversario político.

Sigue vigente el movimiento ecologista y se gesta innotablemente uno de ética en la política para recuperarla como ciencia y práctica destinada a redistribuir el poder, en lugar de acumularlo. Estos movimientos son heterogéneos, rebasan los límites clasistas y tienen como objetivo engranar el campo con la ciudad.

Los movimientos sociales se gestan en sociedades democráticas porque su fin no es desestabilizar el sistema, sino mejorar su funcionamiento. Es inconcebible en dictaduras porque el tirano los aniquila creyendo que son enemigos, en lugar de entenderlos como la contradicción necesaria para que la democracia funcione mejor. 

@AndrsGomezV

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Moisés Gutiérrez: "Víctor Hugo cometió un error al aliarse con el MNR en 1993"

 
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Moisés Gutiérrez militó en el katarismo durante toda su vida. Estuvo cerca de Víctor Hugo Cárdenas en la fundación del MRTKL. Luego se aproximó a Felipe Quispe y la CSUTCB. Pocos conocen esa historia como él. En ERBOL nos contó que tras fundar su partido, Carlos Palenque invitó a Cárdenas a sumarse a Condepa. Éste prefirió ser candidato a la vicepresdencia con Sánchez de Lozada. 

MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTIDOS

Omar Qamasa Guzman Boutier

¿Qué pueden tener en común las protestas sociales en Turquia, con las protestas de Brasil, en el inicio de la competencia “Copa de Confederaciones”? Más aún, ¿qué podrían tener las tradicionales protestas sociales del país, en común con las de ambos (y muchos otros más) países? Más allá de las especificidades de las protestas en cada uno de estos países y de las diferencias estructurales, económicas, culturales y políticas, lo cierto es que todas ellas muestran un dato incuestionable: el surgimiento de nuevas modalidades de expresión social. Estas modalidades, en todos los casos, a su vez, se manifiestan en nuevas formas de organización social, llamadas, genéricamente, movimientos sociales.

Pues bien, en base a este primer elemento común, es posible extraer un segundo elemento, el referido a los partidos políticos, en todos estos países. Es interesante observar que el surgimiento de los denominados movimientos sociales, en distintos países y en distintos momentos durante las últimas décadas, marca en todos los casos un cuestionamiento de facto, a la presencia y el rol que cumplen los partidos políticos. En consecuencia, el binomio movimientos sociales – partidos políticos, forma parte de una sola problemática: la referida a la representación y expresión democrática de la sociedad.

El que el surgimiento de movimientos sociales en todos los casos sea motivado como una modalidad por medio de la cual la sociedad expresa su malestar, nos dice que las formas y modalidades existentes en democracia (los partidos políticos y el general, el sistema político representativo) no son aptos para que por medio de ellos, se exprese la sociedad. Estamos, a la luz de los hechos, pues, ante la baja representatividad de los partidos políticos. Este hecho parece ser, además, un fenómeno general, global, de nuestra época. Poco importa que los manifestantes, en cada caso particular, cuestionen o no  explícitamente el pobre rol de representación que cumplen los partidos políticos, debido a que, por medio de la acción de estos movimientos sociales, las demandas sociales llaman la atención del sistema político, prescindiendo de los partidos. En consecuencia, en los hechos, en la mayoría de los países con sistemas democrático-representativos, sus sociedades optan por expresarse a través de la modalidad movimiento social.

Por otra parte, es posible también referirnos causas que motivaron tal desconfianza en los partidos. Desde ya, destaca el monopolio de la política, en manos de los partidos. Si bien este hecho puede concordar en la norma constitucional de cada país, la realidad social es otra. Las sociedades, en definitiva, al optar por otras modalidades de expresión de sus demandas, construyen nuevos mecanismos de participación política. En este orden el monopolio de los partidos -que supone a la vez la exclusión del juego político al grueso de la sociedad- es superado de facto por la acción de las sociedades. A la vez, pero, aquel monopolio oculta, en todo los casos y ante los ojos de la sociedad, prácticas corruptas y prebendales, dentro y a través de los partidos políticos. Excluida grandemente la sociedad del juego político, el manejo del poder se vuelve asunto de un restringido grupo, con las ventajas que ello supone paradesarrollar prácticascorruptas. Con ello, los sistemas democrático-representativos, devienen cada vez más en anti-democráticos.

En el país, con el estallido de la crisis estatal en octubre del 2003, el sistema político, democrático representativo había sido puesto en cuestionamiento. Como se recuerdo, la apertura de la fase de reforma estatal, bajo la Asamblea Constituyente (AC), debía, entre otras, también servir para democratizar el sistema político. Desde ya, hubieron en los debates de alguna de las comisiones de la AC, propuestas tendientes a ello, las que, sin embargo fracasaron ante la lógica tradicional del sistema político boliviano. Lo interesante es observar que el freno a aquellas propuestas, vino no desde los partidos conservadores o reaccionarios, sino desde el propio partido de gobierno, el Movimiento al Socialismo (MAS). Más allá de las diferencias secundarias entre este partido y los partidos de la derecha, si algo les unía, era precisamente la preservación, en lo fundamental, de la lógica partidaria como núcleo central del sistema político. Es decir, precisamente de la lógica que había colapsado con la crisis del 2003 y que, según vimos a su manera, colapsa en los hechos en cada vez más países.

Las razones para que Bolivia perdiera aquella oportunidad histórica, para efectivamente modernizar su sistema político e incorporar al grueso de la sociedad al juego político (únicos mecanismos, dicho sea de paso, para a su vez modernizar el sistema estatal todo) se encuentran grandemente en la mezquindad y la pobreza de espíritu del partido de gobierno, particularmente de Morales y García Linera; si algo queda para la historia, es precisamente esta lamentable exhibición de miseria partidaria. Porque una democratización del sistema política, supone limitar las posibilidades de la acción prebendal, tendiente a la corrupción de las dirigencias sociales, del gobierno. En tal sentido, las protestas sociales que tradicionalmente vivimos, nos están diciendo que aún después de la AC, el sistema político boliviano no es capaz de recoger las demandas sociales y representarles, a fin de que san procesadas en el sistema de poder. Como se observa, en este plano las cosas no han cambiado y el actual sistema político y sistema de partidos, sigue siendo, en lo principal, tan pre-moderno como lo era en épocas pasadas.

Por ello no debería nadie extrañarse que en el futuro mediato, el desencuentro entre sistema político, sistema de partidos y sociedad, tienda a agrandarse. En esa medida, la presentación de las demandas de la sociedad, claro, no pasarán por medio de los partidos; como de hecho frecuentemente ha sucedido (y sigue sucediendo) en el país. Las pugnas intestinas en el partido de gobierno, las acusaciones constantes de corrupción entre los partidos y la toma de decisiones al margen de consensos con los diversos sectores sociales, no hacen más que acelerar el inevitable proceso de desgaste de este pretendido nuevo sistema político. En consecuencia, las posibilidades para que nuevamente vivamos periodos de intranquilidad del sistema estatal, son grandes. En esas circunstancias, lo más probable será que las modalidades que la sociedad encuentre para expresarse democráticamente, sean las de los movimientos sociales.

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BASES CAPITALISTAS, JEFES "SOCIALISTAS"

Andrés Gómez Vela

Si el gobierno de Evo Morales decidiera hoy hacer realidad el socialismo en Bolivia, al estilo cubano, sin propiedad ni empresa privadas, con el derecho a la información y los viajes restringidos y sin la libertad de acumular riqueza, los primeros en bloquear para evitar ese régimen serían las bases del MAS, cocaleros, cooperativistas mineros, colonizadores, campesinos y militares (salvo excepciones) porque tienen alma capitalista y neoliberal, aunque su partido dé la impresión de que se mueve hacia el socialismo.
 
Si ahorita mismo, el Presidente determinará -como cree el periodista español Miguel Ángel Bastenier- reponer la sociedad precolombina y que rija en serio el Ama Llulla (no seas mentiroso), Ama Quella (no seas flojo) y Ama Sua (no seas ladrón) los primeros en armar un golpe de Estado serían esos mismos movimientos. Por ejemplo, los cocaleros del Chapare no aceptarían revelar la verdad respecto a dónde va el 97% de su coca que no llega al mercado legal; y aquellos grupos vinculados a actividades non sanctas no estarían dispuestas a dejar de robar al Estado y pagar sus impuestos en beneficio de la comunidad. Menos admitirían trabajar en favor de una casta gobernante, sin beneficio individual, como sucedía en sociedades precolombinas, donde los monarcas se involucraban hasta en las intimidades de sus súbditos.
 
Si hoy se cristalizara el vivir bien, ellos serían los primeros en oponerse porque eso de convivir en armonía con la naturaleza, preservar la Pachamama pensando en los hijos, les suena tan lejano e incomprensible, que su espíritu depredador se refleja en la toma de parques para sembrar coca. De la contaminación minera, causada por los cooperativistas, ni qué decir. Tampoco encaja en la mentalidad de campesinos y colonizadores la propiedad colectiva de la tierra.
 
Las bases masistas no tienen la culpa de ser capitalistas. El neoliberalismo es forma de vida, una consecuencia de intereses de clase, de estrato. Los culpables son sus líderes que los presentaron como socialistas, defensores de la Madre Tierra, reserva moral, religiosos del vivir bien, cuando en realidad tienen las mismas ambiciones que un estadounidense o un europeo, obvio, con matices locales.
 
Tampoco es condenable que los líderes masistas sean capitalistas y preconicen el sistema occidental, lo deplorable es que pregonen cada día algo que no va a ser posible o se presenten con un ropaje teórico negado por su práctica diaria.
 
Las bases masistas no son socialistas ni defensores de la Madre Tierra ni revolucionarios, no lo fueron ni lo serán. Sus motivaciones están a la vista, los cocaleros bloquearon caminos para sembrar y “comercializar” la coca en paz y sin control; los cooperativistas, para seguir enriqueciéndose sin pagar impuestos reales al Estado (convivieron tranquilos con gobiernos neoliberales) y los colonizadores, para avanzar sobre territorios de los pueblos indígenas. De los militares basta decir que en tanto nadie afecte sus privilegios vivirán felices en sus cuarteles sea con un Presidente comunista o neoliberal.
 
Es justo señalar que entre cocaleros, colonizadores, cooperativistas hubo grupos que sí pelearon por un verdadero cambio. Hoy tal vez vivan decepcionados. Es probable que usted diga que el gobierno de Morales logró la redistribución del poder y de los ingresos estatales, vía bonos. Y tiene razón. Pero, por si acaso, el acceso de los indígena originario campesinos al poder comenzó en la era neoliberal y vía democracia burguesa (participación popular). Recuerde los resultados de las elecciones del 2002, cuando Quispe y Morales obtuvieron altas votaciones. Cierto, el 2006 llegaron en masa y están ahí y ya no se irán. Sólo se diversificarán -izquierdistas, derechistas- para preservar sus intereses.
 
Las bases del MAS no desean una alternativa al desarrollo occidental, tienen el mismo espíritu de las transnacionales: extraer los recursos naturales cueste lo que cueste para tener las comodidades de un capitalista de la globalización.

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