CHARLIE HEBDO

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Los usuarios de redes sociales mostraron su indignación con esta caricatura y en Twitter y Charlie Hebdo fue tendencia número uno en ese país y en el mundo.
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Una franco-marroquí, militante por los derechos de la mujer, se convirtió en el principal objetivo de los "lobos solitarios" en todo el mundo. Miles de Tweets piden "masacrarla".

ATENTADOS EN PARIS Y PRENSA MUNDIAL

Omar Qamasa Guzman Boutier

El atentado al semanario satírico Charlie Hebdo, en Paris, a principios de año ha desatado consecuencias que merecen observarse. Desde ya, el evento explícito se refiere al atentado contra la libertad de expresión, toda vez que el mencionado semanario publicara una caricatura de Mahoma, considerada, a su vez, por sectores radicalizados del Islam, como ofensiva. El evento implícito, sin embargo, muestra el enfrentamiento, desde la perspectiva islamista, contra los infieles. Esta distinción no es un dato menor, ya que, según el punto de vista que se adopte, el acento será puesto en la libertad de expresión o en la disputa entre credos religiosos.

Precisamente basado en el primer caso, luego de los atentados, Francia ha reflotado un viejo prestigio, referido a la cuna de los principios emergidos luego de la revolución de 1789 (y pretendidos luego como universales, con la expansión de la modernidad), de libertad, fraternidad y solidaridad. En tal sentido, por unos días, Francia se convirtió en el centro político del llamado mundo occidental. Cerca de cincuenta jefes de Estado acompañaron, así, la marcha de repudio al terrorismo en Paris, el pasado domingo 11 de enero, incrementado aún más el simbolismo de Francia como centro político. No cabe duda que estos hechos significaron un impulso político mundial para la Unión Europea, de la que Francia es una de sus piezas clave.

Sin embargo, las cosas volvieron rápidamente a su cauce y las contradicciones entre la Unión Europea y Rusia, por ejemplo, marcaron pronto las distancias. Lo que, durante los primeros días fue un claro rechazo al terrorismo (léase, al islamismo radical) devino en un silencio ruso tolerante para con expresiones no radicales del islam. Por supuesto que también al interior de los países islámicos que condenaron el atentado en contra del semanario satírico, las cosas comenzaron a moverse en otra dirección y pronto surgieron en estos países protestas en contra del manoseo de la imagen, considerada por ellos, sagrada del Profeta. Bajo esta presión, algunos de estos países se vieron en la obligación de censurar las burlas de las que es objeto su principal referente religioso.

Incluso al interior de los propios países europeos, luego de la abrumadora crítica por la falta de tolerancia islamista a la libertad de expresión, comenzaron a surgir voces disonantes. En efecto, emergió al debate la libertad de expresión a la europea, es decir, en todo lo que no lastime la sensibilidad del público europeo. Está claro que así las cosas, alguien podría pensar que estamos ante la confrontación de civilizaciones, de religiones. Pero el panorama es un tanto más complejo, toda vez que en esta confrontación no participan internos contra externos (para graficarlo de alguna manera), sino a la vez, internos contra internos. Lo que, en los círculos de inteligencia estatal en los países occidentales se denomina como “terroristas internos” habla de ciudadanos de esos mismos países que, sin embargo, confrontan a sus mismos países. Parece estar en cuestionamiento, en este caso,pues, un estilo de vida, con el que algunos sectores juveniles se siente disconformes, razón por la cual prefieren afiliarse a posturas radicales que también cuestionan, desde el discurso religioso, ese modo de vida.

Casi al unísono, luego del atentado en Paris, la prensa europea ha problematizado respecto a la necesidad de la integración de los migrantes musulmanes, a la vida institucional y política. Sin embargo, quienes han atentado contra Charlie Hebdo no fueron outsiders, sino personas integradas a sus sociedades. La discusión, entonces, demanda otras áreas temáticas para que, en un extremo, reflexionen en torno a la convivencia multicultural en las sociedades actuales. Bajo esta perspectiva, ¿qué debe entenderse por “integración”? Los modelos democrático-representativos, basados en los principios liberales (y aún en los más audaces, como el liberalismo multicultural) parecen ser insuficientes como para afrontar el problema. Por ahora, sin embargo, los países de la Unión Europeo han preferido poner en máxima tensión sus servicios de inteligencia policial-militar, desplegando pesquisas en contra de terroristas domésticos.

Todos estos eventos desencadenados por el atentado a Charlie Hebdo, empero, no han sino acelerado un proceso que, como placas tectónicas, se mueve por el mundo. Primero, el agotamiento de los brillos, con el que el modo de vida occidental seducía a la gran mayoría de las sociedades. Segundo, el debilitamiento de los países occidentales como para comandar el curso del (nuevo) ordenamiento del mundo y tercero, consiguientemente, la configuración de un escenario mundial sin un polo hegemónico, sino al contrario, con diversos polos, es decir un mundo multipolar. Por supuesto, a la luz de la experiencia de Paris, aún esa configuración, por sí sola parece no garantizar la convivencia democrática entre las diversas culturas.

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Las autoridades chechenas pidieron a funcionarios del gobierno, incluidos profesores y médicos, que participasen en la protesta.
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Las protestas contra las nuevas caricaturas de Mahoma en la revista satírica francesa Charlie Hebdo han dejado este viernes cuatro muertos y 45 heridos en Níger y dos heridos de bala en Pakistán, entre ellos un fotógrafo de la agencia France Presse.

CHARLIE HEBDO, LA CARICATURA HETERODOXA

Andrés Gómez Vela

Hay dos versiones sobre el origen del nombre del semanario Charlie Hebdo, que nació hace 55 años como Hari Kiri Hebdo. La primera dice que cambió de rótulo por Charlie Brown, héroe de  Peanuts; la segunda, que fue en honor al presidente francés Charles de Gaulle. Sea cual fuere, lo que no está en discusión es su línea editorial: irreverente ante todo tipo de sacralización, heterodoxa e iconoclasta, lo que le costó, el pasado 7 de enero, el atentado terrorista que terminó con la vida de 12 personas.

Nació en 1960 y hasta 1992 lo censuraron, lo cerraron, desapareció, reapareció, justamente, por tocar mitos y afectar "vacas sagradas”. Su última reaparición data de julio de 1992 y en el primer número de esa nueva época vendió 100 mil  ejemplares, un gran éxito. Para la siguiente semana, anuncian un millón del número de supervivencia.   Hasta ahora, fue, generalmente, una revista con poco tiraje, pero mucha imaginación y, más que todo, ñeque. Si la incidencia de un medio se definiera por el número de ejemplares o público, ésta debería ser casi nula, pero Charlie Hebdo contradice esa teoría. Vende poco, pero incide mucho. De otro modo, nadie se hubiera preocupado en amenazar y matar a sus periodistas y dibujantes.

Este semanario fue acunado por una larga tradición francesa de cómics, humor gráfico y caricaturas caústicas. Publicó dibujos y comentarios ingeniosos sobre "temas intocables”. En una ocasión, dibujó a la Policía francesa sosteniendo cabezas ensangrentadas de inmigrantes. También expuso monjas masturbándose y papas que lucían un condón.
También dibujó a Mahoma, que según fundamentalistas musulmanes su nombre no debiera traducirse en imagen, aunque el Corán no dice nada al respecto, como tampoco la Biblia sobre la Inquisición; es más, la prohibió con el "amaos unos a los otros…”. 

Al ver esos dibujos puedes colegir que son burdos o atrevidos. Pero el pecado de Charlie Hebdo no es estético, sino de pensamiento y de sintonía con las sospechas, certezas e imaginación de millones de personas sobre temas prohibidos en la esfera pública, pero muy comentados en espacios semipúblicos y privados.

Su virtud fue reconstruir desde la ficción la realidad que pretenden tergiversar o esconder ciertos grupos, que, justamente, basan su poder en la prohibición, el mito y la sacralización de objetos o personas. Charlie Hebdo leía (y ojalá siga leyendo) las mentes de millones de personas y los materializaba en dibujos.

¿Acaso nunca imaginaste con realismo sorprendente a partir de datos verosímiles, la vida sexual de alguna deidad, profeta o tirano? Además, ¿qué queda ante el veto a la información sobre ciertos temas o personas? Sólo dibujar la realidad con la ayuda de un caricaturista. He ahí el valor de la caricatura, que puede metaforizar la crueldad de la Policía contra los inmigrantes recreándolos con las cabezas de sus víctimas en sus manos, porque la cámara fotográfica no llegó a la sala de torturas. 

Por ello, los tiranos y obscuros grupos de poder temen más al humor que a la información, porque aquélla rompe la "lógica oficial” mediante la risa, para mostrar en su real dimensión la persona o hecho mitificado. Los tiranos, que gobiernan Estados o grupos, se debilitan y crispan cuando la gente se ríe de ellos y de los símbolos de su poder, y su complejo de inferioridad aflora como una carcajada social.

Uno de los asesinos de los periodistas de Charlie Hebdo huyó gritando: "Vengamos al profeta Mahoma”, lo que representa toda una declaración de mala fe porque no concibo a un profeta asesino. Estoy seguro que Dios no ordenó matar al diferente ni a quien no cree en Él. Dios no es discriminador. Si fuera así, no sería Dios ni profeta, sería un pobre diablo delincuente que no merece nuestro respeto, menos nuestra fe.

Dios no mata, los que trafican con su nombre sí. Los autonombrados representantes, intérpretes o mediadores de Dios temen la risa desmitificadora porque   los humaniza.  La sátira de Charlie Hebdo debe continuar. Hasta Dios necesita algo de humor en un mundo religioso tan aburrido.

@AndrsGomezV

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"No se pude provocar -añadió- no se puede insultar la fe de los demás. No puede burlarse de la fe. No se puede”, reiteró el Papa.
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El primer tiraje de la publicación se agotó pocos minutos después de alcanzar los quioscos y el semanario anunció posteriormente que imprimirá un total récord de cinco millones de lo que llamo la "edición de los sobrevivientes".
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A primera hora desapareció de los kioscos de Francia. Ante la incesante demanda, la tirada aumentará de tres a cinco millones de ejemplares.

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