Censo 2012
DESAFÍOS DEL CENSO
By argv.E338951d on Jue, 26/09/2013 - 10:30Que la gente se vaya a su lugar de origen para ser censado no es nuevo. José y María cumplían un decreto del Emperador Augusto y se dirigían a su ciudad natal y en el trayecto, nace Jesús, precisamente en Belén donde se refiere que no había hospedaje en esos días por la cantidad de gente que se movía de un lugar a otro.
Una de las críticas que se hace al último censo de población y vivienda realizado en Bolivia es precisamente esto de la movilidad poblacional pre censal, no fueron pocas las personas que, al igual que en la referencia bíblica, se trasladaron a sus lugares de origen para ser registrados allí, entonces los lugares donde se reside habitualmente, justo el día del censo, quedaron deshabitados.
Los resultados finales del último padrón continúa haciendo que se rasguen muchas vestiduras en muchas partes: por el número de escaños en la Asamblea Legislativa, por el presupuesto que se asignará a cada región, los proyectos de planificación, y no faltan otros argumentos, añadido lo político.
El último censo también ha permitido desnudar verdades que se conocían, pero que no se decía en voz alta: que en Bolivia existen regiones expulsores de habitantes y otras que son receptoras. Las personas, desde los albores de la civilización, buscamos lugares donde existen mejores oportunidades para la sobrevivencia.
Por ejemplo, es sorprendente que la población urbana sea igual o mayor que la población del campo; pero esa realidad tiene muchos factores, desde la educación para los hijos, pues se cree que la formación escolar es mejor en las ciudades que en el área dispersa.
No había sido suficiente construir aulas nuevas, ambientes para profesores y tinglados por doquier en el campo para que la población escolar aumente y se mantenga: igualmente la migración campo-ciudad se presenta acelerada. Es que se necesita alguito más.
Para las ciudades expulsoras de población se constituye un desafío para el futuro asumir objetivos comunes y luminosos, no despertar odio en la población, lo que no quiere decir que una determinada gestión sea aplaudida; sino más bien que venga la gente, se asiente e invierta, produzca y genere desarrollo. No hay urbe en el mundo que no haya alcanzado su progreso sin migración, sin distinguir el color, la religión o etnia.
La política de Estado, que se planifique en base a los resultados censales, debe estar orientada a revertir el despoblamiento del área dispersa. Que pase el boom de las “canchitas” y cemento en las plazuelas de la parte urbana provincial, esto no es aporte a solucionar la cultura de la desesperación migratoria, hay otros factores que hacen al conjunto de del bienestar humano para que la gente se quede, se desarrolle y acreciente el amor a la tierra.
Hasta ahora la bonanza económica del que se hace alarde en las estadísticas financieras no soluciona el invierno que castiga a la ropa harapienta de los más pobres, más de aquellos que sí viven tierra adentro y urgidos por la necesidad abandonan todo para trasladarse a la periferia urbana para sufrir otro tipo de explotación y sufrimiento.
Es esta gente, mayoría por cierto, que cuando recibe la visita del Presidente del Estado, mira embelesado porque se siente identificado con él, lo siente suyo aunque no entienda el discurso que el mandatario pronuncia porque ni lo hace en su idioma (ni aymara, ni quéchua ni guaraní, ni otro reconocido por la Constitución); pero, ni duda cabe, es el mejor momento para el humillado, sometido y explotado por más de 500 años.
En este escenario político y económico por la que atraviesa el país, es que debe asumirse la responsabilidad de atacar la migración, de tal manera que allí donde la gente nace cuente con la atención a su salud (que no es una posta sanitaria con una enfermera auxiliar), educación (que no sólo es cancha y tinglado), vivienda pero con todos los servicios básicos, y sobre todo: condiciones para el trabajo.
Facilitar las condiciones para la producción en el agro significa agua, semillas, herramientas, asesoramiento técnico; es decir, que la ciencia e investigación de las universidades se ligue a esa realidad. Los resultados del censo de población y vivienda constituyen desafíos, antes que decepciones.