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Adolfo Cáceres Romero ha escrito —y sigue escribiendo— la más completa historia de la literatura boliviana. Ese, y muchos otros méritos, fueron los motivos para que lo invitemos a participar en el Primer Encuentro Nacional de Escritores e Historiadores sobre Gesta Bárbara que se realizó en noviembre del año que se termina. No pudo llegar a Potosí por razones de salud pero envió un trabajo tan bien hecho que abrirá la memoria que pretendemos publicar en breve con pretensiones de nueva antología.
En su ponencia, don Adolfo describe cómo estaban Potosí, Bolivia y el mundo en 1918, cuando Gesta Bárbara surgió como un movimiento cultural de dimensiones entonces inconmensurables. De paso, pinta, literaria y personalmente, a algunos de sus puntales como Carlos Medinaceli, Gamaliel Churata, José Enrique Viaña, Armando Alba, Walter Dalence y Alberto Saavedra Nogales.
A esos hay que sumar el nombre de María Gutiérrez, que incluso llegó a dirigir la revista “Gesta Bárbara”, y la de otras mujeres que, como reivindica Gaby Vallejo, formaron parte y ejercieron notoria influencia en la sociedad boliviana de hace un siglo.
Además de escritores, Gesta Bárbara aglutinó a otros artistas de entonces como el músico Eduardo Caba y el pintor Cecilio Guzmán de Rojas.
Aunque parezca difícil de creer, los menos ilustrados sobre Gesta Bárbara resultamos ser los potosinos. El encuentro lo confirmó porque los invitados encendieron luces sobre ese movimiento y su importancia.
Gesta Bárbara nació en Potosí —de eso no cabe duda— y, por lo tanto, la mayoría de sus integrantes fueron potosinos. Curiosamente, los integrantes potosinos del movimiento resultaron ser los menos conocidos.
Además de los nombrados por Cáceres, en Gesta Bárbara estuvieron artistas como Armando Palmero Nava, Valentín Meriles Mena, Fidel Rivas Michel, Daniel Zambrana Romero, Félix Mendoza Mendoza y David Ríos Reynaga.
Pese a que todos estos nacieron en Potosí, los potosinos sabemos poco de ellos. Quedaron sus escritos, especialmente en las revistas que dirigió Medinaceli, pero hay pocos datos sobre sus fechas de nacimiento y/o defunción. Gracias al trabajo de Mario Araujo Subietay Aurora Valda Cortés de Viaña, la obra de estos “bárbaros” fue recuperada en una primera antología pero los que escasean son los datos biográficos, necesarios para cualquier perfil.
Algunos, como Alba y Dalence, son bastante conocidos y hay datos sobre ellos pero otros estaban prácticamente hundidos en el anonimato hasta el encuentro de noviembre. Saavedra Nogales, por ejemplo, fue, además de escritor, rector de la Universidad Autónoma Tomás Frías por 13 años y el primero de la era autonomista. Pese a eso, en esa casa de estudios superiores no existe un archivo con su nombre. Lo único que queda es un pequeño retrato, junto a los de otros rectores.
¿Descuido u olvido intencional? Quizás el propio Medinaceli se hubiera perdido en las oquedades de los tiempos si Armando Alba no hubiera insistido en la importancia de su obra. Y algunos, como Roberto Leitón, tal vez se habrían difuminado si el autor de “La Chaskañawi” no habría reparado en su talento.
Pero algunos se perdieron en el fragor del devenir diario porque, pasado el impacto de Gesta Bárbara, los potosinos dimos vuelta la hoja… No nos importaban o… tal vez nos importaban demasiado y, corroídos por la envidia, preferimos ignorarlos.
Son artistas que sobresalieron entre los de su generación pero, por razones incomprensibles, fueron olvidados con el paso de los años. Nuestra intención es rescatar sus figuras y conservarlas para la historia.
(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
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