Opinion

LO INDISCUTIBLE DE UN PREMIO DISCUTIBLE
Surazo
Juan José Toro Montoya
Jueves, 14 Noviembre, 2013 - 12:00

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No necesito leer "Pasado por sal" para saber que la decisión asumida por el jurado del Premio Nacional de Novela 2013 fue acertada.

Carlos F. Mendizábal es uno de los grandes escritores que tiene Bolivia. Él y otros maestros del género —como, por ejemplo, Edmundo Paz Soldán, Ramón Rocha Monroy, Gonzalo Lema, Homero Carvalho, Wilmer Urrelo, entre otros— forman parte de una nueva generación que ya ha reemplazado a la anterior, a aquella integrada por Adolfo Costa Du Rels, Raúl BotelhoGosalvez, Óscar Cerruto, Jesús Urzagasti y otros de los que Néstor Taboada Terán parece ser el único sobreviviente.

Mendizábal, conocido sólo como Cé Mendizábal, ha vuelto a ganar el Premio Nacional de Novela y esta vez con su obra "Pasado por sal". Digo "ha vuelto" porque es la segunda vez que el escritor orureño conquista ese lauro. La primera fue en 1999 con "Alguien más a cargo" que fue la que lo mostró al mundo como lo que es, un escritor talentoso y de jerarquía.

Al ganar la versión 2013 del hasta ahora más importante premio de la literatura boliviana, Cé también pasa a la historia porque es el primero en repetir. La decisión del jurado de este año, que no es el mismo de 1999, demuestra que Mendizábal es bueno para cualquier examinador. Esa es otra de las razones por las que el premio está más que justificado.

Empero, uno es el premio y otro el premiado.

La opinión de que el premio es bien merecido y justiciero es compartida por la mayoría de mis conocidos con afición a la lectura y escritura pero, si bien la aceptación es mayoritaria, la verdad es que no es unánime.

Algunos de esos conocidos —mejor no decir quiénes— son del oriente boliviano y reclaman que, hasta ahora, ningún oriental haya ganado ese premio. Quizás tengan razón. Hasta este 2013, los ganadores son de Oruro, La Paz, Tarija, Cochabamba y Chuquisaca así que aún no se premió a nadie de Potosí, Santa Cruz, Beni ni de Pando. Sin embargo, es preciso recordar que, salvo el requisito de la nacionalidad boliviana, el origen no es motivo de calificación en este Premio y los miembros de los jurados nunca saben quién envió las obras sino hasta que eligen una y recién abren el sobre con los datos. ¿Quién podría adivinar si la autora o autor de una novela firmada con seudónimo es camba, colla o chapaco?

No obstante, las observaciones de los conocidos no van contra los premiados sino con la forma como se maneja el premio y eso sí es discutible.

Resulta que el Premio Nacional de Novela es abierto y una persona que lo haya ganado puede volver a participar después de dos años. Por eso es que Cé está repitiendo.

Ese hecho pone a escritores noveles, que son los más necesitados de publicar y ser promocionados, en condiciones de inferioridad respecto a los grandes maestros que también participan ya que, al final de cuentas, es el premio literario más importante y el monto en metálico que lo acompaña es bastante considerable.

Cada año hay más participantes en este Premio pero, ahora que se confirma que los grandes también participan, ¿cuántos preferirán no intentarlo más? ¿Qué aficionado se arriesga a enfrentarse a un profesional?
Al parecer, el Premio Nacional de Novela tiene que definir sus prioridades. ¿Qué es lo que busca? Si quiere descubrir nuevos valores —que es lo que necesita un país sin nombres en la marquesina internacional de la literatura— entonces tendrá que cambiar sus reglas. Si sólo quiere premiar a lo mejor, que deje las cosas como está pero sea más cuidadoso a la hora de conformar su jurado.

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
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