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La crisis alimentaria actual tiene un curioso origen circular, por una parte el cambio climático daña millones de hectáreas de producción de alimentos al año, ya sea por sequía, helada, mazamorra o inundación. Por otra parte, la ampliación de frontera cultivable para la agroindustria con emisión intensiva de dióxido de carbono por uso de fuegos, es una de las principales causas del calentamiento global que ocasiona el cambio climático.
Como parte de este círculo, en el tramo que une agroindustria con calentamiento global, está el consumismo de alimentos demasiado transformados por la ingeniería química, tanto que ya no existe libertad de elección, apenas puede saber qué está comiendo el agricultor que produce su propia comida, y aún él sospecha de contaminación de su tierra, su agua y su aire porque los biocidas viajan con el viento, por las corrientes de los ríos, se mezclan con el polen y su historia no termina en los frutos, ni tampoco en nuestros cuerpos cuando los comemos, sino que se sigue transformando no sabemos si en algo bueno o en qué otros tóxicos durante su trayecto circular cada vez más cargado de “cidas”: pesticidas, insecticidas, plaguicidas, herbicidas y ahora modificaciones genéticas que nos quitan la certeza y el control de la salud.
Las tareas que se plantean son muy complicadas y la forma de vida que llevamos en las ciudades hace parecer más difícil todavía recuperar el control de nuestra salud, de nuestro cuerpo y por lo tanto de nuestra soberanía alimentaria. Pero así y todo se están levantando estrategias desde la producción o desde el consumo donde todos estamos involucrados, solo hay que encontrar nuestro lugar en el complejo alimentario e identificar nuestro rol y responsabilidad. En este camino encontramos algunos movimientos importantes en Bolivia, parecidos a otros que surgen en el mundo con la misma motivación y preocupación de restablecer los vínculos naturales entre los elementos vivos que nos reproducen y sostienen los equilibrios ecosistémicos mínimamente necesarios. Mencionaremos solo algunos en esta publicación.
BIOBOLSAS
Es una comunidad que nació con el apoyo a un grupo de mujeres agricultoras de Achocalla, que producen verduras ecológicas, en una modalidad novedosa de entregas a domicilio a las familias paceñas. Esta comunidad fue invitando a transformadores de alimentos como galletas de chía, mermeladas, leches de cereales, chuño, tunta, panes integrales, tempeh, quesos, yogur entre otras propuestas siempre en la línea sana, sin aditivos, al estilo de nuestras abuelas. De esta manera el movimiento crece hasta alcanzar hoy una lista de 70 productos alimentarios que permanentemente se renueva y propone recuperar tradiciones variadas para poder contar una historia culinaria más feliz.
COMIDA CONSCIENTE
Es un grupo de jóvenes que promueven la comida vegana, tienen un restaurante donde se puede encontrar incluso platos típicos bolivianos pero sin carne, así como combinaciones nuevas que otorgan sabores, colores y aromas deliciosos con los mismos productos que todos conocemos como el chuño, las ocas, las lentejas o las tuntas, que siempre nos han dado identidad gastronómica. La Casa de los Ningunos se llama el restaurante que además atiende eventos con almuerzo y refrigerios variados, rompiendo los esquemas de la comida cotidiana que siempre contratamos que produce agotamiento y sueño en la tarde porque está sobrecargada de grasa. Ellos proponen firmemente platos y postres conscientes, además de reuniones y activismo ecológico ya internacional.
ASOCIACIÓN INTI ILLIMANI
Esta asociación desde hace 14 años brinda talleres de construcción de cocinas solares que incluyen formación en preparación de comida sana sin fritura que se cocinan lentamente con el calor del sol que ahora, con el calentamiento global, pues se ha incrementado y es necesario aprovecharlo para cocinar reduciendo la emisión de dióxido de carbono por uso de fuego sea con gas o leña. Cada cocina evita en promedio la emisión de una tonelada de gases de efecto invernadero al año, por eso esta propuesta se combina armónicamente con la alimentación sana y libre de contaminación.
AOPEB
Se trata de la Asociación de Organizaciones de Productores Ecológicos de Bolivia, es una de las organizaciones más antiguas de esta nómina que agrupa productores apícolas así como de café, te, frutas deshidratadas, harinas, jugos, chocolates y otros. Así también gestiona la certificación orgánica de los alimentos y genera una permanente expectativa de la sociedad por tener un referente de producción ecológica, que todos esperamos nunca se contamine.
APIARIOS LICOMA
Licoma es un municipio muy pequeño del departamento de La Paz, es una zona yungueña donde hace 30 años se viene impulsando la instalación de apiarios con la clara idea de estimular la actividad de las abejas que es vital para la reproducción integrada de las especies. Más que nadie ellos saben del peligro que involucra la desaparición de las colmenas y han experimentado la disminución en la producción de miel debido al cambio climático que, lo repetimos, ha disminuido el agua, la foresta, la humedad y por lo tanto las flores en todas las zonas donde había en abundancia. Sin embargo la oferta mielera debe continuar y estimularse.
Mucha gente en la ciudad se sorprende al conocer cómo el precio de la miel se ha triplicado en apenas 5 años y por lo tanto desconfía, pero es porque no siempre tiene claro cuándo afecta a las colmenas la contaminación que provocamos en las ciudades. Es importante saber que con el consumo de miel no solo favorecemos nuestra salud sino también a la existencia de colmenas de abejitas misioneras e imprescindibles para toda la biodiversidad.
DESAYUNO ESCOLAR
En el municipio de La Paz existe una iniciativa que expresa en sí misma una actitud de soberanía alimentaria y otorga esperanza para niños, niñas y jóvenes estudiantes del sistema fiscal. Tanto el desayuno escolar, como la merienda sana y el recreo saludable son propuestas muy concretas de política pública municipal que, aunque es una batalla muy dura introducir en las unidades educativas el hábito de la comida no industrializada, ya registra destacables avances. Ahora niños y niñas buscan cosas ricas pero ecológicas y se sienten cada vez más capaces de cuestionar a sus padres y profesores sobre lo que se come. Además es curioso ver cómo el debate de la comida chatarra está ingresando en los hogares a través de la escuela y de la mirada de los niños hacia sus padres, quienes no siempre sabemos responder ante estos cambios, por lo que la contradicción está planteada entre el refrigerador, la mesa y la loncherita estudiantil.
DESAFÍO
Estos emprendimientos y movilizaciones son solo una muestra, por fortuna hay muchas personas que en sus hogares han tomado la decisión antichatarra, hay profesores y profesoras en los colegios que han introducido en la currícula las tareas sobre comida sana, hay periodistas que se están especializando en agricultura campesina y alimentación. Así que es preciso reconocer ese trabajo que se articula poco a poco hasta conformar redes sociales cada vez más extensas, inclusivas e institucionalizadas de responsabilidad y soberanía alimentaria.
Sin embargo urge que la articulación se acelere para de una vez vencer la obesidad, la diabetes, el cáncer, las afecciones cardiovasculares, la desnutrición, así como las demás dolencias que mencionamos con insistencia y, principalmente, vencer a la agroindustria que por avanzar arrolladoramente hacia la modernidad se ha convertido en una enfermedad social.
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