Opinion

NO SE VA UN AÑO SIN DEJAR SU REBROTE EN EL CALENDARIO
Soberanía Alimentaria
Katherine Fernández
Martes, 23 Diciembre, 2014 - 20:41

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ÉL: QUE EL AÑO NUEVO TRAIGA PAZ,
AMOR Y RIQUEZA PARA TODOS.
ELLA: PARA ESO HAY QUE CAMBIAR EL SISTEMA,
NO EL AÑO.

Cumbre de los Pueblos en Lima,
diciembre de 2014

Nada es totalmente nuevo, lo que brota de la tierra siempre tiene la herencia de sus ancestros cargada de lo bueno y lo malo, lo lindo y lo feo. En el caso de la humanidad, que también brota de la tierra, de acuerdo al sistema de modernidad basada en la división del planeta en rebanadas de mercancías que se consumen hasta extinguirse, hemos creado la corriente en contra. A este ritmo: ¿por cuánto tiempo más celebraremos comienzos de calendario, rebrotes y nacimientos?

La tierra y sus frutos nos dan muchas lecciones, conociendo más de cerca a las familias campesinas agricultoras se descubre que muchas de ellas, a pesar de la crisis climática siguen cultivando por amor a la tierra, por tradición ancestral o por apego a su crianza, y si se ven obligados a migrar, donde vayan habilitan aunque sea un rinconcito en el canchón para sembrar unas papas, locotos o flores, entre muro y muro de la urbanización. Estas cosas demuestran que existe una relación epidérmica con la tierra que solamente el asfalto y el cemento llegan a romper ocasionando una profunda herida que luego tiene diferentes secuelas, como por ejemplo la creencia de muchos niños citadinos de que todo sale de las fábricas, incluso los bebés y peor aún, ante tal ocurrencia la sonrisa tierna de sus adultos que piensan que es un problemita que la escuela resolverá. Por eso luego de adornar el árbol de Navidad colgando pelotas, angelitos, moñas, tules, gasas, paquetes forrados, muñequitos, algodones, bastones, brillos, estrellas, letreros, focos azules y cables, los niños piensan que los árboles naturales que ven en la televisión, son decorados por las personas.

Estas son heridas del sistema, aunque queramos negarlo. Por eso cuando llegan fiestas que nos movilizan en ejércitos compradores de regalos, aunque no tengamos apego alguno a las religiones de Jesús de Narazreth con su pan y vino, de María una Madre Virgen, de Herodes y su masacre de niños, de los Reyes Magos y sus regalos caros, de la Sagrada Familia perseguida hasta ahora por los imperios; seguimos pensando en obsequios siempre materiales envueltos en plástico, al punto de envolver el planeta mismo en plástico brillante hasta convertirlo no en un regalo ideal de fin de año, sino en el paquete real de fin del mundo. [1]

Las tarjetas navideñas se han vuelto infértiles, además de que su cartulina está acabando con los bosques, hablan demasiado y no provocan nada. La única esperanza que tenemos es la acción,  abandonemos el plástico y recuperemos la tierra. ¿Cómo lo logramos? Bueno, una manera es aprender de los campesinos a cultivar y criar animales que den abono y aprender también a vivir en la selva, no a temerla. Tener cada persona en la ciudad por lo menos un árbol, aunque vivan en edificios, hay suficientes calles desoladas. Así también, quienes puedan, tener un jardín con verduras y tubérculos, para que al meter la mano en la tierra para sembrar y luego para cosechar, entendamos cómo ella nos da obsequios de colores todo el tiempo, así regeneraremos el calendario y no tendremos que sufrir la pesadilla bíblica del fin del agua en el planeta que está calculado para dentro de pocas décadas . Envolvámonos de nuevo en nieves, ríos, tierra y mares limpios, como un verdadero regalo para todos, no solo para los humanos.

Solo rezando no solucionaremos nada, los milagros salen de las estrategias, Jesús no hacía magia, sus pescados fueron sacados del mar y el milagro fue convencer a la gente que tenían alimento ahí cerca pero había que identificar la causa del problema, era un tipo muy inteligente solo que la historia religiosa quemó las estrategias y confeccionó una Biblia incompleta.

Todo comienzo se debe a las semillas y todo crecimiento a los cuidados, actuemos para poder festejar rebrotes una y otra vez en nuestros calendarios.

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[1] Suena al libro del Apocalípsis de la Biblia, pero es informe científico anual 2014 de las Naciones Unidas.