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El 12 de octubre hay elecciones presidenciales en Bolivia y las cinco tiendas políticas en competencia ofrecen industrialización y exportación como la máxima aspiración del país en crecimiento económico, en tiempos en que ya no hay materias primas ni agua.
La ciencia ha hecho posible el milagro de la vida con un trasplante de corazón, ha frenado epidemias que devastaban ciudades enteras, ha creado el jabón, las vacunas, el transporte, el teléfono y las máquinas de producción acelerada. Pero cuando la industria se volvió revolución, se apoderó de la ciencia, le puso precio y hasta ahora la distribuye solo entre quienes pueden pagarla. Por otro lado la industria es el mecanismo para acumular poder económico y político, por eso muchos estados de primer mundo se han hecho accionistas de la industria, no son poderosos porque solucionen el hambre en sus países, la pobreza, la injusticia, la desigualdad, la violencia; son poderosos porque planifican y actúan industrialmente y participan en el control de los precios de los elementos básicos.
La principal industria en el mundo es la guerra1, Bolivia tuvo fama en la época de precios altos para el estaño por la provisión de materia prima para la fabricación de armamento; en general la guerra es la que más beneficia a sectores dedicados a la extracción de materias primas en países que las poseen, es decir, no se beneficia el país, sino el sector minero explotador siempre accionado por empresarios privados ligados a alguna transnacional. El eje articulador del poder industrial es otra industria, la de la energía fósil que es la sangre que posibilita sus flujos transformadores y comercializadores y que tiene un límite de disponibilidad.
Hoy bajo el mismo modelo se industrializa el agro, las semillas, los servicios, los derechos y se quería someter el agua pero en Bolivia la pudimos defender en alguna medida2.
Por eso, ser un país industrial para nosotros como territorio abundante en materias primas, significa incrementar nuestras vulnerabilidades a las decisiones del mercado internacional, por cosas como su capacidad de acumulación de nuestras materias primas o productos industrializados en sus bancos de especie y patentes hasta el punto de volverse ellos los proveedores y de esta forma decidir sobre los precios a medida que nosotros vayamos agotando las fuentes de origen y no tengamos nada para negociar sino solo el precio de recompra que tendremos que pagar.
Mucha gente sigue pensando que los recursos naturales se pueden controlar, por ejemplo piensan que se puede cortar un árbol volverlo muebles y plantar diez árboles para compensar, pero en términos de naturaleza no se compensa así, los tiempos de crecimiento son largos no van al ritmo de la industria, la demanda de agua de cada árbol es amplia porque extrae agua para sí mismo pero también para el complejo vital que le rodea, por eso los usos forestales desregulan el ciclo hídrico, liberan el dióxido de carbono atrapado e impactan sobre las otras especies que dependen de un árbol provocando su extinción así como migraciones y desplazamientos que incluyen comunidades humanas.
La sobreproducción de la industria exige materias primas en velocidad y volúmenes superiores a los que la naturaleza puede regenerar sea natural o incluso artificialmente, por eso ahora se han extinguido para siempre importantes especies de toda la flora y fauna3.
En el aspecto netamente social, una fábrica industrial demanda poca mano de obra porque está maquinizada, por lo tanto para generar fuentes de empleo se necesitan muchas fábricas industriales o se necesita desmaquinizar la industria, de manera que más personas que necesitan trabajo puedan fabricar las cosas con sus manos, esto provocaría un efecto reversa de los desplazamientos de personas que ocasionaron décadas atrás los avances tecnológicos en mecanización y automatización de los procesos productivos. Si esperamos que esto ocurra ya no es negocio rentable porque se tendría que pagar más sueldos y obligaciones laborales, seguros de salud, etc., costos que la industria siempre ha buscado minimizar, tanto que ha generado la llamada tercearización, subcontratando mano de obra barata en países de tercer mundo, sobre todo mujeres y niños en el Asia.
Estos son apenas unos pocos elementos de análisis, cada persona tendrá los suyos propios como por ejemplo la industria nuclear o la expansión de la frontera agrícola en desmedro del bosque amazónico y la biodiversidad, pero básicamente seguir escuchando propuestas de gobierno plagadas de industrialidad ideológica es contribuir al colapso de la vida, las palabras industria y sostenibilidad son absolutamente incompatibles, seguir creyendo que es posible combinarlas es un engaño porque solamente estamos fabricando devastación en un estado que combina mecánicamente civilización con modernidad a un nivel límite tan extremo que el cuerpo planetario en su conjunto le está diciendo a la humanidad que se busque otro planeta si quiere seguir explotando.
[1] ¿Será que se puede llamar prosperidad y progreso proveer materiales para la guerra?
[2] Bolivia defendió el agua de la mercantilización privada, pero solo en su estado natural con destino al servicio básico local y al riego de cultivos en las ciudades de La Paz y Cochabamba. con respecto a su utilización para todos los otros fines industriales extractivos, no la pudimos defender y al igual que en todo el planeta la estamos perdiendo.
[3] Recordemos siempre que un producto industrial no solo es materia prima transformada, requiere insumos de toda clase y cada insumo es un producto en determinado momento, por lo tanto un artículo que compramos es el resultado de la articulación de varias industrias en una dinámica explotadora de materias primas que está agotando las energías que personas, animales y plantas necesitamos para vivir y que las obtenemos de manera espontánea de la naturaleza sin costo económico, como el aire, el agua, el calor, el frío, los vientos, los rayos solares, la fuerza de los ríos, los alimentos en el caso de los animales silvestres, etc.
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