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La historia de los mineros en Bolivia está marcada con la lucha por la sindicalización que fue respondida a bala por parte del gobierno de Enrique Peñaranda, (1942), precisamente en Catavi y Siglo XX, Departamento de Potosí, hoy su lucha es por recibir la mejor renta de jubilación a esta clase obrera, propuesta en 8.000 bolivianos.
Durante el primer gobierno del MNR, presidido por Víctor Paz E., los mineros, junto a otros sectores de trabajadores, formaron parte de la Junta de Gobierno; pero se dan cuenta que no era un pensamiento de izquierda que había llegado al poder con la Revolución de de 1952, al sentirse traicionados, se alejan de Palacio; pero se constituyen en la principal fuerza sindical en la Central Obrera Boliviana, COB, a cuya cabeza siempre está un minero, hasta hoy.
En los mejores tiempos de la COMIBOL, empresa estatal minera creada bajo el gobierno del MNR, los mineros constituyen una fuerza sindical importante, identificada como la poderosa Federación de Trabajadores Mineros de Bolivia, FSTMB, cuya movilización hacía temblar presidentes, hasta que otro gobierno del MNR, en 1985, los desbarata con la aplicación de todo un paquete neoliberal impuesto en el país y que lleva a la relocalización de más de 20 mil obreros de las minas, echados a la calles.
De esos obreros, los relocalizados, hay experforistas que apenas reciben una renta de jubilación de menos de 1.500 bolivianos con más de 25 años de trabajo entregados al Estado. Cuando se afirma que los mineros pelean por una renta de jubilación de ocho mil bolivianos, sería muy esclarecedor señalar con precisión a qué minero se refieren. En el lenguaje de la COMIBOL, hay trabajadores en interior y exterior mina.
Seguramente se descarta la posibilidad de que un obrero de exterior mina se quiera jubilar con 8.000 bolivianos; pero también en el socavón existen diferencias de obreros: perforistas, matapalos, carreros, maquinistas y otros que no cumplen la misma labor sacrificada. Hay gente que escupe sangre para ganarse merecidamente lo que le corresponde.
El minero de verdad no es al que se ve en la televisión, con guardatojos flamantes, todo de lujo con la imagen del Comandante “Che” Guevara, con insignias y reluciente; el verdadero topo humano tiene su casco de seguridad bañado en sudor y copajira, olor a dinamita, cigarro y coca que es una necesidad dentro la mina, su ropa hecha jirones y la botas que le permiten caminar apenas dentro de los oscuros parajes donde se puede sentir el aliento del “tío”.
¿Será este obrero que gana hasta 50 mil bolivianos mes que muestra el gobierno? ¿Estará comprendido entre los que llegan a ganar hasta 35 mil o al menos hasta 20 mil mensuales? ¿Estará dentro del grupo de los 400 mineros cuyos haberes están por encima del Presidente? ¿Es éste minero que escupe sangre para que los bolivianos vivamos mejor? ¿Los ocho mil bolivianos que reciba de renta de jubilación le devolverán los pulmones destrozados por la silicosis? ¿Qué tanto sabemos los bolivianos del trabajo en la mina?
Las injusticias llegan a extremos, no aparecen en el discurso sindical ni del gobierno: hay no pocos miles de personas en el país que reciben rentas superiores a los ocho mil bolivianos; seguramente algunos con merecimientos; pero los más sólo fueron serviles a los gobiernos de turno o tuvieron un buen padrino en el poder para hacerse de un cargo jerárquico sin merecimiento alguno. Eran otros tiempos en que se quería llegar a viejo y a jefe para acogerse a la jubilación con el total ganado.
Esto de las rentas de la jubilación no es cosa sencilla, lo cierto es que debe ser sostenible para garantizar el futuro de los trabajadores que vienen por detrás; pero al margen de la discusión de sectores de obreros a jubilarse debe consensuarse en algo vital: jubilación que permita vivir con dignidad los últimos años de la vida.
Si la oferta del gobierno es de hasta 3.200 bolivianos para quienes trabajen 35 años, se puede colegir que la jubilación será para las personas mayores de 55 años. ¿Cuánto es el promedio de vida calculado para Bolivia?
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