Opinion

COLGANDIJOS
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 19 Marzo, 2013 - 18:09

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En la jerga de los medios de comunicación se utiliza este término para señalar al que “caza noticias”, es el que grabadora en mano está detrás de los hechos o los “hechos” lo buscan. Generalmente tiene su oficina en la plaza principal de la ciudad, es ahí donde aparece la gente “importante” que hace noticia y sólo hay que colgarse al enjambre de los micrófonos para grabar en “bruto” para ser enviado a la sala de prensa o departamento de noticias, si es que hay.

Hace pocas décadas no había tantas emisoras de radio ni televisión como las que existen hoy, por lo tanto, no existían los “muchachos de la grabadora y las cámaras” que hoy son multitud, así como ya nadie sabe cuántas emisoras ocupan el espacio etéreo y el dial. Ahora con la tecnología del celular, la “primicia” está inmediatamente en el aire, se emite y más de las veces sin ninguna edición, valoración, equilibrio ni el aporte de construir una sociedad donde más bien se destruyen imágenes en fracción de minutos.

Sin embargo el trabajo del “colgandijo” es importante. Los políticos, autoridades, dirigentes, y otras personas que siempre aparecen para la entrevista, suelen tratarlos con respeto mentiroso y adulador cuando hablan con ellos, luego “rajan” y comentan las debilidades del hombre de la grabadora. Es mejor tenerlos como amigo que como enemigo, dicen.

Cuando se lanza una “pepa” o primicia, generalmente no se busca la otra cara de la medalla, esa es una gran debilidad, no existe la otra parte sobre quien se habla o se convierte en noticia, no se va a la fuente del hecho que no siempre está en la plaza. La información se da por cierta, cuando en realidad está muy alejada de la verdad.
Sea como fuere, el muchacho de la grabadora está en la calle o la plaza en busca de la materia prima para los medios de comunicación masiva, son pocos quienes luego de pasar por esta etapa se hicieron y se hacen grandes, con opinión influyente, respetados, reconocidos y valorados por la sociedad a la que ayudaron a construir con un sello de responsabilidad.

Hoy existen otro tipo de colgandijos, son aquellos que se “cuelgan” al fácil recurso del internet para bajar la noticia. Sin ningún estupor leen las noticias que están en ciberespacio sin mencionar la fuente, leen los sucesos vertidos en los periódicos digitales o reciben de gentiliza la edición del día y buscan lo más importante, los sensacional, aquello que para la agencia noticiosa o la empresa editorial ha costado investigar, pagar recursos humanos, editar, gastar tinta; pero además el colgandijo moderno añade su propia cosecha sobre el asunto, aparece como suyo el trabajo de obtener la noticia. Es comentarista y periodista.

Una definición básica de la función de un medio de comunicación masiva es que ésta educa, entretiene e informa. Si la educación e información se mediera en base a la cantidad de medios, entonces nuestro Estado Plurinacional tendría la población más educada, informada y culta. Con un contenido educativo, equilibrado y constructivo a través de los medios de comunicación la inseguridad ciudadana dejaría de ser noticia en la dimensión que hoy existe.

Los medios masivos de comunicación están inmersos en nuestra sociedad, no sobre ella, por lo tanto, es imperativo pensar que el contenido que ofrecen, desde aquel que recoge la materia prima hasta el editor final, consideren que la población va perdiendo valores propios para asumir otros ajenos, actitudes de evadir la realidad, ocuparse de lo banal y destrucción de imágenes, un comportamiento acrítico y conformista que es lo que se consigue cuando la población todavía piensa que aquel que tiene el micrófono posee la verdad.

Dentro de la corresponsabilidad que significa construir la sociedad de este Siglo, los medios masivos de comunicación tienen que retomar el concepto de que están siendo sometidos a observación sistemática y análisis crítico (R. Beltrán), y por tanto, no son un poder aparte.

En todo caso, siempre es bueno considerar la otra cara de la medalla, lo contrario es ratificar que la transparencia informativa  sigue siendo una utopía.