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La escuela nocturna, de manera general la educación alternativa, era considerada como el patio trasero del sistema de educación boliviana, tenía que mendigar por otros lados para merecer alguna atención o era refugio para los maestros ya “antiguos” que debían ir a vegetar en la nocturna.
En ocasiones era el puesto de trabajo como preceptor para funcionarios públicos, magistrados, docentes de la Universidad, politiqueros, los “llunk’us” de las autoridades de turno, otros que además tenían el título de Maestro y debían justificar el ítem, era el lugar de descanso.
Para tener alumnos se ofrecía matrícula gratuita, se compraba algún material escolar como lápiz, cuaderno y hasta se regalaba golosinas para que los chicos asistan a la nocturna. Con raras excepciones, la calidad de enseñanza estaba echada a su suerte.
¿Quiénes asistían a la nocturna? Paralelamente un estudiante podía asistir a la escuela regular en el día e inscribirse en el mismo curso u otro más avanzado. Para éstos era una diversión, una manera justificada para salir de casa y corretear por las calles hasta las nueve de la noche. ¿A caso no advertimos el bullicio a la salida de la Nocturna?
Pero también era lugar de enseñanza para los niños trabajadores, aquellos que no podían asistir de día: aprendices de oficios, ayudantes de albañilería, niños migrantes del campo que se adaptaban a la ciudad, empleadas domésticas, ahora trabajadoras del hogar, los expulsados de las escuelas diurnas; pero también había una población que tomaba en serio sus estudios, ávidos por el saber; pero no siempre tenía a un maestro que llenaba sus expectativas. No pocos de aquellos hoy están triunfando en la vida y sirviendo al país. Ahí la Nocturno cumplió su mi misión.
Al presente las escuelas Nocturnas están disminuidas. Cada vez menos alumnos. Es que el sistema computarizado RUE ya no permite doble matrícula, el bono Juancito Pinto tiene un control estricto y quedaron lejos “las listas fantasmas”. También era anecdótico que cuando visitaba la Nocturna algún supervisor, el maestro era hábil para “prestarse” alumnos de otros cursos u otro turno para mostrar que tenía estudiantes en aula.
Es tan variada la historia del país que antes de la Revolución del 1952, en la década de los 30 las nocturnas eran clandestinas: el obrero, el campesino, la clase marginada y despreciada por los nuevos dueños del país, después de la colonia, no tenían el derecho a aprender a leer y a escribir; sólo eran pongos, servidumbre gratuita, arrinconados a la semiesclavitud.
El concepto de la “Nocturna”, educación alternativa hoy debe cambiar: los mejores maestros, no importa la edad, si son más jóvenes, mejor. Nuevo espíritu, metodología y didáctica pertinente, puertas abiertas y entrega al estudiante obrero, campesino, humilde que está obligado a trabajar de día y debe estudiar de noche. Debe ser la mejor escuela del sistema, dotado con todo lo necesario, ambientes adecuados, si con calefacción, mejor, aire acondicionado en el oriente: la educación no es un gasto, es una inversión.
La educación alternativa no sólo es “nocturna”. El concepto no está siendo bien entendido en la sociedad; es todo un sistema. Aquí la escuela tradicional de noche cambia.
En otros países los niños no van a la nocturna, es más, no existen. No hay niños trabajadores. La misma sociedad se encarga de que toda la población en edad escolar asista a las aulas de día y no sólo cuatro horas.
¿Nuestras escuelas nocturnas están atestadas de alumnos? ¿La matrícula en la nocturna crece o decrece? ¿Necesitamos más escuelas y maestros en la Nocturna? ¿Están los docentes más idóneos en este sistema? ¿Cuántos alumnos por curso se deben atender? ¿Cuánto más nocturnas, más pobreza? ¿Están los docentes asignados por su especialidad, nivel y formación? ¿Sigue siendo la nocturna una cuota política para quienes nos gobiernan? ¿Hay que tenerle miedo al reordenamiento?
En Bolivia ya izamos la “Bandera Blanca”, somos un país libre del analfabetismo, que no debemos pasar del 5% de la población que no sepa leer o escribir, este grupo no siempre está en edad escolar, por tanto, se requiere repensar la educación nocturna, ésta no es sinónimo de alfabetización, es un poco más.
¿Puede ser la Nocturna un parámetro para considerar el Índice de Desarrollo Humano?
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