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Tuve la suerte de nacer en un hogar bilingüe: quechua y aimara, lenguas originarias y ancestrales. Recuerdo que mis padres se comunicaban en ambos idiomas al igual que sus progenitores y seguramente por generaciones pasadas. Al asentarse en la ciudad, mis mayores aprendieron otra lengua ajena a nuestras raíces: el español.
Mi lengua materna es el quechua; pero igual aprendí el aimara aunque no con tanta fluidez y la riqueza que encierra este idioma. Hoy no domino ninguna de esas lenguas ni me exigen en ninguna parte comunicarme en los idiomas de mi origen; a la vez tengo dificultades con la sintaxis, la morfología, la gramática, las reglas de acentuación y otras normas que rigen el español que me fue impuesta.
Cuando asistí a la escuela me prohibieron hablar el quechua, era pecado. A tanto de repetir y repetir balbucee el castellano, las primeras palabras que escribí: “dado”, “pala”, “torta”… estaban en español. Al pasar el tiempo, en la escuela y después el colegio, era una vergüenza hablar en idioma nativo, total discriminación para lo ancestral: todos los actos cívicos, las lecciones, es decir el currículo, estaba en el idioma de los invasores.
Ahora me doy cuenta que toda América sufrió una desposesión de sus idiomas originarios: en el norte inglés que trajeron los colonizadores y no les permitieron aprender esa lengua a los nativos porque sencillamente se propusieron exterminarlos; desde México hacia abajo el español; en algunas partes de Centro América el francés y en lo que hoy es Brasil: portugués. Sencillamente las lenguas nativas fueron puestas al olvido.
¿Son los idiomas de los colonizadores superiores a lo nuestro? ¿No fueron impuestos a punta de la cruz y la espada? ¿No se puede hacer ciencia y tecnología con lo nuestro? ¿O con los otros más de treinta idiomas que son reconocidos en nuestro actual Estado Plurinacional? Cuando llegué a la Universidad, nada de lo nativo, había que balbucear el inglés, materia obligada para seguir en carrera.
Ahora, con el modelo de educación sociocomunitaria y productiva que se aplica en el país, dizque se debe iniciar el aprendizaje escolar en un idioma nativo. ¿Se está haciendo realmente eso? ¿No se ha convertido también en un negocio esto de aprender un idioma ancestral?
La experiencia me demostró que más vale un certificado de un curso rápido de quechua que tener como lengua como materna, realmente hablar y entender. En la mesa de calificación de expediente me preguntaron si sabía algún idioma nativo, dije que sí, me exigieron certificado, como no tenía me valoraron cero en la casilla correspondiente, y diez a otra persona que tenía el cartón a colores.
En el régimen de gobierno actual es una exigencia que el funcionario público hable un idioma nativo, según la región. ¿Se aplica en la realidad? ¿Le atienden a uno en idioma nativo? ¿Qué se reproduce más: el idioma extraño o el ancestral?
El despliegue de los idiomas calificados de superiores o universales arrasa con los originarios o nativos, las NTICs tienen su propio idioma, quienes habitamos en los países que no adelantamos en ciencia y tecnología somos desposeídos de los nuestro, cada vez nos sentimos cercados por lo extranjero, entonces nos han capturado y aceptamos el sometimiento, de manera pasiva, tranquila, otra forma de colonización en el Siglo XXI.
Para alentar la autoestima por lo nuestro, sería ejemplificador que una cátedra en la Universidad, algún campo del conocimiento humano sea facilitado en idioma nuestro o que los mandatarios del Estado emitan un discurso con contenido profundo en su idioma nativo, de tal manera que no sólo sean palabras el recuperar lo ancestral.
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