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“Corrupción, negligencia y falta de conocimiento” son factores que conspiran en contra de la gestión gubernamental, según Héctor Arce, procurador general del país, que hace un balance para entender las debilidades internas después de una década de gestión al mando del gobierno.
Si lo dice el Procurador General es digno de tomarlo en cuenta, no lo dice alguien de la derecha o un opositor de quien se podría poner en duda su opinión, como están acostumbrados en el MAS para descalificar las percepciones que son desvalorizadas por sus líderes. Si lo dice el Procurador debe ser sobre la base de datos y argumentos —que de hecho— ha pasado inadvertido para sus adherentes.
El tema de la corrupción es tan evidente que no da lugar a dudas, el Procurador General asume una posición sensata y coherente, por cuanto un eje estratégico que el gobierno había señalado como prioridad — sobre lucha contra la corrupción— no pasó nada, al contrario, se profundizó con la pasividad y complicidad de las mismas autoridades encargadas a luchar y generar credibilidad en la ciudadanía.
Aunque el criterio del Procurador General de reducir la conspiración en contra de la administración pública a solo tres elementos, resulta ser muy limitado, sin embargo, es un buen paso para saber que la conspiración es interna al partido, al gobierno y al desempeño de sus autoridades que le hacen flaco favor al “proceso de cambio” que quiere mostrar una imagen diferente, pero que a pesar del esfuerzo que hacen nada les sale bien.
La opinión pública muy sensible frente a las declaraciones del Procurador, contribuye con otros factores que conspiran en contra de la administración pública, se refieren por ejemplo al prebendalismo al que se somete a los movimientos sociales, obsequiándoles edificios, movilidades cero kilómetros o instalación de emisoras, concesión de licencias y frecuencias de funcionamiento en comunidades campesinas, originarias, comprometiendo su independencia política.
La falta de criterio para responder a demandas urgentes de la sociedad boliviana, por ejemplo, agua en la ciudad de La Paz, sistemas de riego para incrementar la producción agrícola en el sector rural, hay mayor preferencia por construir tinglados, poner pasto sintético y enmallar las canchas de fútbol hasta en los “quintos infiernos”, porque según el Presidente “eso es lo que pide la ciudadanía”, en vez de construir hospitales de primer nivel que tanta falta hace para mejorar el acceso a la salud y responder a otras necesidades que contribuyan a generar empleo.
La falta de conocimiento es tan evidente que salta a la vista, cargos importantes de la administración pública en manos de funcionarios incompetentes que acceden al cargo gracias a su filiación partidaria, no sirven las competencias y la formación académica que está devaluada para este gobierno, pero además, se suma la falta de información, el “no sabía”, “se rompió la cadena de mando”, es la salida más usual de las autoridades de gobierno para deslindar sus responsabilidades y actuar con mano dura sancionando a los mandos intermedios que obedecen órdenes superiores y que no les queda más remedio que acatar o quedarse sin trabajo.
“La falta de ética y de principios morales, el enriquecimiento ilícito, el oportunismo, la judicialización de los opositores, la injerencia en la justicia, el caudillismo prorroguista”, referido en las redes sociales, son también factores que conspiran en contra de la administración pública y que implicaría un cambio de actitud en las autoridades de gobierno,si quieren recuperar la credibilidad y la confianza en la administración pública —que en este gobierno— se encuentra muy cuestionado por la sociedad boliviana.
El autor es periodista y docente universitario
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