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La publicación de resultados de las encuestas en los medios de comunicación, a unos días de la realización de las elecciones presidenciales, puede tener el efecto de inducir el voto de los indecisos a favor del candidato que ocupa en primer lugar en la intención de voto.
Es necesario aclarar que las encuestas constituyen un dato referencial que no siempre logra mostrar las tendencias del voto que se darán el día de las elecciones, sobre todo por la cantidad de la muestra elegida que habitualmente no pasa de las 1.800 encuestas aplicadas en eje troncal: La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, que no representa una muestra nacional de la población que tiene el país, con más de once millones de habitantes.
Basta mencionar, como ejemplo, lo que ocurrió en Brasil en las elecciones del domingo 5 de octubre,en las que la candidata Marina Silva, favorita en las primeras encuestas publicadas en los medios, no logró más del 21% ubicándose en tercer lugar, el candidato Aecio Neves —que en las encuestas iniciales no sonaba ni tronaba— logró el 34%, siendo segundo y forzando el balotaje de la segunda vuelta con Dilma Rousseff con el 42% de los votos, quien dará “una dura lucha” para lograr el apoyo de los brasileros. Por tanto, está claro que las encuestas sirven de referente para conocer las tendencias del voto, pero no siempre es el reflejo real de lo que ocurrirá en las elecciones.
Por lo tanto, a estas “alturas del partido”, las encuestas no ponen al descubierto el voto de los indecisos, el voto útil, el voto cruzado, el voto militante que no aparecen en las encuestas ni en los medios impresos; no es nada más un resultado relativo que se tendrá que comprobar con los datos reales proporcionados por el Supremo Tribunal Electoral, tras el conteo de votos que puede durar unos días antes de tener el dato oficial.
Si bien se dice que los medios de comunicación son decisivos para optar por un partido, ahora la influencia en la decisión del voto es muy relativa y depende de muchos factores, como son el intercambio de información y la interacción que desarrolla el elector con otros votantes, condicionados por el edad, el conocimiento sobre los candidatos, la propuesta de gobierno, la militancia en un partido, una organización social, las amistades, la profesión, en fin, una serie de variables que en definitiva servirán para inclinar el apoyo a uno u otro candidato.
Por tanto, no necesariamente las encuestas pueden ser el parámetro para anticiparse a la intención de voto y mucho menos para inducir o dirigir el voto de ningún ciudadano. Por otro lado, la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, en los Derechos Políticos, Artículo 26, párrafo 2, señala “El sufragio mediante voto igual, universal, directo, individual, secreto, libre, obligatorio, escrutado públicamente”, principio fundamental que cada ciudadano boliviano debe tomar en cuenta para asumir la decisión del voto, dejando de lado las presiones, insinuaciones, intimidación y amenazas.
El domingo 12 de octubre asistiremos a las urnas, asumiendo la conciencia de que el país será conducido por un gobierno porcinco años, con el deber de que contribuya a satisfacer el bien común de todos los bolivianos, donde prevalezca la justicia y se restituyan los derechos humanos y la dignidad de las personas, que se luche contra la inseguridad ciudadana, el narcotráfico, la corrupción, el contrabando, que constituyen un desafío ético y moral para el nuevo gobierno que asumirá el poder. El voto debe ser personal, individual y libre, al margen de las presiones externas.
El autor es periodista y docente universitario
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