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Después de tanto conflicto e incertidumbre en la UMSS, finalmente el viernes 6 de mayo se realizará el Claustro Universitario para elegir Rector y Vicerrector, después de 8 meses de la conclusión de gestión de las autoridades elegidas para el periodo 2011 – 2015, que por la crisis institucional dio paso a la sucesión, con la presencia de tres Rectores, de acuerdo a lo que establece la normativa universitaria.
Las autoridades legal y legítimamente constituidas, vía elección, tienen el desafío de encarar con prioridad dos problemas que se encuentran pendientes de solución: el Congreso Institucional para modificar y readecuar el Estatuto al nuevo contexto que vive el país y la universidad, al mismo tiempo, solucionar el problema de los docentes extraordinarios que exigen titularización —eso si— buscando mecanismos que no vulneren la normativa por intereses políticos y acciones de grupos de poder.
Dos tareas urgentes de solución que las futuras autoridades deben encarar con urgencia y que no debería ser “promesa de campaña”, porque cualquier frente que sea elegido tiene la ineludible obligación de enfrentar estos dos retos, para dotar a la universidad de normas actualizadas y coherentes que permitan recuperar la institucionalidad, respetando criterios de calidad y excelencia académica en el marco de la transformación y la reforma educativa.
Es recomendable que el Rector elegido responda a un perfil en el que se destaque sobre todo la experiencia académica reconocida por la comunidad universitaria. En su trayectoria personal al menos debería haber sido consejero de carrera, facultativo, universitario, director de carrera, director académico, decano hasta llegar al cargo de Rector. No es algo que se improvisa, sino que se va preparando previamente y cumpliendo una serie de cargos y aprendiendo de las necesidades que requiere la universidad.
Para ser Rector debe haber publicado libros, revistas, trabajos de investigación científica, conferencias magistrales, es decir, tener una autoridad moral y académica reconocida por la sociedad y por el sistema educativo estatal, que vería con agrado el aporte que desarrolla en la formación profesional.
También se debe exigir capacidad para planificar, organizar y ejecutar reformas en la universidad para disponer de un nuevo estatuto, de un modelo educativo, un reglamento de procesos, tribunal de primera instancia y de apelación que posibilite enmendar los errores del pasado en la aplicación de la normativa universitaria por presiones de grupos de poder.
Asimismo, el Rector elegido en Claustro Universitario debe ser un buen negociador, hombre o mujer de diálogo, con simpatía, amistad y popularidad con la comunidad universitaria. De igual modo, tener experiencia en gestión y administración de instituciones de educación superior (no basta haber sido dirigente de la FUD), además de interrelación con el Comité Ejecutivo de la Universidad Boliviana (CEUB), universidades públicas y privadas, apertura y buen trato con la prensa que acude en busca de información de las autoridades.
Debemos exigir que el Rector sea —en lo posible— un líder con empatía y capacidad de buscar acuerdos y consensos en situaciones de conflicto y de crisis. No basta que disponga de una estructura política que le apoya y apaña su capacidad de desplegar actitudes de autoritarismo, intransigencia y manipulación de las bases administrativas, docentes y estudiantiles.
El Rector, la persona que gobierna la universidad, conocido como Magnífico Señor Rector, es la Máxima Autoridad Ejecutiva que debe inspirar respeto, credibilidad y confianza en la gestión y la administración de la universidad. Si el candidato por el que vamos a votar en el Claustro Universitario del 6 mayo responde a estas exigencias, nuestra universidad, los docentes y estudiantes seremos también los ganadores de la contienda electoral.
El autor es periodista y docente universitario
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