Opinion

EL ENCANTO DEL TITICACA
Ojo al Charque
Constantino Rojas Burgos
Viernes, 8 Noviembre, 2013 - 16:34

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“Diez bolivianos ida y vuelta a las Islas Flotantes”, grita la competencia en la ribera  del lago en Copacabana. “Usted mismo escoge la trucha que le gusta y se lo preparan al instante”, recalca el vocero para motivar e interesar al turista a subir al bote y emprender camino hacia el lago.

Copacabana  se encuentra a 155 kilómetros de la ciudad de La Paz. Es un sitio turístico visitado por nacionales y extranjeros de todas partes del mundo, con el propósito de pasar unos días disfrutando de las bondades que tiene este apacible pueblo, con la vista del legendario del lago.

Lo primero que quiere el turista es abordar un bote para recorrer el lago e introducirse lo más posible en el interior del mismo. Una alternativa es la visita a la Isla del Sol en un recorrido promedio de una hora acompañados de 25 a 30 turistas que disfrutan del aire puro y de las pequeñas olas que dejan abrir camino con el motor de la lancha.

Siguiendo la misma ruta, al frente de la Isla del Sol encontramos la Isla de la Luna, conocida también como Coati, un sitio que en los años de la década de los 40 y en la dictadura de Banzer (1971 – 1978), utilizaban como campo de concentración para el destierro de los presos políticos y de dirigentes sindicales que no comulgaban con el gobierno y que sufrían los rigores del destierro por largos meses de abandono y olvido.

Pero hay más, llegados a la Isla del Sol, una opción es quedarse en el sitio para subir una escalinata para encontrar una fuente de agua donde el turista puede bañarse y refrescarse del cansancio. Algunos dicen que se trata de la fuente del amor y que contribuye a unir y bendecir a las parejas que visitan el sitio.

Siguiendo la ruta, el turista tiene la posibilidad de continuar la travesía hacia la Isla del Sol norte, un promedio de 50 minutos de viaje en el bote para visitar el museo de Challapampa, restos arqueológicos encontrados en los alrededores de la zona con participación de arqueólogos  bolivianos y norteamericanos que lograron recuperar fósiles, cerámica fundido de animales en hierro y bronce.

La visita no termina en el museo. Es más bien el inicio de una larga caminata hacia las ruinas donde se encuentra la Chinkana, una caminata más o menos de una hora y media solo de ida, pero lo más interesante es el conocimiento que uno adquiere de la presencia de la cultura tiwanakota expresada en la Chinkana, una especie de laberinto construido de piedra y que tiene puertas y accesos que se conectan unos con otros.

Terminado el recorrido, hay que volver a la lancha y emprender el retorno a Copacabana, no sin antes visitar la Isla Flotante, donde el turista tiene la oportunidad de tomar un descanso, escoger una trucha y esperar que en unos minutos esté servido el plato para disfrutar de un producto fresco como dicen “del productor al consumidor”, una rica trucha acompañada de arroz, papa tostada y ensalada para satisfacer el apetito después de una larga jornada de paseo por el lago.

La Isla Flotante ha sido hábilmente construida ocupando un sitio el lago con
soportes deconcreto, estructura de maderayn encima ramas de totora,  junto a un
criadero de truchas donde elturista puedeelegir supresa para satisfacer su gusto y decir
que estuvo en la IslaFlotante. Después deun recorridode más o menos 12 horas de
visitar distintos lugares del Lago Titicaca,viene el retorno alhotel para tomar una
ducha, descansar paraluego recorrer por elpueblo, pero hay más sitiosturísticos como
la Horca del Inca, elCalvario, el Santuariode Copacabana, la Isla del Sapo, el encanto
del Titicaca.

El autor es periodista y docente universitario