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La fortaleza de la Ciudadela y el Palacio de Sans Souci (sin preocupaciones en francés) son atractivos turísticos históricos que ofrece Haití al turista del mundo. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1982 y Parque Nacional Histórico de Haití, para los haitianos se trata de la octava maravilla del mundo y es uno de los símbolos nacionales de la emancipación de los esclavos negros, la lucha y la resistencia en contra de los invasores.
La ciudadela “Laferriere” o Ciudadela Henry Christopher, Citadelle o solo Ciudadela, es una fortaleza imponente por las dimensiones de la infraestructura construida en 10 mil metros cuadrados en la cima más alta de la cordillera con el trabajo de 20 mil hombres y por espacio de 15 años. Tiene la apariencia de un barco de guerra, construida a inicios del Siglo XIX para la defensa del país, si es que los franceses asumieran la decisión de recuperar su antigua colonia.
Henry Christopher, autocoronado como “rey”, fue el promotor de la construcción de la fortaleza en el periodo en que ocupaba el cargo de General del Ejército haitiano y gobernador de la región norte del país, figura prominente de la revolución de los esclavos negros. El guía de la Fortaleza refiere que La Citadelle no se utilizó nunca con fines bélicos, cuenta con un promedio de 365 cañones y municiones de fierro, del tamaño de una pelota de fútbol, por si los franceses no se animaran a invadir otra vez Cabo Haitiano.
La Fortaleza de la Ciudadela se encuentra ubicada en el Norte de Haití, en el límite entre Dandon y Milot a 40 kilómetros de Cabo Haitiano, una media hora de viaje en “tap tap” (medio habilitado para el transporte de personas en una camioneta con asientos y un toldo de metal). De Milot a la fortaleza, hay una distancia de 6 kilómetros de puro ascenso hasta la cima que puede durar como dos horas si se hace a pie. Habitualmente el ascenso en un primer tramo se hace en motocicleta en unos 20 minutos, el segundo tramo a caballo en 25 minutos en una empinada que sube y sube, como si se tratara de llegar al cielo.
Una vez llegada a la Fortaleza, se inicia la visita a la maravillosa e imponente infraestructura construida de piedra, lugar desde el cual se puede apreciar el horizonte lleno de verdor y de cielo azulado. Se trata del fortín más grande del Caribe y que lamentablemente el Gobierno haitiano no promueve el turismo receptivo, por falta de una estrategia nacional que promueva el turismo hacia Cabo Haitiano, que tiene toda la infraestructura hotelera instalada pero además paisaje, clima tropical, tradiciones, historia, leyendas, playas de mar y un gran valor cultural digna de ser visitada.
El descenso de la Fortaleza, después de unas tres horas de recorrido por las distintas dependencias, nos conduce al Palacio de Sans Souci, ubicada en Milot junto a la Capilla. Refieren que se trata del edificio residencial del Rey Henry Christopher con un complejo administrativo que constaba de hospital, colegio, imprenta, capilla, cárcel, arsenal, cuarteles, establo, incluso queda el árbol de la justicia donde se sentaba el Rey para juzgar y dar castigos.
Del Palacio de Sans Souci solo quedan las ruinas, fue dañado por el terremoto de 1842 que destruyó gran parte de la infraestructura y que nunca fue reconstruido, pero a pesar del tiempo conserva las paredes de ladrillo, las puertas altas y anchas y un gran frontis que impresiona a cualquier turista.
El potencial turístico de Cabo Haitiano se complementa con un solaz esparcimiento en la Playa de Cormier, un lugar paradisiaco que invita al descanso y el chapuzón en el océano atlántico, además de la Playa de Labadie donde invita al deporte acuático, ir al puerto y disfrutar de las aguas y de la brisa del mar, además de apreciar la artesanía típica de la región, principalmente la pintura.
Si bien Haití es el país más pobre de América y el Caribe, es rica en tradiciones, leyendas, historia, cultura, clima, mar, paisajes, que por el estigma de “pobre” no se conoce las enormes potencialidades que presenta para el turismo. Yo tuve el privilegio de estar allí y se los recomiendo.
Constantino Rojas es periodista y docente universitario
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