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A pesar de más de 10 años de gobierno socialista, más allá o más aquí del Estado Plurinacional, seguimos siendo una sociedad pre-industrial y estática. El todo fluye y todo cambia de Heráclito o que nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, porque las aguas no son las mismas, no cabe dentro del estatismo paternalistas del Estado Plurinacional. Todo el discurso político e ideológico de Evo Morales, García Linera y los otros, invita a bañarse al pueblo siempre en las mismas aguas del estatismo estático.
En Bolivia todavía están vigentes formas de supervivencia, que no han logrado superar el estado de los primeros cazadores/recolectores. La ideología del cambio se ha superpuesto a la realidad nacional. En los hechos, en la realidad espesa en que vivimos, todo nos muestra un estatismo estático; en pocas palabras, el discurso ideológico ha terminado por ontologizarse, por tanto, el modo de vida de miles de bolivianos se ha vuelto rentista, prebendal, de la mano de un Estado paternalista que excluye todo tipo de cambio, o peor, lo que es más preocupante, bloquea el cambio. No es raro, en esas condiciones, que el gobierno se esfuerce por evitar cualquier cambio, y, mucho menos abre la posibilidad a otras alternativas; cualquier otro modo de vida o manera de concebir la sociedad al establecido por el gobierno, es malo, erróneo, camino de perdición, retrógrado y en el fondo, diabólico. Por esa razón, apenas empezó su gobierno,
Evo Morales, insistió hasta el cansancio en una programación colectiva, para moldear la manera de pensar, sentir, organizarse y actuar de las masas; un recurso astuto al que recurrió el gobierno ha sido la visibilización de una religión cósmica, hasta ese momento poco menos inexistente en el país. Esta programación utiliza demagógicamente las narraciones que hablan de los antepasados, los dioses, los líderes de las luchas indígena-campesinas. Estas narraciones, nos dicen, cómo hay que interpretar la realidad, cómo hay que valorarla y cómo debe el pueblo organizarse y vivir.
Tales narraciones más que llevar una carga axiológica, han sido saturadas de contenido ideológico político. De ahí que, en todos los discursos presidenciales y vicepresidenciales, no falten las referencias a los mitos y símbolos de los antepasados y la religión cósmica del mundo andino ¿Cómo es que se bloquea el cambio en una sociedad estática y pre-industrial como la nuestra? Pues, las narraciones dicen a las masas, que esa es la única forma válida de pensar, sentir, actuar y vivir, porque se sustenta en los antepasados, al punto de ser sacralizados al igual que los dioses, lo que otorga a las narraciones un cierto prestigio absoluto, sobre todo, en sectores poco proclives al pensamiento crítico.
Ahora bien, para programar de manera eficaz a los individuos y grupos sociales y así bloquear cualquier tipo de cambio es preciso y necesario indoctrinar, lavar el cerebro, es decir, someter el pensamiento, la valoración, la moralidad al capricho de los líderes; en un escenario de este tamaño, no cabe el libre pensamiento ni la crítica y mucho menos la disidencia. Sin duda, el Estado Plurinacional, ha fijado para los siguientes años, una sociedad pre-industrial y estática, a través de la indoctrinación, la sumisión y el bloqueo del cambio, que no sólo ha echado por la borda, toda una década de bonanza económica, fruto de los altos precios de la materias primas en el mercado internacional, sino que, además, los pontífices del actual partido de gobierno, buscan quedarse en el poder, para seguir alargando e imponiendo a los ciudadanos una sociedad estática, bajo la máscara de un estatismo paternalista, que no hace otra cosa que socavar el bien común y quebrar el futuro de generaciones.
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