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El pasado viernes 6 de diciembre el Directorio de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), como todos los años, organizó la entrega anual del Premio Nacional de Periodismo que recayó en el colega Mario Castro, un hombre que entregó su vida a la radio y la comunicación.
Por primera vez el evento se realizó fuera de la sede de los periodistas, se optó por un lugar alternativo y más céntrico: el Club de La Paz. Según los colegas los premios entregados tradicionalmente por la Asociación se multiplicaron como panes y peces, un milagro que sólo Jesús pudo lograr.
Como miembro de la Asociación de Periodistas, participé activamente en algunos Directorios y en ninguno de ellos recuerdo se nos ocurrió inventar nuevos premios, medallas, ni nuevos reconocimientos, debido a que los estatutos que rigen la institución, no permiten ese tipo de arbitrariedades.
Dejando de lado ese detalle que no es menor, los colegas aseguran que esa carga excesiva de premios y reconocimientos derivó en un acto de más de cuatro horas, que empañó el discurso de cierre a ser pronunciado por el Premio Nacional de Periodismo 2013, Mario Castro, quién tuvo que hacerlo en un auditorio casi vacío.
La feminista Maria Galindo, que también fue parte de esta premiación, tiró al piso el galardón en señal de rebeldía y luego desde una columna en “Pagina Siete” fustigó el valor y representatividad de esta avalancha de premios, señalando:
“Estrellas de la tele en sus mejores galas y un rimbombante tono en la presentación de los y las premiadas que acudían al escenario, tal cual nos enseñaron ya en el colegio. Periodistas superéticos, paladines de la verdad y de la democracia. Un clima insano para el ego que se inflama en esas grandes ocasiones. Lo sorprendente es que hay para todos; como quien construye relaciones sociales, la Asociación de Periodistas no quiere quedar mal con ningún sector”
“La libertad de expresión no es de los medios ni de los periodistas, sino de la sociedad. El vínculo entre medios y público está roto; el público parece que debiera tragarse lo que el medio le da como información y como entretenimiento sin margen ninguno de que afecte esa tiránica relación”. “…los medios no venden lo que informan, sino lo que callan”
Será por ello que el filósofo y escritor francés Jean Paul Sartre rechazó el Premio Nobel, argumentando: “Detesto la jerarquía, pues ello destroza el valor personal de la gente, por ello rechacé el Premio Nobel que “otros” buscan.
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