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La Bolivia de verdad salió a relucir el pasado sábado 1 de marzo, y lo hizo ante miles de espectadores nacionales y extranjeros, amplificada por cuatro medios de comunicación que transmitían la entrada folklórica del Carnaval Oruro, en vivo.
La fiesta había empezado, todo era alegría, baile, agua y espuma, hasta que de pronto una indiscreta pasarela cargada de público, se precipitó al suelo dejando a su paso cinco muertos y más de 90 heridos, de los cuales 16 son de gravedad. La entrada quedó suspendida por sólo cuatro horas y luego volvió la danza y la música a la calles.
Un país con una economía blindada, que eliminó la pobreza•, corrió a ONGs , anuló el imperialismo y hoy lucha en solitario contra el narcotráfico, no puede permitirse que una simple pasarela carnavalera ponga al descubierto la verdadera Bolivia: La del ratito, la de Patria o Muerte, la de césped sintético, la del desorden, la improvisación, la sin servicios básicos y demás.
Mario Galindo, Presidente de la Asociación de Ingenieros de La Paz, durante un análisis técnico libró de culpa a los espectadores del carnaval bajo el argumento que ninguna obra puede ser construida para un “ratito” y aún más si la infraestructura está destinada para el uso de seres humanos. La falla capital estaría en la prueba de carga que habría evitado el accidente.
Para la Alcaldesa, Rocío Pimentel, que es comunicadora y menos técnica, la explicación del accidente radica en que la empresa ITECA, encargada de la obra, habría utilizado material chino poco seguro, que unida a la instalación de una pantalla de 500 kilos sobre la pasarela, habría provocado una sobrecarga.
La asignación de responsabilidades será un problema para las autoridades, pero aún más duro para los familiares que perdieron a sus hijos, hermanos y padres, el resto de los heridos quedará con cargas imposibles de borrar.
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