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Argentina vive su propia UDP, aquella que llevó a los bolivianos a cargar fajos de dinero sin valor, emitidos sin respaldo y que provocó que el Presidente Víctor Paz Estenssoro, graficara el momento con la célebre frase: “Bolivia se nos muere”.
No se si Argentina se muere, lo único cierto es que soporta una inflación galopante que provoca que los precios cambien y se modifiquen en un santiamén. A las familias, en esas condiciones, lo único que les queda es acudir a la tarjeta y “reventarla“ literalmente para obtener productos de primera necesidad y también de consumo.
Los argentinos a estas alturas no pueden siquiera gritar con alegría “Mi Buenos Aires querido”; las calles y plazas están copadas de mujeres indigentes que junto a sus niños piden limosna, mientras los varones han convertido las plazas en dormitorios al aire libre.
El dólar paralelo o “blue” como ellos lo llaman tiene una mejor cotización que el cambio oficial, con un solo riesgo que los libre cambistas de Florida, entre los billetes genuinos , resbalan billetes falsos de cortes de 100 que llevan el rostro de Eva Perón, defensora de los descamisados argentinos y a quien llamaban "Evita".
Argentina esta invadida por turistas brasileños, los precios y ofertas se efectúan en reales, el idioma oficial de los centros comerciales más conocidos como Florida, Murillo, Once, es el portugués y en algunos casos el portuñol.
La Argentina de hoy cobra a los turistas hasta el aire que respiran. Los restaurantes exhiben diariamente tentadores "menús" en pizarras que incluye el precio, a los que luego y sin explicacion alguna te suman, sin derecho a reclamo, el costo del “cubierto" y de facto te descuentan el 10 por ciento de lo consumido, para cubrir la propina del mozo.
Si desconoces la hermenéutica porteña, caes en el cambalache del Siglo XXI y terminas cancelando por un sencillo plato la suma de 90 bolivianos, sin bebida.
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