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Estaban convocados a ser los hombres y mujeres que pasaran a la historia como los asambleístas que respondieran a los grandes desafíos que demandaba la agenda política del departamento de Santa Cruz. Eran y son los 28 primeros asambleístas departamentales, elegidos por el voto popular y por usos y costumbres de los cinco pueblos indígenas.
Esos retos que sólo necesitaban del sentido común y de la responsabilidad están enmarcados en construir una Asamblea Legislativa Departamental como el primer poder político de Santa Cruz, el ente que fiscalice, regule, legisle y tenga la capacidad de generar todos los espacios del debate político donde se formulen y se concreten las grandes decisiones regionales. En ese contexto, el camino estaba tendido, y que tenían en el Estatuto Autonómico Departamental y en la elección de los vocales para el Tribunal Electoral Departamental, dos expresiones fundamentales para poner a prueba a estos 28 asambleístas de Verdes, del MAS, del MNR, del Frente Amplio y de los pueblos indígenas.
¿Acaso no constituye un fracaso o la falta de capacidad política no haber consensuado un pacto o acuerdo para construir un Estatuto Autonómico Departamental en el marco de la voluntad popular del mandato del pueblo cruceño y de la Constitución Política del Estado? ¿Qué otra cosa significa que durante cuatro años se dedicaron a generar espacios de pugnas, de peleas y de juicios y de cálculos por afianzar una hegemonía, olvidándose de los procesos más importantes y estructurales que se tienen que llevar adelante? ¿No constituye acaso un rotundo fracaso legislativo y de gestión política la mínima capacidad de consenso para fortalecer una institución fundamental de toda democracia, como ser los tribunales o cortes electorales? ¿No les remueve la conciencia cuando se constata que el departamento de Santa Cruz es el único en el país que no ha elegido a sus vocales electorales? ¿Por qué durante estos cuatro años y un poquito más no existe una sola ley departamental que haya marcado la pauta en las políticas públicas y favorezca a las poblaciones? ¿Por qué han fracasado todas las convocatorias para la elección de los vocales electorales? ¿O acaso están haciendo cálculos para que quienes sean elegidos como vocales electorales obedezcan mandatos políticos?
Lo que los 28 asambleístas vienen haciendo es manosear nombres y dignidades de quienes se presentan, a raíz de una convocatoria pública para ocupar cargos importantes en esta institución electoral, que demanda de quienes sean sus integrantes vocación de servicio, compromiso social, honestidad, capacidad e integridad para no ser marionetas ni títeres de quienes después se crean con derecho a exigir devolución de favores.
En el 2010, la primera convocatoria fuimos objeto de este vil manoseo, junto a otras personas, figura que se repitió en los otros tres intentos por definir esta situación. Hoy estos 28 asambleístas tienen la obligación moral e histórica de no seguir manoseando ni manipulando estos procesos, y si de verdad tienen vocación democrática, así como se los escucha en la televisión, lo mínimo que deben hacer es sentarse a dialogar, debatir, consensuar y dar otras señales.
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