Opinion

CANDIDATO OPOSITOR ÚNICO
Cara o Cruz
Raúl Peñaranda U.
Jueves, 5 Junio, 2014 - 09:22

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Desde hace meses, los tres dirigentes principales de la oposición, Samuel Doria Medina, Rubén Costas y Juan del Granado, organizan reuniones y mantienen diálogos con el objetivo de analizar la viabilidad de lanzar una candidatura opositora única para las elecciones de octubre. Hasta hoy, cuando quedan pocas semanas para la inscripción de lisitas de candidatos, esos esfuerzos han sido infructuosos. Ninguno de los tres está dispuesto, tan fácilmente, a dejar la carrera electoral en beneficio de otro, un adversario.

Las razones de esas dificultades son varias pero incomprensibles para la mayor parte de la ciudadanía, sobre todo la que está dispuesta a votar por un representante de la oposición. No hay muchas explicaciones al hecho de que esos dirigentes enfrenten tantos obstáculos en llegar a un acuerdo considerando que es muy probable de que cualquiera de ellos pierda, aún con una candidatura única. Y que sean destrozados sin van por separado.

No es fácil para ninguna persona resignar algo, renunciar, anular deliberadamente una aspiración, cualquier que sea. Todavía lo es menos para los dirigentes políticos, considerando que tienen un ego mayor al del resto de los mortales, ego que justamente los motiva a seguir adelante y a creer lo que al 99% restante de la población ni se le pasa por la mente: la idea de que pueden conducir al país hacia mejores días. Aparte de ego demuestra que tienen una voluntad y una audacia enormes. Pero esos dirigentes deberían pensar en la posibilidad de resignar sus liderazgos ante la búsqueda de un bien mayor desde la perspectiva opositora: limitar el poder creciente y cada vez de mayores rasgos autoritarios de la gestión actual.

El principal escollo para la unidad parece ser en este momento la posición de Juan del Granado, líder del MSM, curiosamente el más débil de los tres según las encuestas. Primero adujo que no estaba de acuerdo con una candidatura opositora única señalando que no sería correcto que se unieran a posiciones ideológicas (“neoliberales”) con las que se ve muy distante. Sin embargo, contradiciendo esa posición principista correcta, Del Granado no dudó en rechazar una posible alianza con Samuel, más cercano ideológicamente, e intentó un acuerdo con Rubén Costas, con quien sus diferencias políticas son mucho mayores. Y después de muchos palmoteos y besos, Juan volvió a decir que no está interesado en una candidatura única.

Las razones principistas son indispensables en la política. Si un partido realmente no cree que pueda “cruzar ríos de sangre” no debe hacerlo. De lo contrario, terminará marginado, como justamente le ocurrió al MIR, que odió y luego amó a sus dos más grandes rivales, ADN y MNR.

También es importante el cálculo estratégico. Ya hemos dicho que si va dividida la oposición será aplastada. ¿Y si va unida? Los dirigentes temen que quien resulte hoy candidato único logrará el músculo suficiente como para convertirse en el futuro líder “natural” de la oposición y se apuntaría como el candidato más potente para los comicios de 2019.

Eso es lo que está en juego en realidad en esta difícil designación de un candidato único, la posibilidad de colocarse en mejor posición para las elecciones subsiguientes. No tengo dudas de que Evo seguirá el camino de Venezuela, Nicaragua y, ahora Ecuador, e intentará reformar (violar, sobrepasar, eludir) la Constitución para que se apruebe la reelección indefinida. Para ello goza del respaldo de la mayoría de los medios, de popularidad, del control de la justicia y del dominio de los sindicatos. Así que Morales será candidato el 2019 y, me animo a decir, con chances de volver a ganar. Y ese camino hacia la reelección indefinida se allanará mucho si la oposición va dividida.

Raúl Peñaranda U. es periodista