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Es una ironía que probablemente no pasó desapercibida por los soldados de la tribu choctaw que peleaban en la llamada Gran Guerra. Mientras que los niños de la tribu eran azotados por hablar su lengua nativa en las escuelas de Oklahoma, en los campos de batalla de Francia su lenguaje era la solución para un enorme problema.
En el otoño de 1918, tropas estadounidenses participaron en la ofensiva de Meuse-Argonne, en el frente occidental. Era una de las mayores operaciones de soldados estadounidenses en guerra, pero las comunicaciones en el campo estaban en peligro. Los alemanes habían logrado pinchar las líneas telefónicas, estaban descifrando los códios y capturando repetidamente a los mensajeros enviados a entregar instrucciones directamente.
"Era un problema muy grande, y no sabían cómo resolverlo", le dice a la BBC Matt Reed, curador de colecciones amerindias del Centro Histórico de Oklahoma, sede de la Sociedad Histórica de Oklahoma.
Fue entonces que se toparon con la solución por casualidad: una conversación entre dos soldados choctaw en el 142do. Regimento de Infantería. Los hombres estaban charlando cuando un capitán se acercó y les preguntó qué idioma estaban hablando. Dándose cuenta del potencial para comunicaciones, les preguntó si otros soldados hablaban la lengua entre la tropa.
En efecto, había soldados choctaw en los cuarteles generales. Usando un teléfono de campo, el capitán hizo que los hombres transmitieran un mensaje en su lengua nativa, que sus colegas tradujeron rápidamente al inglés. Así nació el escuadrón telefónico choctaw. Y así nacieron los "locutores de claves".
Idioma de pocos
"Usar el lenguaje choctaw tenía unas enormes ventajas", afirma William Meadows de la Universidad Estatal de Misouri, el único académico que ha estudiado y escrito extensamente sobre los locutores de claves choctaw. "Era una lengua prácticamente desconocida. Sólo unas pocas tribus amerindias tenían poblaciones superiores a 20.000 personas, y en la mayoría de los casos no había registros escritos. Y lo que había era sólo la Biblia y unos himnos, que se usaban localmente".
El escuadrón fue puesto en acción casi inmediatamente. En cuestión de horas, ocho soldados que hablaban choctaw fueron despachados a posiciones estratégicas. Ellos fueron fundamentales para las tropas estadounidenses en varias batallas, le cuenta Meadows a la BBC.
Incluso si los alemanes estaban escuchando, no podían entender. Además era la manera más rápida de codificar y decodificar información, más rápida que cualquier máquina, lo cual le dio a las tropas estadounidenses una ventaja crucial sobre el enemigo.
"La lengua dejó pasmados a los alemanes", dice Reed, quien añade que entonces comenzaron a circular teorías extrañas acerca de cómo se producían sus sonidos. "Se dice que creían que Estados Unidos había inventado un artilugio para hablar debajo del agua".
El dialecto choctaw no incluía muchos términos militares, así que se crearon expresiones en código. Las armas automáticas eran "las pequeñas armas que disparan rápido" y los batallones eran identificados por el número de granos en una mazorca de maíz. Esto creó un "código dentro del código" e hizo el lenguaje aún más impenetrable, explica Meadows.
En total, 19 soldados choctaw fueron reclutados para el escuadrón telefónico. Venían de los Regimientos de Infantería 141ro., 142do. y 143ro. Muchos se conocían desde Oklahoma. Otras tribus amerindias serían empleadas de la misma manera después, entre ellas la comanche.
La ofensiva de Meuse-Argonne terminó siendo parte de la campaña final de los aliados en el Frente Occidental, pero el trabajo de los choctaw determinaría las comunicaciones militares en conflictos subsiguientes. Los locutores de claves navajo y comache de la II Guerra Mundial están entre los más distinguidos.
Indescifrados hasta ahora
En ambas guerras se utilizaron dos tipos de locutores de claves de esta naturaleza, señala Meadows, quien es autor del libro "Los locutores de claves comanches de la Segunda Guerra Mundial". Los primeros utilizaron términos militares especiales recreados en su lengua nativa; los segundos, sólo el vocabulario nativo existente. Se cree que ninguno de los lenguajes o códigos utilizados fueron jamás descifrados por el enemigo, según añade el especialista.
"La idea de hablar en código usando lenguas originarias fue copiada una y otra vez, pero podría no haber ocurrido nunca de no haber sido por los choctaw", dice Nuchi Nashoba, presidente de la Asociación de Locutores en Clave Choctaw. Su bisuabuelo, Ben Carterby, fue uno de los hombres que participó en la primera prueba que se hizo para enviar un mensaje al Frente Occidental.
"Fueron los locutores de claves originales y siempre serán una fuente de inmenso orgullo para nuestra tribu".
Pero, al mismo tiempo, la lengua choctaw se encontraba bajo enorme presión en Estados Unidos. En esa época estaba en boga la idea de la asimilación cultural. Los intentos del gobierno de "civilizar" a los amerindios involucraban meter a los niños en internados estatales, donde con frecuencia se los reprendía por hablar su lengua nativa.
"Había una situación descabellada en la que el lenguaje choctaw estaba siendo utilizado como un arma de guerra formidable, mientras que en casa los niños eran golpeados por usarlo", dice Judy Allen, funcionaria de relaciones tribales con la Nación Choctaw de Oklahoma. "Los dos soldados a los que un oficial oyó hablando choctaw probablemente creyeron que estaban en problemas cuando se les acercó, en vez de que estaban a punto de ofrecer la solución a los problemas de comunicación del ejército".
Como otras tribus, el modo de vida de los choctaw se encontraba amenazado. Poco más que una generación antes, habían sido retirados a la fuerza de su tierra ancestral. Bajo una ley de 1830, fueron sacados de áreas alrededor de Misisipi hacia lo que hoy es Oklahoma. Se le conoce como el "Camino de las lágrimas": de unos 12.000 choctaws que fueron trasladados, unos 2.500 murieron de hambre, enfermedad y agotamiento.
Pero cuando el gobierno los necesitó, ellos respondieron, dice Meadows. "Los soldados choctaw fueron increíblemente gentiles y dispuestos a compartir su lengua. No tenían que hacerlo, pero lo hicieron. Tenían algo que era único y estaban increíblemente orgullosos de ello".
Sin hacer alarde
A nivel nacional, los amerindios no obtuvieron la nacionalidad estadounidense hasta 1924, años después de que terminara la Primera Guerra Mundial, aún cuando más de 12.000 de ellos habían peleado en el frente de batalla, de acuerdo con el Museo Nacional de Indios Americanos. Se ofrecieron como voluntarios para luchar porque defender a su pueblo y su tierra era parte de su cultura y su tradición.
"Era una extensión del rol tradicional de guerrero", dice Reed. "Los hombes protegían y proveían para aquellos que no podían hacerlo por sí mismos o no se esperaba que lo hicieran. Es parte de lo que significa ser hombre y ser líder. Los guerreros eran tratados con el mayor de los respetos por sus comunidades. Era lo mismo con los veteranos; aún es así hoy en día".
Todos los miembros del escuadrón teléfonico regresaron a casa con sus familias, dice Meadows. Por décadas, su papel como locutores de claves era prácticamente desconocido fuera de la tribu y sus esfuerzos pasaron sin ser reconocidos. En algunos casos, sus propias esposas y familiares sabían muy poco del asunto.
"Los choctaw no creen en hablar de sus propios logros; es cosa de otros alabarlos", dice Nashoba. "Los locutores de clave no contaban muchas historias de sí mismos. Consideraban lo que habían hecho como su deber. Cuando mi bisuabuelo fue entrevistado por una publicación local cuando regresó de la guerra, simplemente dijo 'fui a Francia, vie el país y regresé vivo'. Sólo eso".
También era un tema delicado para el gobierno. Habría sido difícil explicar que la misma lengua que estaban tratando de erradicar en Estados Unidos había sido fundamental para las comunicaciones en el campo de batalla. El buró de Asuntos Indios y el gobierno no recalcaron su uso, dice Meadows. Además, los líderes militares también se dieron cuenta del potencial que había en usar lenguas nativas y no querían que la estrategia se diera a conocer.
"Aunque los locutores de claves navajos de la Segunda Guerra Mundial fueron objeto de atención pública cuando su código fue desclasificado en 1968 y recibieron reconocimiento del Congreso y medallas de plata en 2001, todos los demás locutores de claves siguieron sin ser reconocidos a nivel federal", dice Meadows.
Reconocimiento, al fin
Pero la atención que recibieron los navajos pronto despertó el interés por los choctaw. Familiares de los hombres y la tribu reunieron la información que pudieron con un puñado de documentos existentes y con los relatos de los pocos veteranos que estaban vivos. Trabajaron duro e hicieron campaña junto con otras tribus para que se reconociera el trabajo de sus hombres.
En 1989, el gobierno francés les otorgó la Orden Nacional al Mérito en forma póstuma a los locutores de claves choctaw de la I y de la II Guerra Mundial, así como a los locutores de claves comanches de la Segunda Guerra Mundial.
Pero no fue hasta 2008 que la Ley de Reconocimiento de Locutores de Claves fue aprobada en el Congreso, rindiendo homenaje a cientos de locutores de claves de diferentes tribus que habían sido ignorados, incluidos los choctaw. Finalmente, en noviembre del año pasado, cada gobierno tribal recibió medallas de oro del Congreso, la distinción civil de más alto nivel en Estados Unidos. Llevaban grabado un diseño exclusivo que representaba a su tribu. Las familias de cada locutor de claves recibió una versión similar en plata.
En la ceremonia, el senador Harry Reid dijo: "En la hora de mayor necesidad de esta nación, los lenguajes nativos americanos demostraron tener un gran valor. El gobierno de Estados Unidos recurrió a la gente y a la lengua que había tratado de erradicar".
Fue un momento agridulce, dice Nashoba. "Los locutores de claves originales nunca llegaron a ver el día (en que se reconoció su trabajo) y muchos de sus familiares, que habían hecho tanta campaña por ellos, también habían muerto. Pero también fue un momento increíble, no puedo expresar con palabras la alegría y el orgullo que sentí. Esos hombres merecían ser honrados".
Nadie podría haber adivinado que una conversación escuchada por casualidad terminara siendo tan significativa, dice Meadows. "A veces las grandes cosas ocurren por accidente". (BBC)
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