Indígenas
Ecuador
Rituales indígenas que evocan llegada de Jesús

Lunes, 23 Diciembre, 2013 - 17:56

En el barrio Ñucanchi Alpa, ubicado en el área urbana de Puyo, Pastaza, la noche del 17 de diciembre un grupo de mujeres quichuas pelaba yucas, las masticaba y amasaba en una batea para elaborar su tradicional bebida, la chicha.

La madrugada anterior, unos 10 hombres de este sitio donde viven 150 familias quichuas de comunidades de esta provincia y de Napo y Orellana, con lanzas, escopetas, machetes y anzuelos se habían adentrado en la selva a pescar y cazar cerca del río Bobonaza.

La chicha, así como los peces, monos, guantas, saínos, dantas y venados que habían capturado servirán para los cuatro días en los que celebrarán la Navidad, festejo que empezó con el retorno de los cazadores, el viernes, y finalizará mañana.

Ese primer día arreglan con flores y plantas silvestres el sitio, donde va la imagen de Jesús y en el cual el sacerdote del lugar oficia una misa. Al siguiente, los tamborileros tocan sus instrumentos y los participantes van a casa de los priostes (elegidos cada año para organizar el festejo) donde danzan, beben y se bañan con chicha.

Hoy los priostes ofrecen platos con el fruto de su cacería por $ 0,25 a $ 0,75 y mañana beberán chicha y concursarán en lanzar vasijas de barro.

En el Ñucanchi Alpa, desde el 2011 se rescata esta forma de celebrar Navidad, que se la efectúa en la selva de Pastaza desde hace más de cien años con los sacerdotes dominicos, dice Margarita López, exdirectora de Educación Bilingüe.

“Nuestra costumbre se estaba perdiendo y era necesario rescatarla”, afirma César Cerda, profesor de quichua en la unidad educativa del sector, quien organiza este ritual en el barrio para que no se pierda. Él es oriundo de Arajuno y reside en Puyo desde hace 25 años.

Los chachis, shuar, tsáchilas y otavalos también tienen sus formas de celebrar Navidad, mientras otros grupos indígenas no la consideran en sus festividades.

En el caso de los shuar de Morona Santiago, el sacerdote salesiano Pulici Natale explica que en el proceso de evangelización de este grupo se introdujo la visión occidental-europea de la existencia de Dios. Pero aclara que se estudió el idioma quichua y se trató de entender su cosmovisión, “de ahí se sintetizó para explicar la doctrina cristiana, partiendo del Dios que los shuar creían”.

Desde hace más de 30 años los shuar inician el festejo con los diez domingos anteriores a Navidad en los cuales se habla de un tema relacionado con sus manifestaciones divinas: Nunkui, Shakaim, Etsa, Uwi, Ayampum, Tsunki, Arutam.

En la población de Sevilla Don Bosco los pesebres son escasos. Uno de ellos es el de la vivienda de María Goretti Peaza y su esposo, Juan José Ayuy. Ella dice que Navidad es “cuando un espíritu divino, un viento divino entregó un niño a una mujer muerta de hambre”; es decir, un ser divino entregó a un ser humano y eso, dice, es motivo de alegría.

Mientras, la chicha, el baile y las bodas son parte del ritual de Navidad para las 60 familias chachis que residen en medio de la selva, a orillas del río Tulumbí y a seis km del centro poblado San Francisco en San Lorenzo, Esmeraldas. Ahí está el Centro Chachi La Ceiba.

Willian Añapa, presidente de la comunidad, dice que para ellos la fecha es una celebración comunitaria tradicional y que es el único día en el que se realizan matrimonios. Lugardo Añapa, chachi de la oficina Intercultural del Municipio de Esmeraldas, agrega que se desconoce desde cuándo se practica esta costumbre católica.

La nacionalidad tsáchila de Santo Domingo conmemora el nacimiento de Jesús de una manera más simple. Alejandro Aguavil, de la comuna Los Naranjos, parroquia Puerto Limón, señala que en su localidad la fecha transcurre como cualquier día, pero sí se oficia la misa del 24 de diciembre en las parroquias eclesiásticas de cada una de las siete comunas.

En tanto, los otavalos adoptaron la celebración mestiza con más fuerza desde la década del 70, señala Marlon Gómez, director de Promoción Social del Municipio. (El Universo)

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