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Chris Wondolowski, hijo de una indígena estadounidense, ha logrado destacar en el fútbol de su país y ha conseguido que la tribu kiowa de 12.000 integrantes preste atención a un deporte que nunca antes le había interesado.
Así que el tema de conversación en el Complejo Tribal Kowa ha cambiado en los últimos días.
Brent Bear, Keith Vásquez y Steve Quetone no paraban de hablar el lunes sobre la selección norteamericana: ¿Podría el equipo contener a la estelar alineación de Bélgica en el partido de octavos de final previsto para este martes? ¿Usaría el técnico Jurgen Klinsmann una formación más ofensiva o se replegaría?
Ese tipo de preguntas, señalaron los miembros de la tribu, jamás se habían hecho aquí. Pero entonces, los kiowa no tenían a un miembro que los representara en el máximo escenario del fútbol.
"Él se ha convertido en un héroe para la tribu kiowa", dijo Vázquez, portavoz del grupo étnico. "La gente en esta zona lo sigue, y él ha ganado más admiradores con el tiempo. Y espero que progrese más".
Nadie desestima el impacto de Wondolowski en las localidades de Carnegie, Hobart, Lawton y Anadarko, en el suroeste de Oklahoma, donde reside la mayoría de los kiowa. Rara vez un miembro de las etnias nativas estadounidenses destaca en un deporte profesional, mucho menos en el fútbol.
Los miembros de la tribu ovacionaron a la selección y agitaron banderas estadounidenses durante una fiesta para mirar el empate frente a Portugal en la etapa de grupos. La gritería fue ensordecedora cuando Wondolowski ingresó a la cancha a los 87 minutos.
Aunque Wondolowski se crio en California, su madre, mitad kiowa y mitad cherokee, lo llevaba regularmente a Oklahoma a fin de que tuviera relación con sus parientes. A los 13 años recibió su nombre kiowa, Bau Daigh, que significa "guerrero que viene por la montaña". Lleva ese nombre en un tatuaje en el costado derecho". (El Nuevo Herald)
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