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‘La leche y los productos lácteos tienen un enorme potencial para mejorar la nutrición y los medios de subsistencia de cientos de millones de personas pobres de todo el mundo‘, asegura un estudio de la agencia especializada de Naciones Unidas.
Titulado ‘La leche y los productos lácteos en la nutrición humana‘, el informe llama a los gobiernos a invertir más en programas para hacer que la producción de la leche y sus derivados estén disponibles para las familias pobres y las insta a producirlos en sus hogares.
Se espera que el consumo de lácteos en los países en desarrollo aumente en un 25 por ciento en 2025 como consecuencia del crecimiento demográfico y de los ingresos pero el organismo señala que por sus elevados precios seguirán probablemente fuera del alcance de los hogares más vulnerables.
La agencia de Naciones Unidas invita a las instituciones a fomentar la producción lechera en los hogares y a pequeña escala de modo que los pequeños campesinos tengan dinero en mano para las necesidades inmediatas de su familia, como alimentos, artículos para el hogar, ropa y educación.
Actualmente unos 150 millones de familias -cerca de 750 millones de personas- se dedican a la producción de leche en todo el mundo, la mayoría de ellas en países en desarrollo.
Aunque el término ‘leche’ se ha convertido casi en sinónimo de la leche de vaca, en diferentes partes del mundo se consume también la producida por otras especies lecheras importantes como búfalo, cabra y ovejas, y especies infrautilizadas hoy en la producción de lácteos, como el reno, alce, llama, alpaca, burro o camello entre otras que tienen alto potencial energético y nutritivo.
En Sudamérica, por ejemplo, llamas y alpacas no han sido criadas históricamente por su leche, pero pueden suponer un recurso alimentario y económico valioso para las personas que viven en las zonas montañosas, sugiere el estudio.
En el informe la FAO también advierte que muchos de los problemas de salud surgen sobre todo en los países desarrollados y no son tanto específicamente lácteos como relacionados con el consumo excesivo de alimentos ricos en calorías en general.
Se ocupa, además, de los problemas ambientales y pide nuevas iniciativas de colaboración para hacer frente a los efectos del sector lácteo, que representa alrededor del cuatro por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero de origen humano.
La organización, dedicada a combatir el hambre y la pobreza en el mundo, señala que cada año un tercio - alrededor de 1.300 millones de toneladas - de todos los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o desperdicia, lo que significa un costo de más de 500.000 millones de euros anuales con los que se podría alimentar a 2.000 millones de personas más.
Pese a que el número de individuos con hambre crónica disminuyó en 130 millones durante las dos últimas décadas, unos 870 millones, es decir uno de cada ocho habitantes del planeta, siguen sufriendo ese flagelo.
Pero el ritmo de estos avances se ha tornado más lento después de 2008, advirtió la agencia.
El hambre constituye el principal riesgo para la salud y causa más muertes por año que el SIDA, la malaria y la tuberculosis juntos.
Además, es responsable de la tercera parte de los decesos de niños menores de cinco años en los países pobres.
Todas estas tragedias podrían evitarse subraya el informe y puntualiza que las vitaminas y nutrientes para que un niño crezca sano cuestan apenas 25 centavos de dólar diarios.
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